Julio 1: San Teodorico
Endem. Mártir en Gorcum. Sacerdote de la Primera Orden (1499‑1572).
Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Teodorico nació en 1499 en Amersfoort,
Holanda. Amado por sus padres y familiares por su índole mansa y serena, por su
amor apasionado al estudio y a las obras de piedad y de misericordia. Se
preveía para él un brillante porvenir y éxito fácil. Sin embargo él un día
manifestó cándidamente a sus padres: “Ya escogí mi camino: seré religioso
franciscano y sacerdote!”. Sus padres hicieron cuanto pudieron para disuadirlo.
Pero él, sostenido por la gracia divina, les respondía: “Cuando el Señor llama,
no se le puede decir no. Debo responder a su llamada, él es nuestro Padre y
nuestro Dios!”.
De mala gana ante su insistencia sus padres
le dieron su consentimiento. Pero le aconsejaron no escoger la Orden
Franciscana, demasiado pobre y rígida, sino la Orden Benedictina, donde, por
sus dotes intelectuales y de corazón, podría llegar a ser elegido abad y llevar
una vida llena de satisfacciones. Pero Teodorico no se dejó convencer. Decidió
seguir a Cristo y a éste crucificado en la pobreza, en la oración y en la
penitencia.
Recibido en la Orden de los Hermanos Menores,
hecho el noviciado, la profesión y los estudios requeridos, fue ordenado
sacerdote con sincera alegría de sus padres. Pasó largos años en la soledad del
convento, en la observancia fiel de la regla de San Francisco. Los fieles
y los cohermanos lo señalaban como modelo de santidad y de erudición. Fue
destinado al convento de Gorcum, donde se distinguió por las largas horas que
pasaba en la intimidad del confesionario. Supo dirigir a la perfección seráfica
un monasterio de Hermanas Terciarias Franciscanas, de las cuales era confesor y
director espiritual.
La rebelión de Lutero y de Calvino había apartado de la Iglesia católica
una buena parte de Europa del norte. En Holanda los calvinistas, alcanzado el
poder, se dieron a perseguir a los católicos. En 1572 se apoderaron de la
ciudad de Gorcum, aprisionaron al los Hermanos Menores y a otros sacerdotes,
los llevaron por los poblados, expuestos a las burlas de la gente, luego,
conducidos a Brielle, fueron torturados de muchas maneras para obligarlos a
renunciar a la fe católica renegando de los dogmas de la presencia real de
Cristo en la Eucaristía y del primado del Romano Pontífice. Pero ellos
permanecieron firmes en la fe, por lo cual fueron condenados a morir ahorcados.
Era el 9 de julio de 1572. Así confesó su fe Teodorico, lleno de gracia y de
Espíritu Santo. Tenía 73 años.
Julio 2: San Jerónimo
de Werten. Mártir en Gorcum. Sacerdote de la Primera Orden (1522‑1572).
Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Jerónimo nació en 1522, en la pequeña
ciudad de Werten, región de Horn (Holanda meridional) de familia católica
acomodada. De ingenio vivaz y corazón generoso y extrovertido, de espíritu
franco y magnánimo, pasó la juventud en la inocencia y la bondad. Sintió en sí
la vocación a la vida consagrada y realizó su ideal entrando en la Orden de los
Hermanos Menores. Después del noviciado, la profesión y los estudios, fue
ordenado sacerdote.
En la vida fraterna se distinguió, como el
Seráfico Padre, por un ardiente amor a la Pasión de Cristo y a los dolores de
su afligida Madre. Partió como misionero a Palestina, donde permaneció algunos
años y tuvo plena posibilidad de visitar aquella tierra santificada por Cristo
con su vida y milagros, de la Virgen Dolorosa y la vida apostólica de los
primeros seguidores de Jesús. Su actividad misionera en el país del Evangelio
fue intensa. Fue arrestado por los musulmanes, encarcelado, golpeado hasta
derramar sangre y luego repatriado. La gloria del martirio que no tuvo en
Palestina, el Señor se la reservaba en su propia patria. Los sufrimientos
soportados por Jesús en Tierra Santa, la incisión en el brazo derecho y en el
pecho de una cruz roja, habían minado su salud.
En Holanda fue destinado al convento de
Gorcum, bajo el mando de San Nicolás Pick. Allí se dedicó a la predicación
en las ciudades y campos. Con elocuencia y competencia condenaba el error,
reanimaba a los tímidos, volvía al buen camino a los descarriados, confirmaba
en la fe a los hermanos. Por todos era llamado el “Peregrino de Tierra Santa”.
Arrestado el 9 de julio de 1572, junto con sus cohermanos fue llevado a
través de poblados, expuesto a las burlas de la plebe. Conducido a Brielle, fue
torturado de muchos modos para forzarlo a renegar de la fe en la Eucaristía y
en el primado del Romano Pontífice. Al acercarse al patíbulo, un calvinista lo
compadeció y se burló de él, luego comenzó a vomitar horribles blasfemias
contra Cristo, la Virgen y los santos y viles calumnias contra el Papa.
San Jerónimo llegó al límite de su resistencia. Cuando en ese calvinista
reconoció al que había inducido a apostatar al joven novicio fray Enrique, que
sin embargo más tarde se arrepintió, regresó a la Orden y murió santamente,
Jerónimo tuvo un resto de fuerza. Lo apostrofó: “Hijo y ministro de Satanás,
hasta cuándo seguirás viviendo en las tinieblas y manchándote de delitos? Un
día vendrá también para ti el juicio de Dios”. Lo agarró por un brazo, lo tiró
por tierra y con un pie apoyado en su pecho lo mantuvo inmóvil por unos
momentos. Luego, con serenidad, le dijo: “Y ahora haz lo que debes hacer!”. Los
herejes se lanzaron contra él y destrozaron su cuerpo. Invocando los nombres de
Jesús y de María, inmoló su vida. El lazo le fracturó la garganta y su espíritu
redimido por la corona del martirio, voló al cielo. Tenía 50 años.
Julio 3: Beato
Carmelo Volta. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1803‑1860).
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Carmelo Volta es modelo y protector de los
párrocos y de todos los que tienen cura de almas. Fue párroco celoso primero en
Ain‑karen (San Juan en la Montaña) y luego en Damasco, donde, junto con
sus cohermanos sufrió el martirio por Cristo. Había nacido en Real de Candia,
cerca de Valencia, en España, en 1803. Su padre, José Volta y su madre Josefina
Bamez, después de haberlo educado santamente en familia, lo confiaron a los
Hermanos de las Escuelas Pías, para que fuera educado e instruido por estos
religiosos.
Tenía 22 años cuando pudo realizar
finalmente su deseo de consagrar a Dios su vida en la Orden de los Hermanos
Menores. Después de la formación y los estudios, fue ordenado sacerdote. En
1831 llegó a Tierra Santa, donde se encontró con el Beato Manuel Ruiz. Sus
espíritus estarán siempre unidos en un mismo ideal para compartir en un mismo
campo las luchas del apostolado y el triunfo del martirio. Animado del espíritu
de Dios, trabajó con gran celo por el bien de las almas que le fueron
confiadas. A los 57 años de edad, el incansable ministerio pastoral había
limitado sus fuerzas, por lo cual pidió un coadjutor, y lo tuvo en la persona
del joven sacerdote Engelberto Kolland. La popularidad de Carmelo fue singular:
en Ain‑karem y sobre todo en Damasco, era amado y respetado inclusive por los
Musulmanes.
La noche del 10 de julio de 1860 los drusos
invadieron el convento, Carmelo buscó refugio en un rincón de la escuela
parroquial pero fue descubierto por un turco, que lo golpeó con un bastonazo.
Un joven al ver esto, corrió para ayudar a su párroco, pero éste le aconsejó
que huyera. Poco después llegaron otros musulmanes que le prometieron salvarlo
con la condición de que renunciara a su fe en Cristo y se adhiriese a Mahoma. A
esta propuesta, justamente indignado, gritó: “No faltaba más, que yo me hiciera
turco! Soy cristiano y sacerdote, quiero morir siguiendo a Cristo”. Los musulmanes
no le permitieron continuar, lo rodearon y los mataron a golpes de maza,
mientras él repetía invocaciones a Dios. La segunda víctima estaba inmolada. El
cielo acogía a un nuevo ciudadano, mientras en la tierra feroces alaridos
vomitaban blasfemias e imprecaciones contra los seguidores de Cristo. Carmelo
Volta tenía 57 años.
=Julio 3: Beata
María Ana Mogas Fontcuberta, Fundadora de las Franciscanas Misioneras
de la Madre del Divino Pastor (1827‑1886). Beatificada por Juan Pablo II el 6
de octubre de 1996 (Fiesta: julio 3).
María Ana nació en Corró de Vall
(Barcelona) el 13 de enero de 1827, bautizada al día siguiente. Comienza su
vida religiosa en Ripoll en junio de 1850. Se distinguió sobre todo por su
caridad, pobreza, humildad, simplicidad, austeridad, alegría y espíritu de
oración, virtudes que infundía entre sus hijas y en sus obras apostólicas.
El 12 de junio de 1859 abre la casa de
Capellades para cuidar a los enfermos de la región e iniciar la enseñanza a las
niñas, sobre todo pobres. En 1860 instaló una comunidad en San Quirico de
Besora para ocuparse de un establecimiento benéfico municipal. Las hermanas
ayudaban a los enfermos y a los necesitados. Pero los intereses económicos de
los directivos impidieron que las hermanas pudieran realizar su plan de
servicio. Por lo tanto, la madre María Ana buscó la forma de realizarlo
trabajando independientemente. En 1862 funda un pequeño colegio privado de
instrucción elemental. Esta obra va progresando y la calidad de la formación y
de los estudios hace que pronto sobresalga el colegio de las Hermanas. En 1883
obtuvo en Barcelona el título de maestra de escuela elemental. Pronto, a
petición de los interesados y dada la gran necesidad, funda un segundo colegio
en las afueras, en Fuencarral. Los Marqueses de Fuente Chica, primero le
cedieron el piso bajo de su palacio, luego los campos aledaños, y finalmente la
hicieron su heredera, con lo cual pudo coronar su obra. A pesar de sufrir
apoplejía, al llegar la peste del cólera hizo cuanto pudo al servicio de los
pobres enfermos. Murió en Fuencarral el 3 de julio de 1886.
Julio 4: Santa
Isabel, Reina de Portugal. Viuda de la Tercera Orden (1271‑1336).
Canonizada por Urbano VIII el 25 de mayo de 1625.
Isabel, reina de Portugal, nació en 1271
hija de Pedro III de Aragón y de Constanza, hija de Manfredi, rey de Sicilia y
sobrina del emperador Federico II. En el bautismo recibió el nombre de Isabel
para honrar la memoria de su gran tía, Santa Isabel de Hungría, canonizada
cuarenta años antes por Gregorio IX en 1235. Después de una brevísima niñez, se
casó con el joven rey Dionisio. Los portugueses acogieron con entusiasmo a su
soberana y no fueron defraudados por aquella jovencita sencilla y austera en su
vida privada, amplia y bienhechora con sus propios súbditos. Dio a su marido
dos hijos: Alfonso, heredero del trono, y la princesa Constanza.
Infortunadamente Dionisio no supo ser digno
de aquella esposa devota y afectuosa, que alternaba con los deberes familiares
sacrificios y rigores voluntarios casi monásticos. El prefirió otras mujeres y
otras aventuras. Isabel, digna en el sufrimiento, ocultó su propia amargura sin
levantar voces de escándalo. Oró en secreto por la conversión de su esposo, y
con igual afecto, al lado de sus propios hijos, educó hijos que no eran suyos.
El marido, despreocupado de sus deberes, pronto comenzó a sospechar de la
fidelidad de su mujer. Un cortesano malévolo activó el fuego de los celos,
atribuyendo a la reina una calumniosa relación con un paje. Pero en seguida
varias circunstancias indujeron a Dionisio a considerar las cosas con mayor
serenidad, y a reconocer la absoluta inocencia de Isabel.
Nueva fuente de amarguras para la santa
reina fueron las disputas entre su marido y Alfonso, heredero del trono.
Afanosamente debió ella reconciliar a sus seres queridos, enemigos entre sí, y
finalmente fue desterrada, por sospechas de conjurar contra el rey. Después de
la muerte de su esposo, de su hija y del yerno, la adolorida Isabel renunció al
mundo y a su condición regia. Vistió el hábito de la Tercera Orden Franciscana
y partió en peregrinación para Santiago de Compostela. Distribuyó sus riquezas
entre los necesitados y habría entrado en el monasterio de las clarisas fundado
por ella en Coimbra, si no le hubieran aconsejado permanecer en el mundo para
proseguir sus buenas obras. Vivió junto al monasterio llevando el hábito de las
hijas de Santa Clara, dedicándose a obras de piedad y de caridad.
Otra guerra intestina entre su hijo y el nieto la obligó nuevamente a
una dolorosa peregrinación, hasta detenerse definitivamente en Estremoz,
precisamente en el lugar donde Dionisio, rey de Portugal, muchos años antes, la
había pedido por esposa. Al morir afirmó ver “una bellísima Señora, que se
acercaba, radiante con vestiduras blancas”: la Inmaculada Concepción a la cual
la santa reina había dedicado una iglesia en Lisboa, cinco siglos antes de la
definición dogmática del privilegio mariano. Murió el 4 de julio de 1336 a los
65 años de edad.
Julio 5: Santos
Antonino Fantosati, Obispo (1842‑1900), José María Gambaro, († julio
7), y Cesidio Giacomantonio de Fossa († julio 4)
sacerdotes, de la Primera Orden, Mártires en Hunán
meridional, China († 1900). Beatificados por Pío XII el 24 de noivembre de
1946. Canonización: Juan Pablo II, octubre 1 de 2000.
Antonio Fantosati nació en Santa Maria in
Valle en Trevi, provincia de Perusa, el 16 de octubre de 1842. De constitución
débil, parecía que sería un gallardo y pacífico campesino, en cambio fue
recibido en la Orden de los Hermanos Menores, ordenado sacerdote a los 23 años
de edad y partió para la capital del Hupe en China, sede del Vicariato y
residencia principal de la misión, a donde llegó el 15 de diciembre de 1867. De
sus 33 años de apostolado en China los primeros siete años fueron los más
serenos entre aquellas heroicas cristiandades y pudo dedicarse al estudio de la
lengua hasta hablarla expeditamente, como un chino, y ser llamado “el maestro
europeo”.
Pasó luego a Lao‑ho‑kow, centro fluvial de
primera importancia, donde por 18 años ejerció el ministerio con tacto,
prudencia y singular penetración de la mentalidad china. Fue Administrador
Apostólico del Alto Hu‑pe cuando la carestía y la peste desolaron a China. En
1878 fundó un orfanato para los niños abandonados y organizó la distribución de
numerosas ayudas provenientes de Europa. Luego fue vicario general del obispo
Banci y colaboró en la erección del gran templo de tres naves de estilo
románico del Sagrado Corazón. En 1888 fue por breve tiempo a Italia. Al
regresar a China, fue nombrado Obispo titular de Adana y Vicario Apostólico del
Hu‑nan meridional.
Sus últimos años fueron amargados por
cruces y persecuciones, pero las adversidades no apagaron su celo. En la feroz
persecución de los bóxers perecieron en solo Shansi y en Hunan más de 20.000
cristianos. Precedido en el Hunan por el P. Cesidio Giacomantonio, muerto el 4
de julio, San Antonino acudió junto con el P. José María Gambaro al lugar
del peligro, a donde llegaron el 7. Reconocidos, fueron asediados por los
revoltosos con una granizada de piedras y objetos contundentes, y asesinados
bárbaramente. El martirio del obispo se prolongó por más de dos horas entre
atroces tormentos, hasta que un pagano, viéndolo todavía vivo, lo atravesó con
un largo palo de bambú con una aguda punta de hierro, traspasándolo de un lado
a otro. Los dos cadáveres, arrojados primero al río, fueron luego recogidos
para ser quemados y sus cenizas dispersadas en el agua o arrojadas al viento a
fin de que no se honrara su sepultura. Algunos testigos vieron en el lugar del
suplicio dos ángeles elevarse al cielo mientras numerosos paganos que habían
asistido a la escena exclamaban: “Estos misioneros eran en verdad hombres
justos”. Tenía 58 años.
San Cesidio
Giacomantonio de Fossa (1873‑1900). Angel nació en Fossa, Abruzzo, provincia de Aquila, el 30
de agosto de 1873. Ya desde jovencito a menudo se iba al solitario convento de
Ocre, donde reposan los restos del Beato Bernardino de Fossa y del Beato
Timoteo de Monticchio. Orando ante aquellas urnas sintió germinar en su corazón
la vocación religiosa y la idea de la vida franciscana.
El 21 de noviembre de 1891 fue recibido en
la Orden de los Hermanos Menores, vistiendo el hábito franciscano con el nombre
de Cesidio, en memoria de un jovencito mártir. Después de la profesión religiosa,
en varios conventos completó sus estudios y fue ordenado sacerdote. Por algún
tiempo ejerció el ministerio de la predicación. Luego fue enviado a Roma como
candidato a las misiones. Después de que completó su formación misionera, junto
con dos cohermanos partió para la China. Al llegar fue acogido con inmensa
alegría por el Vicario Apostólico, el obispo Antonino Fantosati. A pesar del
ambiente de persecución, en él persistía siempre el gran deseo de predicar, de
convertir y de bautizar en el nombre del Señor el mayor número posible. Para
esto aprendió bien la lengua china y su apostolado se vio colmado de
satisfacciones.
En una carta a sus padres poco antes del
martirio, describe su alegría de encontrarse en la China y pide oraciones por
la conversión de muchos infieles. Luego añade: “Procuremos hacernos santos, si
alcanzamos esta gracia podremos cantar en el cielo el eterno aleluya”. El 4 de
julio de 1900, la misión donde él se encontraba fue invadida por los bóxeres.
El Padre Cesidio corrió a la capilla a consumir el Santísimo Sacramento y luego
se enfrentó a la rabia de sus perseguidores. Fue asesinado a golpes de lanza y
bastonazos. Tenía solamente 27 años y fue así el primer mártir en la
persecución de los boxers de 1900.
San José María
Gambaro (1869‑1900). Bernardo Gambaro nació en
Galliate, provincia de Novara, el 7 de agosto de 1869. A los trece años entró
en el colegio seráfico y el 20 de septiembre de 1886 recibió el hábito
religioso de los Hermanos Menores con el nombre de José María.
Activo y circunspecto, entusiasta y
prudente, fue estimado y apreciado por los superiores, que lo escogieron desde
clérigo teólogo como asistente de los hermanos jóvenes de Ornavasso. La
elección fue sabia, pues su natural perspicacia, unida a una ejemplaridad y afabilidad
que conquistaba, produjo frutos copiosos en aquellos jóvenes que se preparaban
al sacerdocio y a la vida religiosa franciscana. Apenas ordenado sacerdote
(marzo 13 de 1892) José fue nombrado rector del colegio de Ornavasso. Pero un
año después, según su deseo, se le permitió ir como misionero: abandonó a
Italia en 1896 y al llegar a China fue destinado a Hu‑nan meridional.
Esta nueva experiencia se le manifestó de
inmediato en su áspera dificultad: los usos y costumbres tan diversas no fueron
tan difíciles de asimilar como la lengua. El Vicario apostólico Fantosati,
considerando las óptimas cualidades de Gambaro, lo destinó al seminario de
Schen‑fan‑tan; los tres jóvenes seminaristas estaban entusiasmados con él, lo
admiraban y lo seguían: por tres años fue rector y profesor. Luego, al faltar
el misionero en la importante cristiandad de Yent‑chou, José María fue
encargado de sustituirlo. Supo hacer frente a la vida misionera activa, y sus
inevitables pruebas, con serena fortaleza y con absoluto abandono en las manos
del Señor.
En Pentecostés de 1900 fue llamado a Lei‑yang por Mons. Fantosati;
terminado el trabajo, después de pocos días, ambos se dirigieron a San‑mu‑tchao
para reconstruir la capilla destruida por los paganos: en esta localidad se
abatió sobre ellos la persecución. Estalló de improviso el 4 de julio de 1900
en la ciudad de Heng‑tche‑fu, residencia del Vicario Apostólico. Apenas
llegaron las primeras tristes noticias, ambos se apresuraron a regresar a la
sede; en vano los cristianos insistieron para que buscaran un refugio seguro;
ambos declararon abiertamente que, a cualquier costo, su puesto era junto a las
ovejas en peligro. Se embarcaron hacia Heng‑tche‑fu: el viaje duró tres días,
pero su presencia ya había sido advertida y fueron esperados por una turba
fanática y enfurecida. Al bajar a la orilla fueron inmediatamente rodeados y
asesinados a golpes de bastón y de lanzas. Alguien refirió que el P. José
María, ya agonizante, tuvo la fuerza de pronunciar sus últimas palabras sobre
la tierra: “Jesús, ten piedad y sálvanos”. Era el 7 de julio de 1900. Tenía 31
años de edad, catorce de religioso, ocho de sacerdocio y cuatro de vida
misionera.
Julio 6: Santos
Tomás Shen‑Jihe, Simón Qin Cunfu, Pedro Wu Anbang, Matías
Feng-De, Pedro Zhang Banniu, Francisco Zhang Rong, Pedro
Wang Erman, Santiago Zhao Quanxin y Santiago Yan Guodong, Catequistas y
Empleados de la Misión Mártires de Tayuenfu († 9 de julio de 1900).
Canonización: octubre 1 de 2000. (Su fiesta, 8 de julio).
Tomás
Shen‑Jihe. (1851‑1900). Empleado de Mons. Grassi. Nacido en 1851 en Lu‑ngan‑fu, de
familia cristiana pobre y temerosa de Dios. Desde niño comenzó a acercarse a
los sacramentos de la confesión y la comunión. Mons. Francisco Fogolla lo
admitió a la profesión en la Tercera Orden franciscana. A los 24 años entró al
servicio del sacerdote chino Pablo Chiang, pero poco después debió retirarse a
causa de una grave enfermedad. Recuperada su salud entró al servicio del obispo
Mons. Gregorio Grassi, a quien sirvió por diez años como verdadero modelo de
fidelidad y obediencia, reverencia y amor. Obispo y camarero se entendieron
perfectamente bien, habían trabajado magníficamente. Al desatarse la
persecución, el obispo y su fiel doméstico sufrieron juntos valerosamente el
martirio por Cristo. Tomás tenía 49 años de edad.
Simón Qin Cunfu., Empleado de Mons. Fogolla († 1900). Nació en Lochen en Changsi,
de padres católicos muy fervorosos. Ingresó al Seminario y se preparaba
diligentemente para el sacerdocio, pero la mala salud lo obligó a retirarse.
Entró después al servicio de su párroco, el P. Francisco Fogolla, a quien
sirvió durante 30 años, siempre como “siervo bueno y fiel” mostrándose dócil y
servicial. Fue ejemplo de piedad y humildad para la comunidad cristiana.
Ingresó a la Tercera Orden Franciscana; en el amor a Dios y a los hermanos, en
la pobreza y en la intimidad con Dios procuró vivir la espiritualidad
evangélica y franciscana. Se dedicó gustoso a la catequesis de niños y adultos.
Decidió permanecer célibe para dedicar su vida al servicio de los demás. Con su
obispo y cuatro seminaristas viajó a Italia para participar en el Congreso
Misional de Turín en 1899, haciendo el oficio de ecónomo de la comitiva. Inmoló
serenamente su vida por Cristo y su fe.
Pedro Wu Anbang, catequista. (1860‑1900). Había entrado al seminario para hacerse
sacerdote y se había hecho terciario franciscano. Cuando reconoció que no era
esta su vocación, abandonó el seminario, pero quiso permanecer célibe para
servir más libremente. El obispo Gregorio Grassi por su carácter franco y
valeroso y una notoria pasión por el estudio, le asignó un maestro con la
intención de que llegara a ser doctor en letras para facilitar las relaciones
diplomáticas entre las autoridades civiles y la Iglesia. Pedro llegó a ser un aceptable
versificador. Enviado por el obispo a llevar dinero a los misioneros de Tshiang‑kou,
en el momento en que salía de la ciudad fue detenido y colgado en una viga,
hasta la tarde. Al llegar el mandarín tártaro encargado de cerrar las puertas
de la ciudad, lo hizo liberar con la condición de que no volviera a servir a
los europeos. Pedro, una vez liberado, regresó al servicio de sus queridos
misioneros. Detenido y encarcelado, sufrió gozoso el martirio con ellos.
Matías Feng‑De (1855‑1900), vigilante nocturno del orfanato. Era un ferviente
neófito, bautizado por el sacerdote chino mártir José Tshiang y confirmado por
el obispo Gregorio Grassi. Había ingresado a la Tercera Orden Franciscana,
admiraba de San Francisco el espíritu de pobreza, de humildad y su intenso
amor a Dios y a los hermanos en una vida totalmente evangélica. Matías vigilaba
de noche la residencia episcopal, marcando al estilo chino las vigilias de la
noche con el tam tam, instrumento metálico sonoro. El martirio lo sorprendió a
los 45 años de edad.
Pedro Zhang Banniu (1849‑1900) trabajador ocasional. Apodado «Pan‑piú», «medio buey», por
la gran fuerza física y por su disponibilidad para el trabajo constante,
fatigoso y silencioso. «Pedro era un hombre recto, bueno, modelo de piedad cristiana».
No era doméstico, ni trabajador a sueldo de la casa, sino que era llamado para
trabajos extraordinarios, pesados, largos y aburridos. Con pasión casi
religiosa prestaba toda su colaboración. Asiduo a las funciones religiosas,
Misa, comunión y oración eran la fuerza de su vida, difundía el culto a la
Santísima Virgen y cada día reunía a su familia y recitaba con devoción la
corona franciscana. Se ofreció para sustituir a un sirviente arrestado que
estaba angustiado por tener que dejar a su familia. Fue aceptado, y Pedro fue
incorporado al grupo de mártires. Tenía 51 años. Pocos días después se apareció
glorioso a su hijo, que todavía aterrorizado por la muerte de su padre, estaba
haciendo el Vía Crucis. Lo exhortó a no temer, sino que permaneciera fiel y
constante. Cinco días más tarde, también el hijo moría bajo la espada del
tirano, confesando intrépido su fe. Así padre e hijo se encontraron nuevamente
en el cielo.
Francisco Zhang Rong, (1840‑1900) portero del orfanato. Tenía 60 años cuando sufrió valientemente
el martirio. Modesto agricultor, estaba casado y tenía una numerosa familia.
Era descendiente de viejos cristianos. Tenía cincuenta y dos años cuando pasó
al servicio de la misión, como portero del orfanato. Las Hermanas lo llamaban
“el abuelo”. Una buena palabra, una sonrisa, modales siempre delicados y
gentiles eran el secreto de su actividad. Se prestaba para todos los trabajos
que se le encomendaban. Siempre alegre, parecía haber encontrado el secreto de
la verdadera y perfecta alegría. Había ingresado en la Tercera Orden
Franciscana. Era devotísimo de la Santísima Virgen. En las horas libres del
trabajo rezaba el rosario y otras oraciones. Siguió a las hermanas Misioneras,
juzgándose afortunado de poder ir con ellas al martirio. De Francisco Tchang,
un amigo dijo: “Era un hombre extraordinario, admirable por su candor y
sencillez, ejemplo de virtud y de piedad. Era querido por todos”.
Pedro Wu Anbang († 1900) cocinero del seminario. De niño había sido acólito y
educado amorosamente en el orfanato de Kaolaokou. Toda su vida estuvo
agradecido por lo que había recibido de la Misión. «Era un hombre muy bueno,
siempre se había empeñado en cumplir los mandamientos de Dios». Fue en un
primer tiempo doméstico del sacerdote indígena Don Pedro Su, que pocos días
después también entregaría su vida por la fe. Dos años antes de la persecución,
fue recibido en Tai‑yuen‑fu en calidad de cocinero del seminario. Ejerció este
humilde oficio con consagración y fidelidad. Se mantuvo al lado de los
misioneros, pronto a dar la vida por Cristo. Tenía treinta años.
Santiago Zhao Quansin († 1900) doméstico. Nació en Siyaochuen en el Shansi, de padres
cristianos, que le dieron una óptima educación en la fe. Se trasladó con su
familia a Tayuan en busca de un trabajo más productivo, se casó y tuvo dos
hijos. «Fue hombre de gran bondad y de rectitud de ánimo. Llevó una vida pobre,
laboriosa y llena de penurias. Fue ejemplo de virtudes familiares». Era
sirviente ocasional de la Misión Franciscana. Compadecido de los misioneros y
de las hermanas que estaban en la cárcel, se esforzó por brindarles pequeños
servicios que ellos le pedían. De día les servía en sus necesidades y en la
tarde se iba a su casa. La tarde del 8 de julio, al volver a casa, dijo a su
mujer y a su anciana madre que a la tarde siguiente no volvería, pues había
oído decir que los misioneros, las hermanas, los seminaristas, los domésticos y
los catequistas serían ejecutados y que él quería morir con ellos. La mujer y
la madre, preocupadas por el porvenir suyo y de los hijos, lloraban
amargamente: «¿Si te matan, quién se preocupará por tu familia, quién ayudará a
tu mujer, a tus hijos y a tu afligida madre?». Jaime, señalando al cielo, les
dijo: «Las encomiendo a Dios. La Providencia proveerá. ¿Y acaso no hay un Dios
que es Padre de todos, especialmente de los huérfanos y de los pobres? Desde el
cielo estaré más cercano que cuanto lo he estado sobre la tierra. Les ayudaré y
les daré ánimo».
Pasó la noche en oración y por la mañana se
dirigió a la cárcel, donde fue arrestado y colocado junto con los demás.
Mientras era llevado al tribunal de Yu‑sien, algunos amigos protestaron por su
arresto diciendo que Jaime no era cristiano, pero él los desmintió, reafirmando
sin miedo su fe: «Soy cristiano, seguidor de Cristo, sirviente de los
misioneros franciscanos, y estoy muy contento de dar la vida por mi fe!».
Santiago Yan Guodong‑ (1870‑1900). Hombre de
extraordinaria simplicidad, agricultor, encargado de cultivar las hortalizas
para los misioneros, las hermanas, el seminario y el orfanato. Desempeñaba su
trabajo con prontitud y diligencia, y sobre todo con gran alegría; a menudo
acompañaba sus labores con el canto. El último año fue ayudante de cocina. La
comida del 9 de julio fue la última que sirvió, pues esa tarde fue martirizado.
Tenía 45 años.
Julio 7: Beato
Manuel Ruiz. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1804‑1860).
Beatificado por Pío XI e 29 de junio de 1926.
Manuel Ruiz, jefe del grupo de los mártires
de Damasco, español de origen, nació en San Martín de las Ollas, provincia
de Santander, el 6 de mayo de 1804, hijo de Manuel Ruiz y Agustina López. De
niño demostró gran amor a los pobres, de religioso tuvo un especial amor al
recogimiento y a la oración, auténtico hermano menor, luego sacerdote de
Cristo.
En 1831 partió para la Tierra Santa,
aprendió pronto la difícil lengua árabe luego se dedicó a la predicación de la
divina Palabra, a la instrucción de los niños, a quienes amaba con amor de
predilección. Durante su permanencia en Tierra Santa vivió en Ramieh y en
Jaifa, pero donde más realizó su fecundo apostolado fue en Damasco, ministerio
pastoral que coronó con el martirio.
Una virtud brilló en él en forma singular:
la paciencia, hasta el punto de ser apodado “Padre paciencia”. Este es el más
bello elogio que se pueda hacer de él y que resume muchas otras virtudes. Más
de una vez debió regresar a su patria por motivos de salud. Lo encontramos
también en Italia, en el convento de San Francisco de Lucca; los
religiosos de esta comunidad quedaron edificados de él, admiraron sus virtudes
poco comunes, especialmente su carácter humilde y jovial.
Después de 29 años de vida misionera, este
digno seguidor de San Francisco tuvo la dicha del martirio, el primero
entre sus cohermanos subía al cielo enrojecido con su propia sangre derramada
con generosidad y fortaleza. El ejemplo del superior fue imitado luego por los
cohermanos e hijos espirituales.
El 10 de julio de 1860 el Beato Manuel fue asaltado por los drusos.
Después de haber consumido las Sagradas Especies, para que no cayeran en manos
de los musulmanes que las habrían profanado, repitió impertérrito las frases de
los primeros héroes de la fe: “Soy cristiano, religioso franciscano y sacerdote
de Cristo. Quiero morir como cristiano, como religioso franciscano y como
sacerdote de Cristo”. Apoyando la cabeza sobre la mesa del altar, dijo:
“Procedan. Estoy listo a dar mi vida por Cristo!”. Bajo repetidos golpes de
cimitarra, su cabeza rodó por las gradas, como verdadero mártir de Cristo y de
la Eucaristía. Tenía 56 años. La sangre del generoso héroe consagró más aquel
altar sobre el cual tantas veces había consagrado la víctima divina. También el
evangeliario, escrito en árabe, del cual el santo religioso se había servido
para leer a sus hijos espirituales la palabra de Dios, fue manchado con su
sangre, preciosa reliquia que en el día de su solemne beatificación en Roma el
10 de octubre de 1926 por Pío XI, fue expuesta a la veneración de los fieles en
San Pedro, el máximo templo de la cristiandad.
Julio 8: Santos
Gregorio Grassi, Francisco Fogolla, Obispos, Elías
Facchini, Teodorico Balat, sacerdotes, Andrés Bauer, No
clérigo, Mártires en Shansi († 9 de julio de 1900);
Beatificados por Pío XII el 24 de noviembre de 1946. Canonización: Juan Pablo
II, octubre 1 de 2000.
El obispo Gregorio Grassi (1833‑1900)
es el jefe del grupo de los 28 mártires de la fe caídos bajo la espada de los
boxers el 9 de julio de 1900 en Ta‑yuen‑fu. Noble figura de religioso,
misionero y obispo. Nació en Castellazzo Bormida, (Alessandria), el 13 de
diciembre de 1833, hijo de Juan Bautista y Paola Francisca Mocagetta.
Consagrado a la Virgen por su madre para que lo protegiera toda su vida.
El 2 de noviembre de 1848 ingresó al
noviciado en Montiano (Forlì). El 17 de agosto de 1855, terminados los estudios,
fue ordenado sacerdote. Pidió ser enviado a las misiones. Dos años después
estaba en el colegio misionero de San Bartolomé all’Isola en Roma,
preparándose para las misiones de China, hacia donde partió hacia fines de
1860. Visitó devotamente la Tierra Santa y llegó a Schang‑tong. Durante 40 años
ejerció su dinámico apostolado, primero como misionero, luego, en 1876, como
Obispo coadjutor con derecho a sucesión, y en 1891 como Vicario Apostólico del
Shansi septentrional, donde dio notable desarrollo a la conquista misionera.
Hablaba perfectamente el chino. Fue rector
del seminario indígena. Las visitas pastorales a las numerosas pequeñas
comunidades cristianas distantes a veces hasta 450 kilómetros, hechas con
diligencia, por caminos en extremo difíciles. En 1878 una terrible carestía,
seguida de graves epidemias, con siete millones de víctimas, entre ellos 4.000
cristianos. También él sufrió el mal, infectado en la asistencia a los
enfermos, pero se curó milagrosamente, y reinició sus recorridos apostólicos
consolando, alentando, ayudando generosamente. En 40 años de misión, construyó
60 iglesias, entre ellas el santuario de Santa María de los Angeles, a 2.000
metros de altura. Asiduo en el confesionario y en la catequesis de niños y
adultos, en la asistencia a los pobres y necesitados y en la defensa y apoyo a
los misioneros. Dedicaba largas horas a la oración y meditación. Pensaba volver
a Italia para recobrar las energías, pero otro viaje lo esperaba: el martirio.
Tenía 67 años.
Francisco Fogolla (1839‑1900). Obispo coadjutor de Mons. Grassi. Nació en Montereggio di
Mulazzo, región situada en los Apeninos de Lunigiana, hijo de Joaquín e Isabel
Ferrari, el 4 de octubre de 1839 y fue llamado así en honor de
San Francisco de Asís. En 1858 recibió el hábito franciscano y profesó en
1859, fue ordenado sacerdote el 4 de octubre de 1863. En 1866 se embarcó para
China. Se detuvo en Palestina un año para visitar los Santos Lugares y
prepararse espiritualmente. El 11 de febrero de 1868 llegó a China y se dirigió
a Ta‑yuen‑fu donde fue acogido con gran alegría por el Vicario Apostólico,
Mons. Mocagatta. Su celo suscitó la admiración de los fieles y el odio de los
adversarios. Tuvo un extraordinario conocimiento del idioma chino. Después de
siete años fue nombrado rector del seminario y Vicario General de la misión de
Lun‑ganfu. Era un año de carestía y la gente desnutrida y hambrienta moría de
hambre en las casas, en las calles y en los campos. El misionero pidió y obtuvo
recursos de Europa a cambio de estatuillas de bronce y objetos artesanales
locales que recibió de sus feligreses y envió a París; así fue para todos
amoroso dispensador de ayuda. Con ocasión de la Exposición misionera
internacional de Turín, viajó con cuatro seminaristas, recorrió a Francia, Bélgica
e Inglaterra en busca de ayuda. En París lo sorprendió la noticia de su
nombramiento como obispo auxiliar de Tayuenfu, y allí mismo fue consagrado el
24 de agosto de 1898. Regresó a China con siete Franciscanas Misioneras de
María para el orfanato. Entregado a su nuevo trabajo lo sorprendió la
persecución: fue decapitado por los boxers. Sus últimas palabras fueron: “Nunca
he hecho mal a nadie, en cambio he hecho el bien a muchos”. Era el 9 de julio
de 1900. Tenía 61 años de edad, 30 de misionero y dos de obispo.
Elías Facchini, sacerdote de la Primera Orden (1839‑1900). José Pedro Facchini nació
en Reno Centese, provincia de Ferrara, en 1839. Hijo de Francisco y Mariana
Guaialdi. Los compañeros lo apodaban “el loco Facchini”. Cuando se regó la
noticia de que se haría fraile, una viejecita exclamó: “Si ese se hace fraile
me hago cortar la cabeza”. Poseía un carácter jovial y chistoso pero al mismo
tiempo generoso y cándido. Profesó el 1 de noviembre de 1859, ordenado
sacerdote en diciembre de 1864 en Ferrara. Su sueño era el apostolado misionero
y ansiaba partir para China, a donde llegó en 1868 con otros cinco cohermanos
con quienes compartía sus anhelos, sus fatigas y también las alegrías de la
evangelización.
Su primer campo de apostolado fue Ta‑cong‑fu.
Por 20 años fue rector del seminario de nativos y enseñó desde las clases
elementales hasta las de teología. Trabajaba intensamente, dormía sólo cuatro
horas por noche. Escribió textos de filosofía para los seminaristas y obras de
formación espiritual, que infortunadamente desaparecieron en la persecución de
1900. Fue nombrado superior y maestro de novicios en el primer nuevo convento
franciscano y también allí, como trabajador incansable, hacía miles de cosas
con una facilidad asombrosa. Después de cuatro años, fue llamado nuevamente a
tomar la dirección del seminario mayor de Ta‑yuen‑fu; vivía habitualmente en
oración. En él admiramos al auténtico franciscano de vida austera, el rector de
seminario sabio y prudente que formó para la vida cristiana y para el
sacerdocio a numerosos jóvenes, el misionero incansable en la conversión de los
infieles, el escritor iluminado que preparó y escribió textos de estudio y de
formación religiosa. Cuando sufrió el martirio tenía 61 años, de los cuales
había pasado 33 en la vida misionera en China.
Teodorico Balat. Mártir en China, sacerdote de la Primera Orden (1854‑1900). Nació el 23
de octubre de 1854 en San Martín de Tours, Francia. Hijo de Juan Francisco
y Rosa Taillefer. Entró en el seminario de Lavour, y a los 20 años en el de
Albi. Era de carácter inquieto y a ratos intratable. En 1880 ingresó en la
Orden de los Hermanos Menores en Pau, Francia, pero al decretarse el destierro
de los religiosos debió terminar el noviciado en Inglaterra, donde permaneció
en el convento de Woodlands por 4 años, pero la vocación misionera lo
entusiasmaba y decidió partir para China. Antes visitó los lugares
franciscanos, La Verna y Asís, y luego la Tierra Santa. Allí su salud, ya
frágil, empeoró: fiebre y fortísimos y agotadores espasmos al estómago, pero se
alivió rápidamente. Llegó a Ta‑yuen‑fu, el 1 de diciembre de 1885. Aprendió
admirablemente bien la difícil lengua. Siempre estuvo lleno de juvenil
entusiasmo, activo, incansable. Luego fue llamado a Tong‑el‑kou, como maestro
de elemental de una veintena de nativos, luego maestro de novicios. Fue luego
nombrado ecónomo de la misión y director espiritual de las hermanas. Cuando
estalló la revolución le aconsejaron huir, pero él respondió que su deber era
permanecer en su puesto de responsabilidad. Así cuando la soldadesca furibunda
entró en la residencia misionera, él bendijo a las hermanas y se enfrentó a la
muerte.
Andrés Bauer. Religioso de la Primera
Orden (1866‑1900). De Guebwiller, en Alsacia, fue el sexto de 8 hermanos y
nació el 24 de noviembre de 1866, hijo de Lucas y Lucía Moser. Hombre simple,
sin malicia, es recibido en la Orden de los Hermanos menores en calidad de
religioso no clérigo en Clevedon, Inglaterra, el 12 de agosto de 1886. Pronto
la ley militar de su país lo reclamó a Francia y él, vistió el uniforme militar
por tres años. Luego, en vista de la necesidad de sus padres, decide ayudarles
por un tiempo. Al prolongarse éste, la piadosa madre le dice: “Andrés, sigue tu
vocación. No te preocupes por nosotros, la Providencia nos asistirá”. “No te
demores para responder al Señor, que el mundo no quiere saber más de ti”. En
1895 vuelve a tomar el hábito en Amiens. Luego fue destinado a París, donde
Andrés se entusiasma por el ideal misionero; Monseñor Francisco Fogolla, que se
preparaba para la consagración episcopal, lo recibió para su vicariato en
China. El 4 de mayo de 1899 Andrés se encontraba ya en China, listo a convertir
muchos infieles. Servicial con todos, no sabía estarse quieto sino en la
oración. Su vida misionera fue de sólo 14 meses, donde le encomendaron el
dispensario de los hombres. Fue un enfermero apasionado, un verdadero
samaritano. Cuando antes de ser herido, un soldado chino se presentó para
atarle los brazos, el mártir hizo una profunda inclinación y le dijo: “Nunca he
hecho la postración a ningún chino, pero no puedo rehusártela a ti, que vienes
a abrirme las puertas del Paraíso!”. Sereno y cantando el salmo: “Alabad al
Señor todas las naciones...”, se encaminó hacia la hermana muerte, que vino a
su encuentro con la decapitación. Tenía 34 años.
Julio 9: San Nicolás
Pick. Sacerdote y mártir en Gorcum, de la Primera Orden (1543‑1572).
Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Nicolás Pick nació en Gorcum el 29 de
agosto de 1543 de familia de príncipes venida a menos, hijo de Juan y Enrica
Calvia. Su padre era apegadísimo a la fe católica y en varias circunstancias se
distinguió por su celo contra los errores del calvinismo que invadía a Holanda.
El futuro mártir fue enviado a estudiar en un colegio en Bois‑le‑Duc. Apenas
terminados los estudios pidió y obtuvo ser recibido en la Orden de los Hermanos
Menores, recibió el hábito, hizo el noviciado, profesó y luego fue enviado a la
célebre universidad de Lovaina para completar los estudios de filosofía y teología,
mereciendo los más altos elogios de sus profesores, en especial del rector,
Padre Adan Sasbouth.
En 1558, habiendo crecido en la escuela de
los santos y ardiendo en seráfica caridad para con Dios y para con los
hermanos, fue ordenado sacerdote. De inmediato se dedicó a la predicación del
mensaje evangélico, recorriendo las principales ciudades de Holanda y Bélgica,
combatiendo en todas partes la herejía, fortaleciendo a los fieles en la fe
católica, reconduciendo a Dios una verdadera multitud de pecadores y a la
Iglesia Católica a muchos calvinistas. Por todos era venerado y estimado como
auténtico apóstol de Cristo. Fue elegido guardián del convento de Gorcum y supo
transformar aquel lugar en un seráfico cenáculo de virtudes, de oración, de
ciencia y de santidad.
En Nicolás brillaba la angelical pureza de
alma. Alimentaba una filial devoción a la Santísima virgen reina de los ángeles
y madre de los creyentes. Consideraba perdido el día en que no hubiera ofrecido
un homenaje de piedad o sobre todo algún sacrificio por amor de la Virgen. Cada
día, además del oficio divino, recitaba la corona franciscana de ls siete
alegrías de María Santísima. La recitación del rosario era para el piadoso
religioso la credencial de reconocimiento que marcaba su tierno amor hacia la
Madre celestial, era la expresión genuina de su piedad serena y jovial.
En Gorcum trabó amistad con el santo
párroco Leonardo Wechel, en cuya compañía en 1572 habría de compartir las duras
batallas por la fe y el supremo triunfo del martirio.
En 1572 las herejías de Lutero y Calvino ya habían apartado de la
Iglesia a una gran parte de Europa. En Holanda los calvinistas conquistaban
poco a poco el poder y perseguían a los católicos. En Gorcum comenzó la vía
dolorosa de nuestros mártires y se ejecutó en Brielle, en presencia del cruel
Lumay. San Nicolás habló varias veces a sus conciudadanos ante la
inminencia del martirio para prevenirlos contra los errores calvinistas,
demostrando con sólidos argumentos la presencia real de Jesús en la Eucaristía
y el primado del Sumo Pontífice, dogmas negados por los calvinistas. El 9 de
julio de 1572 el Santo subió al patíbulo y no cesó de bendecir a Dios. El lazo
le quitó la voz y le tronchó la vida, a los 38 años de edad.
Julio 10: Santa
Verónica Guiliani. Mística y religiosa de la Segunda Orden (1660‑1727).
Canonizada por Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839.
Verónica Giuliani nació en Mercatello,
cerca de Urbino, hija de Francisco Giuliani y Teresa Mancini el 27 de
diciembre de 1660, última de siete hermanas, de las cuales dos murieron estando
todavía de brazos, tres monjas clarisas en Mercatello, una clarisa capuchina en
Città di Castello y una permaneció en el mundo. Alrededor de la niña
acontecieron hechos prodigiosos tales que indicaban en la pequeña Verónica una
extraordinaria precocidad en la gracia. No ordinaria fue la educación
espiritual de la niña por parte de la madre, mujer de profunda sensibilidad
cristiana. La madre, al morir, dejó a sus hijas una herencia mística: las
llagas del Señor, una para cada una. A Verónica, que apenas tenía cuatro años,
le tocó la del costado, la más cercana al corazón de Jesús.
A los diecisiete años precisamente cuando
el mundo se le ofrecía con todos sus ardientes halagos, la más joven de las
hermanas Giuliani abandonó su cómoda casa, la vida libre, la condición
acomodada, e ingresó entre las clarisas del convento de las capuchinas de Città
di Castello. sepultada viva entre las pobrísimas hijas de Santa Clara, se
preparó para santificarse en el silencio y en la humildad con sus cohermanas.
Encerrada en los muros del claustro, la joven mostró los signos de una
excepcional predilección de parte del Esposo celestial. Devota de la Pasión,
revivía puntual y visiblemente los sufrimientos de la misma. Tuvo la frente
llagada por una corona de espinas invisible, un viernes santo fue traspasada
por las heridas de las llagas.
Frente a signos extraordinarios que iban
presentándose en su vida, sospechando que podría tratarse de formas de
ostentación o maquinaciones diabólicas, por comprensible prudencia, los
superiores mantuvieron a la hermana en total reclusión. Le prohibieron
cualquier contacto con el exterior, y la invitaron a obedecer a una hermana
conversa. El Santo Oficio, al conocer informaciones sobre el caso, le hizo
suspender la comunión eucarística, además del aislamiento total del resto de la
comunidad. Todo esto fue aceptado por ella humildemente, como signo de
predilección divina… Consciente de las turbaciones místicas que se agitaban en
su penitente, el confesor impuso a Verónica llevar un diario espiritual. Así,
día a día, por más de treinta años, la clarisa narró minuciosamente en aquel
diario sus sufrimientos y sus alegrías, sus oraciones y sus abatimientos. De
aquellas hojas escritas sin artificio y que el confesor le prohibía releer, se
formaron 44 gruesos volúmenes. Aun hoy las páginas de Verónica Giuliani pasan
entre las más bellas de la literatura mística en Italia. Igualmente
interesantes son los testimonios que nos han llegado sobre ella, sobre su vida
y sobre sus actitudes para con las demás hermanas.
“Hoy se me ha renovado el dolor en las manos, los pies y el corazón, y
he pasado una noche preciosa, toda ella llena de penas y tormentos. Gracias a
Dios. … Esta mañana hice la santa Confesión y creo que me ha fortalecido para
sufrir más” (Del “Diario” autobiográfico). Pasó su vida en la oración y en la
contemplación, proponiéndose conformarse cada vez más a Cristo Crucificado. Por
su amor al misterio de la Cruz tuvo el don de los estigmas. En el monasterio
ejerció todos los oficios: cocinera, despensera, guardarropera, enfermera,
tornera, panadera, maestra de novicias por treinta y tres años hasta su muerte,
abadesa por once años. La heroicidad de sus virtudes superó todas las sospechas
y maquinaciones siniestras en su contra. Uniendo su martirio interior al de
Cristo, sufrió un ataque de apoplejía el 6 de junio de 1727, pasó de esta
vida a la patria celestial el 9 de junio siguiente. Tenía 67 años. Su
cuerpo reposa en la iglesia del Monasterio de Città di Castello.
Julio 11: San Juan
Wall. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1620‑1679). Canonizado
por Pablo VI el 25 de octubre de 1970.
Juan Wall nació de una familia católica
buena y acomodada en 1620 en Chingle Hall, cerca de Preston, Inglaterra. en
1641 ingresó en el colegio inglés de Douai, donde recibió la ordenación
sacerdotal en 1645. Después de un breve período de misión en Inglaterra, volvió
a Douai para tomar el hábito de los Hermanos Menores en el convento de
San Buenaventura y tomó el nombre religioso de Fray Joaquín de Santa Ana.
Fue muy apreciado por sus óptimas cualidades, y cinco años más tarde se
reincorporó a la misión inglesa y se estableció con el seudónimo de Francis
Webb, en Harvington Hall en el condado de Worcester; allí pudo ejercer con
tranquilidad por más de 22 años el ministerio pastoral con gran utilidad para
los católicos del lugar.
En diciembre de 1678 fue capturado
inesperadamente, en la época de la presunta conjura papista montada por Titus
Oates. Juan Wall rehusó decididamente prestar el juramento de supremacía, por
lo cual fue recluido en la prisión de Worcester, donde permaneció por 5 meses
entre acerbos sufrimientos, soportados con gran fortaleza de ánimo.
El 25 de abril de 1678 fue procesado por el
juez Atkins y condenado a muerte bajo la acusación de traición, en cuanto
sacerdote ordenado en el extranjero que había vuelto a ingresar en el reino
para desarrollar allí una actividad sacerdotal. A pesar de ello fue enviado a
Londres para ser examinado por un tribunal especial. Exonerado por los jueces
del cualquier participación en la conjura papista, fue nuevamente condenado a
la pena capital por su calidad de sacerdote católico. Devuelto a Worcester para
la ejecución, ésta tuvo lugar el 22 de agosto de 1679. Antes de subir al
patíbulo, Juan Wall escribió un largo discurso, en el cual trató de su proceso
y de su condenación y lo entregó a un amigo para que lo hiciese imprimir;
efectivamente fue publicado en Londres en 1679.
Unica víctima que sufrió el martirio por la fe en Worcester, Juan
Wall fue asistido en los últimos días por su cohermano Padre Guillermo Leveson.
Los restos mortales del heroico confesor de la fe fueron sepultados en el
cementerio anexo a la iglesia San Osvaldo de Worcester, mientras que su
cabeza fue llevada al convento de los franciscanos de Donai, al cual pertenecía
el mártir; allí se conserva y se venera todavía. Juan Wall tenía 59 años de
edad.
Julio 12: San Juan
Jones. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1559‑1598). Canonizado
por Pablo VI el 25 de octubre de 1970.
Después de haber separado la Iglesia de
Inglaterra de la Iglesia de Roma, el rey Enrique VIII persiguió a los católicos
que no le reconocían el derecho a proclamarse cabeza de una religión de Estado.
Bajo él cayeron, entre otros, el Obispo San Juan Fischer, el canciller
Santo Tomás Moro, el Beato Juan Forest, San Juan Jones y San Juan
Wall. A los católicos se les prohibía toda actividad religiosa.
Bajo estas leyes vino a caer en
1596 Juan, de la familia galesa Jones, el cual, habiendo crecido en un ambiente
católico y educado religiosamente, había entrado en la Orden de los Hermanos
Menores. Al destacarse entre sus cohermanos por su sencillez y espiritualidad,
fue enviado a Roma, al convento franciscano de Aracoeli, en Campidoglio.
Hubiera podido permanecer en Italia viviendo tranquila y santamente. Pero él
mismo pidió regresar a Inglaterra, y no precisamente a Gales, donde había mayor
tolerancia religiosa, sino a Londres, el centro irradiador de la reforma
anglicana.
En Londres logró realizar por algún tiempo
su actividad misionera bajo el falso nombre de Juan Buckley, hasta que cayó en
manos de uno de los llamados “Cazadores de sacerdotes”. Fue torturado
cruelmente y mantenido en prisión dos años en espera del juicio.
Finalmente en julio de 1598 tuvo lugar el
proceso del fraile franciscano acusado de haber sido ordenado sacerdote en el
extranjero y haber regresado ilegalmente a Inglaterra para sublevar al pueblo.
El fraile se defendió brevemente: “Soy religioso franciscano y sacerdote de
Cristo, vine a Inglaterra para conquistar el mayor número posible de almas para
Jesús. Si esto es un delito, soy el primero en acusarme y estoy listo para dar
la vida por la fe católica y por el primado del Romano Pontífice”.
Era la confesión que ellos esperaban, y de inmediato fue emitida la
condena, que debía ejecutarse fuera de la ciudad, en el camino recorrido en la
Edad Media por los peregrinos que visitaban la tumba de otro famoso mártir
inglés, Santo Tomás de Cantorbery, víctima, cuatro siglos antes, de la intolerancia
de otro Rey. La ejecución debía llevarse a cabo rápidamente, sin mucha
publicidad, pero un contratiempo grotesco desbarató los planes de los
perseguidores. El verdugo había olvidado el lazo y hubo de demorarse una hora.
Desde el carruaje de los condenados Juan Jones pudo así hablar serenamente al
pueblo que se había reunido a su alrededor, afirmando haber orado todos los
días por el retorno del pueblo inglés a la unidad de la Iglesia católica y por
la salvación de la reina de Inglaterra. Tenía 39 años.
Julio 13: Beata
Angelina de Marsciano. Viuda, religiosa de la Tercera Orden (1377‑1435).
Fundadora de las Hermanas Terciarias Franciscanas Regulares. Aprobó su culto
León XII el 8 de marzo de 1825.
Angelina, hija de los condes de Marsciano,
fundadora de la Tercera Orden Regular femenina, nació en 1377 en el castillo de
Montegiove cerca de Orvieto. A los 12 años quedó huérfana de madre, hizo el
voto de virginidad y, cuando en 1393 su padre la obligó a casarse, Dios le
envió la misma noche de las bodas a su Angel para protegerla. Sorprendida por
su esposo en conversación con el celestial mensajero, le reveló el secreto de
su alma pura y él juró imitarla. A la vuelta de un año, al quedar viuda,
Angelina distribuyó todos sus bienes entre los pobres y vistió el humilde sayal
de San Francisco, haciéndose promotora de la virginidad y de la pureza de
costumbres. Fue seguida por otras muchachas, que abandonaron el mundo para
seguir al Señor. Pero el asunto suscitó las iras de los Feudatarios, que
indujeron a Ladislao, rey de Nápoles, a decretarle el destierro junto con sus
compañeras.
Habiendo partido con éstas de Civitella, el
31 de julio llegó a Asís y fue a visitar las tumbas de San Francisco y
Santa Clara. De allí se fue a Foligno, donde en 1397, con sus compañeras emitió
los tres votos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad. Así surgía el
primer núcleo de Hermanas Terciarias Franciscanas Regulares. Al primer
monasterio dedicado a Santa Ana, le siguieron otros: en Asís en 1421, en
Viterbo en 1427, en Florencia en 1429, en Rieti y en otros lugares. En 1430 el
Papa Martín V, que había reunido todos estos monasterios bajo una única
superiora general, puso la nueva institución bajo la jurisdicción de los
Hermanos Menores, asignándole como finalidad específica la educación e
instrucción de la juventud femenina.
Angelina, al sentir acercarse la última
hora, quiso hacer la confesión general. Recibió devotamente los últimos
sacramentos y exhortó a sus hijas a observar fielmente la regla franciscana.
Después de haberles dado la última bendición, entró en un éxtasis delicioso. Su
alma pasó de las dulzuras del éxtasis a las alegrías embriagadoras del Paraíso,
donde se unió con la falange celestial de las vírgenes alrededor del trono del
Cordero sin mancha. Murió en el monasterio de Santa Ana de Foligno el 14 de
julio de 1435, a la edad de 58 años. Su rostro se puso brillante con un
esplendor maravilloso, y su celda se llenó de un aroma celestial. Se le
hicieron solemnes funerales con participación del Obispo y de todas las
autoridades, y fue sepultada en a iglesia de los franciscanos de Foligno. En
1492, al exhumar su cuerpo, fue hallado incorrupto. Colocado en una preciosa
urna fue colocado en un altar frente a la tumba de la célebre mística
franciscana Beata Angela de Foligno.
Julio 14: San Francisco
Solano. Sacerdote de la Primera Orden (1549‑1610). Canonizado por
Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726.
Francisco Solano, llamado el
San Francisco Javier de las Indias Occidentales, el apóstol de América del
Sur, el taumaturgo del nuevo mundo, nació en Montilla, España, el 10 de marzo
de 1549, hijo de Mateo Sánchez Solano y de Ana Jiménez, familia noble y
acomodada. A los veinte años vistió el hábito franciscano en el convento de
San Lorenzo de Montilla, profesó el 25 de abril de 1570. Siempre austero
en la observancia regular, continuó sus estudios de filosofía y teología en el
convento de Sevilla. Celebró su primera Misa el 4 de octubre de 1576, y en 1581
fue nombrado maestro de novicios en el convento de Arrizafa. Al desencadenarse
la peste bubónica en la ciudad de Montoro, se ofreció como voluntario para
asistir a los apestados, y después fue elocuente y apreciadísimo predicador
popular y apóstol entre los enfermos y encarcelados.
Para rehuir la veneración del pueblo pidió ir como misionero al Africa,
pero la obediencia lo destinó a América. El 28 de febrero de 1589 con once
cohermanos se embarcó y llegó a Cartagena, Colombia, de allí prosiguió hasta
Nombre de Dios, en Panamá, región que atravesó a pie para llegar a las costas
del Pacífico. En 1589, navegando hacia el Perú, después de un pavoroso
naufragio frente a la isla de Gorgona, Colombia, conservados salvos todos los
náufragos, entre ellos 80 esclavos negros, se constituyó en padre y protector
de aquellos náufragos y convirtió y bautizó a los negros. Tres meses más tarde
fueron recogidos por otra nave y transportados a Paita, en el norte del Perú.
Al llegar a Lima fue destinado a Tucumán, a tres mil kilómetros de distancia;
atravesó los Andes a pie o en una pobre cabalgadura. En Tucumán fundó las
misiones, de las cuales fue párroco misionero, ejerciendo un difícil pero
fecundo apostolado entre los indios, de los cuales se constituyó en
evangelizador, civilizador, pacificador y defensor, favorecido varias veces con
el don de lenguas. Entre sus actuaciones es célebre la pacificación de los
indios salvajes el jueves santo de 1591. Se le atribuyen 200.000 conversiones y
bautismos de paganos. En 1592 fue nombrado custodio visitador de las misiones
del Tucumán. En 1595 fue nombrado guardián del convento de Santa María de los
Angeles en Lima. En 1602 fue hecho guardián de Trujillo. Predicador enérgico e
inspirado, recorrió las calles y las plazas de las ciudades con el crucifijo en
la mano. Suscitaba tal conmoción que fueron numerosas las conversiones. Siempre
estaba alegre, recurría a menudo a la música de su violín para descanso
espiritual suyo, de sus cohermanos y especialmente de los indios. Es
sintomático el hecho de que dos Santos de nombre Francisco hayan marcado en Oriente
y Occidentes dos puntos cardinales de la acción misionera por medio de la
predicación del verdadero cristianismo, no el de los gobernantes ni el de los
mercaderes, de los explotadores y esclavistas. Lo que hizo San Francisco
Javier en las Indias Orientales, lo hizo San Francisco Solano en las
Indias Occidentales. Murió santamente en Lima el 14 de julio de 1610 a los 61
años de edad, mientras sus cohermanos, a petición suya, cantaban el Credo.
Julio 15: San Buenaventura
de Bagnoregio. Obispo, cardenal y Doctor Seráfico, de la Primera Orden
(1221‑1274). Canonizado por Sixto IV el 14 de abril de 1482.
Buenaventura nació en 1221 en Bagnorea, hoy
fracción de Bagnoregio. Su infancia está marcada por una intervención milagrosa
de San Francisco, como él lo declarará en dos ocasiones: “Mi madre, cuando
yo era todavía niño, hizo voto por mí a San Francisco, porque estando yo
gravemente enfermo, fui arrebatado a las fauces mismas de la muerte y
restituido sano y salvo al vigor de la vida”.
Entró joven en la Orden de los Hermanos
Menores y fue enviado a París, donde llegó a ser maestro de teología. Es
memorable la disputa sostenida en unión con Santo Tomás de Aquino en la defensa
de los derechos del los Frailes Mendicantes al estudio y a la enseñanza. Su
línea teológica fue acorde con la filosofía aristotélica, y ligada a la
filosofía platónica y a la teología agustiniana. Fue discípulo del gran
Alejandro de Hales, franciscano y después maestro en el estudio de la “Sorbona”
de París. Fue autor, como se sabe, de muchas obras de teología y de alta
mística y biógrafo de San Francisco.
En 1257 fue elegido ministro general de la
Orden, a la que rigió por 17 años en uno de los momentos más delicados de su
desarrollo, equilibrando con su prudencia las posiciones opuestas, con firmeza
y caridad grande. Promovió y llevó a cabo diversas actividades respecto a los
estudios, el minsiterio pastoral, la predicación y las misiones. Encargado por
el capítulo, escribió una nueva biografía de San Francisco, que fue
llamada “leyenda mayor”, leyenda en el sentido de que se debía leer en las
asambleas de los religiosos, destinada a sustituir todas las precedentes
hagiografías.
Hecho cardenal y obispo de Albano,
participó en el II Concilio ecuménico de Lion, y fue su mente directiva; murió
durante el concilio el 15 de julio de 1274. Sus numerosos escritos de teología,
mística, hagiografía y poéticos, unidos a la santidad de su vida, han hecho de
San Buenaventura uno de los grandes maestros de la espiritualidad
cristiana, y para la Orden Franciscana uno de los intérpretes más profundos del
mensaje de San Francisco. La humildad, la doctrina, la espiritualidad de
San Buenaventura, su sincero amor a Cristo, dejaron una impronta indeleble
en la piedad cristiana de la Edad Media y le merecieron el título de “Doctor
Seráfico”.
Es raro encontrar en la historia de la
Iglesia un Santo tan rico en todos los campos de la santidad, tan amado en
vida, y a través de sus palabras, a lo largo de los siglos. De inteligencia
sutil, de palabra fácil y persuasiva, transfunde en su enseñanza el calor de
sus convicciones maduradas en la experiencia y en la contemplación, y lleva al
amor de Dios, particularmente de Jesús Crucificado. El amor, o mejor, la
caridad está en la base de la doctrina bonaventuriana. Estando en la Verna
escribió el “Itinerarium mentis in Deum” (Itinerario de la mente hacia Dios).
San Buenaventura murió en Lión durante
el Concilio; tenía 53 años. Sepultado en la iglesia de San Francisco de Lión,
su cuerpo fue quemado por los hugonotes en mayo de 1562. Sixto V lo proclamó
Doctor Seráfico.
Julio 16: Memoria
de San Francisco de Asís. Aniversario de su canonización
(1228).
Dios había glorificado ya en vida a
San Francisco; después de su muerte se hizo célebre su sepulcro por los
numerosos y ruidosos milagros. El escritor franciscano Bartolomé de Pisa
describe los detalles de treinta casos de resurrecciones de muertos acaecidas
por la intercesión del Santo. Honorio III había dado disposiciones para que se
comenzaran los procesos para su canonización, pero el 18 de marzo de 1227 el
Pontífice murió. Su sucesor fue el cardenal Hugolino, amigo de
San Francisco y protector de la Orden, que tomó el nombre de Gregorio IX.
El prosiguió los procesos, que concluyeron rápidamente.
El 16 de julio de 1228 Gregorio IX se
trasladó a Asís y en la iglesia de San Jorge, ante los cardenales,
obispos, sacerdotes y un número grandísimo de hermanos franciscanos, de
hermanas clarisas y numerosísimo pueblo, procedió a la canonización: “Para
alabanza y gloria de Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la
gloriosa Virgen María, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, para honra de la
Iglesia Romana, queriendo rendir veneración en la tierra al Bienaventurado
Padre Francisco, a quien Dios ya ha glorificado en el cielo, oído el parecer
favorable de nuestros hermanos los cardenales y demás prelados, declaramos que
él debe ser inscrito en el catálogo de los Santos, y fijamos su fiesta para el
día aniversario de su muerte”.
El Pontífice entonó luego el “Te Deum”, que
continuaron todos los presentes con gran entusiasmo.
San Francisco: místico cantor de Dios
y de las criaturas, Santo del amor y de la fraternidad universal, renovador de
la sociedad en el espíritu del evangelio, estigmatizado en la Verna, desde el
16 de julio de 1228 ha sido presentado por la voz del Vicario de Cristo para la
imitación de todos los cristianos.
Una tumba gloriosa acogió las veneradas reliquias del Padre sobre el
monte del Paraíso en Asís. Sobre aquella tumba el genio de fray Elías realizó
el encanto de aquella triple, majestuosa basílica, donde el arte italiano surge
y se fortalece, donde el pincel de Cimabue, de Giotto y de los otros grandes
artistas italianos quiso rendir homenaje al Santo del amor y de la pobreza.
Sobre la tumba del Seráfico Patriarca sus hijos desde siglos son fervorosos
guardianes y vigilan al amado Padre en su sueño bienaventurado. Peregrinos de
todo el mundo acuden continuamente para alcanzar de San Francisco los
ejemplos y la fuerza para su propio itinerario espiritual hacia Dios en
conformidad con el Santo Evangelio.
Julio 17: Santa
María Magdalena Postel. Virgen de la Tercera Orden (1756‑1846).
Fundadora de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia.
Canonizada por Pío XI el 24 de mayo de 1926.
María Magdalena Postel nació el 28 de
noviembre de 1756 en Barfleur, Normandía, la mayor de siete hijos de Juan y
Teresa Levallois. Esta familia de campesinos acomodados y estimados fue para
ella la escuela de buen sentido y de tranquila piedad. A los nueve años hizo la
primera Comunión y emitió el voto de castidad. Muy pronto quedó huérfana de
padre y madre.
Hechos los estudios en la abadía de
Valognes, abrió en su región una escuela gratuita para niñas, para formar
mujeres y madres, capaces de dirigir hogares donde fuera agradable vivir. Pero
entonces estalla la Revolución Francesa. Las órdenes religiosas son suprimidas,
los sacerdotes que rehúsan prestar el juramento son desterrados, las iglesias
cerradas. En 1791 el obispo, para no dejar al pueblo sin sacramentos, autoriza
a María Magdalena a guardar en su casa la Eucaristía, distribuir la comunión y
celebrar otros ritos. Durante diez años es llamada “la virgen sacerdote” y
trabaja intensamente en el campo religioso, caritativo y educativo. Se salva
milagrosamente de diversas persecuciones. El Señor la favorece con carismas
especiales.
El 13 de febrero de 1798 se hace terciaria
franciscana. No cambia mucho su vida ascética; de San Francisco de Asís
aprende la generosidad en el amor a Dios y a los hermanos, el fervor en la oración,
iniciativas audaces en el apostolado. El 8 de septiembre de 1807, junto con
cuatro cohermanas, con la aprobación del obispo, dio comienzo en Cherbourg al
Instituto de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, con
una regla muy austera, con la misión de la enseñanza gratuita a las niñas.
A partir de 1838, superadas enormes
dificultades, el Instituto renueva su impulso. La santa está plena de
fortaleza: a pesar de las terribles privaciones que se había impuesto por toda
la vida, los cilicios, la cruz de madera sobre la que dormía, un único alimento
diario, los ayunos de cuatro días, ella pasaba vivaz en medio de las cohermanas
para alentarlas, dando pruebas de una caridad y dulzura sin par, de gran
perspicacia para descubrir y animar las vocaciones.
El 4 de julio de 1846 la santa se enfermó y murió, sencilla y sonriente.
Tenía 90 años. A su muerte había construido más de treinta y siete conventos e
iglesias, había fundado muchas otras, sin más recursos que su valentía y
dinamismo. El Instituto tenía 250 hermanas y veinte postulantes. En su tumba se
produjeron numerosos milagros.
Julio 18: Beato
Simón de Lipnica. Sacerdote de la Primera Orden (1435‑1482). Aprobó su
culto Inocencio XI el 24 de febrero de 1685.
Simón nació en Lipnica Murowana, en
Polonia, hacia 1435. Cuando niño era muy serio, de modo que parecía precozmente
maduro. Rehuía la compañía de los muchachos y se refugiaba en la iglesia a orar
a la Madre de Dios, a la cual tenía una especial devoción: se distinguía por la
piedad y el amor al estudio.
En 1454, terminados los estudios en la
escuela parroquial, se inscribió en la academia de Cracovia, que en ese
entonces gozaba de la presencia edificante de San Juan de Capistrano,
misionero y predicador que entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida
y sus predicaciones, y el 8 de septiembre de 1453 había fundado en Cracovia el
primer convento de Hermanos Menores dedicado a San Bernardino. La
enseñanza del Santo tuvo un influjo decisivo sobre el joven Simón, que le pidió
ser admitido en la convento.
En 1457, obtenido el bachillerato, ya no
pensó más en otros estudios e ingresó al convento de San Bernardino,
donde, hecho el noviciado, la profesión y los estudios respectivos, fue
ordenado sacerdote en 1465.
Ejerció el sacerdocio primero en el
convento de Cracovia, en 1465 era guardián en Tarnow y tomó parte en el
capítulo provincial de Cracovia; en 1467 está como predicador en el convento de
Stradom, donde adquirió fama de insigne orador, que explicaba con gran agudeza
los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras. Su palabra llena de ardor,
de fe, de sabiduría y siempre límpida, conmovía profundamente a los oyentes;
los pecadores más impenitentes volvían a casa con el propósito de enmendarse,
los otros abandonaban el mundo para servir a Dios. En 1463 desempeñó el oficio
de predicador en la catedral de Wawel. Su lema era: “orar, trabajar, esperar”.
En mayo de 1472 junto con un grupo de
religiosos polacos fue a Aquila para la solemne traslación del cuerpo de
San Bernardino de Siena de la iglesia de San Francisco al templo
erigido en su honor. En 1478 fue elegido definidor de Cracovia, tomó parte en
el capítulo general de Pavía, luego viajó a Roma y de allí a Tierra Santa. Esta
peregrinación era una penitencia y respondía a una necesidad de su vida
interior y su anhelo del martirio.
En julio de 1482 en Cracovia se desató una epidemia que duró hasta el
seis de enero del año siguiente y causó muchas víctimas. Cada día sucumbían más
de cien personas. Los franciscanos se prodigaron en la atención a los enfermos.
Simón no abandonó la ciudad sino que acudió en ayuda de los hermanos enfermos.
Con un acto heroico ofreció al Señor su vida para hacer cesar la grave
epidemia, y fue escuchado. A su muerte, la epidemia cesó. Enfermó gravemente, soportando
con extraordinaria paciencia terribles sufrimientos. Después de seis días de
enfermedad, el 10 de julio de 1482, con los ojos fijos en la cruz, entregó su
alma a Dios. Tenía 47 años.
Julio 19: Beato
Nicanor Ascanio, Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1814‑1860).
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Nicanor Ascanio nació en Villarejo de
Salvanes, provincia de Madrid, en 1814. A los 16 años tomó el hábito de los
Hermanos Menores, continuó sus estudios y se ordenó sacerdote. Fue director de
las Hermanas Concepcionistas y párroco en su tierra natal. Oración, penitencia,
celo de la gloria del Señor, deseo de consagrarse por entero a las misiones
hicieron de él un sacerdote modelo.
En los años juveniles había soñado en la
vida apostólica, el sacrificio y el martirio, pero durante 26 años esos deseos
se habían quedado en meros sueños. La venerable Sor María de los Dolores,
muerta con fama de santidad el 27 de enero de 1891, le había asegurado que Dios
lo quería misionero en Tierra Santa y mártir en la patria de Jesús. El Beato
Nicanor, obediente a la voz del cielo, muchas veces oída en sus largas horas de
oración, parte lleno de gozo para Tierra Santa, tierra que sería para él teatro
de dinámico apostolado, de luchas, de sacrificios y de martirio.
Llegado a Jerusalén, oró intensamente junto
al Santo Sepulcro, el Calvario y Getsemaní, en la gruta de Belén y en todos los
demás santuarios. Fue enviado a Damasco para aprender la lengua árabe bajo la
dirección del Beato Carmelo Volta, cuando se avecinaba la persecución
religiosa.
El 10 de julio de 1860 los musulmanes lo
conminaron a renunciar a la fe cristiana y abrazar la religión de Mahoma si
quería salvar su vida. Nicanor, todavía poco conocedor de la lengua árabe, no
comprendió de inmediato lo que se le pedía, pero en cuanto lo pudo entender,
respondió enérgicamente: “Soy cristiano, mátenme. Yo creo en Cristo y no en el
profeta Mahoma!”. Al instante fue asesinado cortándole la cabeza. Así se
cumplieron las voces misteriosas que había escuchado muchas veces en su corazón
y la profecía de la hermana concepcionista María de los Dolores.
Fue un episodio tristísimo, debido más que todo al fanatismo y a la
crueldad de los drusos, los cuales la noche entre el 9 y el 10 de julio en
Damasco hicieron una irrupción en el convento de los franciscanos, en el barrio
cristiano, centro reconocido y floreciente. También se habían refugiado dentro
tres cristianos maronitas, martirizados junto con los ocho franciscanos.
Nicanor en el momento del martirio tenía 46 años.
Julio 20: Beato
Nicolás María Alberca y Torres (1830‑1860). Sacerdote y mártir de la
Primera Orden. Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Nicolás Alberca es el más joven de los
Mártires de Damasco. Nació en 1830. Entró en la Orden a los 25 años; después
del noviciado y de los respectivos estudios fue ordenado sacerdote. El 27 de
enero de 1859 partía como misionero para Tierra Santa, el 10 de julio de 1860
partía para el cielo redimido por la corona del martirio.
Fue religioso solamente 5 años, pero
franciscano de toda una vida, pues su lema fue el de San Francisco, “Mi
Dios y mi todo”. Cuando manifestó su voluntad de irse como misionero, se
preparó para ello en el colegio de Priego junto con otros religiosos mártires
como él en Damasco: Pedro Soler y Nicanor Ascanio. La santa educación recibida
en la familia (de los 10 hermanos 6 se consagraron a Dios) lo llevaba a
afirmar: “Sufriré mil veces la muerte pero no traicionaré a mi Señor”, y a
prepararse casi conscientemente para el martirio. En 1859 Nicolás partió para
la misión de Damasco. En Siria y Palestina la vida de los cristianos estaba
constantemente en peligro: en efecto, los turcos preparaban una persecución
contra los cristianos para vengarse del tratado de París de 1856, que había abolido
las Capitulaciones. La intención de llevar a cabo una carnicería, era tan
patente, que el gran patriota argelino ‘Abd‑el‑kadir, retirándose a Damasco
después de una desesperada resistencia a la invasión francesa de su patria,
disgustado, decidió servirse de sus fieles para proteger a los cristianos. Sin
embargo, cuando el 9 de julio de 1860 se inició la cacería de los cristianos,
‘Abd‑el‑kadir no alcanzó a socorrer a los misioneros, que se habían encerrado
en el convento, fiándose de sus fuertes muros. En la noche del 9 de julio un
judío introdujo a los turcos en el convento por una puerta lateral, de la cual
nadie se acordaba. Nicolás fue bárbaramente asesinado de un tiro de fusil,
junto con los otros siete compañeros, la mañana del 10 de julio de 1860.
Unos meses antes del martirio Nicolás había
escrito una carta a su madre lejana, en la cual expresaba el deseo de volver a
verla todavía aquí en la tierra, siempre que esto fuera conforme a la voluntad
de Dios. Por lo que sabemos, el joven misionero precedió a su madre en el cielo
y sólo allí pudieron encontrarse nuevamente en un abrazo de santo y eterno
amor.
El martirio de Nicolás fue el más breve registrado en la historia de
nuestros mártires. Acosado por los musulmanes en un corredor, mientras la iglesia
y el convento eran envueltos por las llamas, cuando le intimaron renunciar a
Cristo para adherirse a Mahoma, respondió: “Sufriré mil veces la muerte, pero
no traicionaré a mi Señor”. Un tiro de fusil mató al inerme religioso que cayó
fulminado. Su deseo y presentimiento del martirio se hicieron así gloriosa
realidad. Tenía sólo 30 años.
Julio 21: San Lorenzo
de Brindis. Sacerdote, Doctor de la Iglesia, de la Primera Orden (1559‑1619)
Canonizado por León XIII en 1881.
Lorenzo Russo nació en Brindis el 22 de
julio de 1559. Al quedar huérfano de padre siendo niño aún, fue acogido por los
Hermanos Menores Conventuales, con quienes hizo sus estudios humanísticos. Al
morir también la madre, hacia los 14 años, abandonó el seminario y su ciudad
natal para irse a Venecia donde un tío paterno. Allí conoció a los Hermanos
Menores Capuchinos y pidió ser recibido en la Orden. Transcurrió el año de
noviciado en Venecia e hizo la profesión el 24 de marzo de 1578. Estudió la
lógica en Padua, y en Venecia filosofía y teología. Dotado de una excepcional
agudeza mental, y movido por una insaciable se de saber, se dedicó a profundos
estudios bíblicos. Estudió las lenguas bíblicas, en especial las lenguas
semíticas, que aprendió tan perfectamente que dejaba perplejos a los mismos
rabinos.
Ordenado sacerdote en Venecia el 18 de
diciembre de 1582, le encomendaron la enseñanza de la teología. Rápidamente,
por su ciencia sagrada y su santidad se ganó la estima de los doctos y de sus
cohermanos.
Dotado de una prodigiosa inteligencia y
memoria, unió a la preparación teológica un amplio conocimiento de las lenguas
antiguas y de las lenguas vivas. Y así pudo recorrer toda Europa llevando a
todas partes, en medio de las herejías, una sólida palabra de verdad, de
obediencia y de fe.
Elegido varias veces ministro provincial y
finalmente ministro general de la Orden, recorrió nuevamente a pie buena parte
de Europa en visita a sus cohermanos, edificando con el ejemplo de su vida y su
ardiente palabra. El secreto de sus inagotables recursos fue la tierna devoción
a la Virgen, cuya vida y privilegios describió con palabras ardientes. A la
actividad apostólica y paternal añadió la de escritor de numerosas obras
exegéticas, oratorias y apostólicas, especialmente contra los luteranos.
Clemente VIII lo llamó a Roma para enviarlo
a Hungría, a Bohemia, a Bélgica, a Suiza, a Alemania, a Francia, a España y a
Portugal. Predicador y embajador ante los soberanos de aquellas naciones
cristianas, que él animaba a la cruzada contra los turcos para frenar su
avance. Cuando el ejército cristiano en Hungría detuvo la difusión de la
Medialuna, Lorenzo se encontraba en medio de los soldados cristianos en la
victoriosa batalla de Alba Regale, incitando en todas las lenguas a defender y
salvar a la cristiandad. Después de la guerra, Pablo V lo envió como embajador
de paz entre las potencias cristianas siempre en discordia. Él conquistó el
ánimo inclusive de los más truculentos soberanos con su humildad, mansedumbre y
elocuencia de hombre habituado a la oración y a la penitencia. Se distinguió
por su vida santa, su fervor eucarístico y la devoción a María Santísima.
En 1619 emprendió su último viaje a la península ibérica para una misión
de paz ante el rey Felipe III. Murió en Belem, cerca de Lisboa, a los 60 años,
el 22 de julio de 1619. En 1959 fue proclamado “Doctor apostólico” de la
Iglesia por Juan XXIII.
Julio 22: Santa
Cunegunda Reina de Polonia. Virgen y religiosa de la Segunda Orden
(1224‑1292). Aprobó su culto Alejandro VIII el 11 de junio de 1690. Canonizada
por Juan Pablo II en 1999.
Cunegunda (Kinga) nació en 1224 hija de
Bela IV rey de Hungría y de Teodora Laskarysa, y fue hermana de las Beatas
Yolanda y Margarita. En 1238 fue dada como esposa al príncipe de Cracovia,
Boleslao el Púdico, a quien indujo a hacer voto de castidad junto con ella. En
la corte Cunegunda llevó una vida mortificada dedicando el tiempo libre de las
oraciones y ocupaciones domésticas a la asistencia a los enfermos y a los
pobres. Con el marido promovió la canonización de San Estanislao, Obispo
de Cracovia, asesinado en 1079, lo cual obtuvo en 1253.
La muerte del rey Boleslao en 1279 rompió
el único lazo que la unía al mundo y, rechazadas todas las propuestas de
dirigir los destinos del Estado, ingresó en el monasterio de las Clarisas en
Stary Sacz, fundado por ella con los bienes de su dote. Allí sus virtudes
brillaron en todo su esplendor. Cediendo a los insistentes ruegos de las
hermanas, asumió, aunque contra su deseo, las funciones de abadesa y, sin
embargo, se comportaba como si fuera inferior a todas, dando ejemplo de
profunda humildad. El descubrimiento del agua dentro del monasterio, que de
otra manera debían traer de lejos, se atribuyó a sus oraciones. A ella se debe
también el prodigioso descubrimiento de sal gema en Bochnia.
Su permanencia en el monasterio duró trece
años. Dulce y afable con las cohermanas, obedecía como si fuera la última de
ellas, escogía para sí los trabajos más humildes, como lavar la vajilla, asear
la casa y asistir a los enfermos. Cuando entró en el monasterio había dicho a
las religiosas: “Vengo a ustedes para ser sierva suya: olviden lo que he sido
en el pasado; y ténganme como una humilde religiosa más”. La oración y una
rigurosa penitencia eran su continua aspiración. La meditación de la Pasión del
Salvador la hacía derramar abundantes lágrimas y las llagas de Jesús eran
objeto de su especial devoción.
Como abadesa, Cunegunda dirigió la
comunidad con prudencia y caridad verdaderamente maternales, impulsando a las
cohermanas a la perfección más con el ejemplo que con las palabras.
Cuando en 1287 Polonia fue invadida por los tártaros, Cunegunda y sus 70
cohermanas debieron abandonar el monasterio y refugiarse en el castillo de
Pyiemin. Los tártaros llegaron también al nuevo refugio. Las hermanas, espantadas
se arrojaron a los pies de su Madre y se repitió el milagro de Santa Clara de
Asís. También aquí los agresores fueron detenidos por una fuerza invisible. Y
así, un tiempo más tarde pudieron las hermanas volver a su monasterio. Después
de un año de enfermedad, confortada con una aparición de San Francisco,
Cunegunda murió a los 68 años el 25 de julio de 1292.
Julio 23: Santa
Brígida de Suecia. Viuda, religiosa de la Tercera Orden (1302‑1373).
Fundadora de la Orden de las Hermanas de San Salvador. Canonizada por
Bonifacio IX el 7 de octubre de 1392.
Santa Brígida es la Santa nacional de
Suecia, gran figura de mujer que tuvo mucha influencia en la historia, en la
vida y en la literatura de su país. Fue popular también en Italia, porque vivió
23 años en Roma, donde murió a los 71 años dejando un brillante recuerdo de su
santidad.
Había nacido en 1302 de una familia
señorial y poderosa, ligada a la casa reinante de Suecia. En este ambiente pasó
gran parte de su vida, siempre con sincera piedad y alta espiritualidad. Una
tía austera y severa la educó después de la muerte de su madre, encaminándola
con firmeza hacia la perfección. A los 14 años se unió en matrimonio con Ulf
Gudmarsson. Tuvieron ocho hijos, a los cuales educó y formó espiritualmente. El
devoto fervor de la noble mujer sueca dio frutos espirituales, como la
santificación del esposo y la formación alrededor de ambos de un grupo de
sabios religiosos y teólogos cuya influencia reavivó en Santa Brígida el amor a
las Sagradas Escrituras y las obras de teología y mística, entre las cuales
prefirió las de San Bernardo de Claraval, el Doctor y poeta de la Virgen
María.
En la corte de Suecia, donde fue dama de la
reina Blanca de Namur su presencia constituyó un llamado a una fe más
profundamente vivida y a una caridad más generosa. Abandonó a Suecia para ir
con su esposo en peregrinación a Santiago de Compostela, el famoso Santuario
español. El largo viaje la puso en directo y palpitante contacto con los
problemas y las luchas que agitaban a Europa, como la guerra entre Francia e
Inglaterra y entre el Papa y el emperador. Sobre todo el hecho de que el Papa
de Roma se había retirado a Aviñón.
Brígida, confiando en la ayuda de Dios, se
propuso luchar contra estos y otros males. Después de la muerte de su esposo,
se retiró a la abadía de Alvastra, donde dictó a sus directores espirituales
sus célebres “revelaciones” (sublimes intuiciones e iluminaciones
sobrenaturales) que ella tuvo en una especie de éxtasis a lo largo de toda su
vida, recogidas luego en ocho gruesos y bellísimos volúmenes.
Se inscribió en la Tercera Orden
Franciscana y se esforzó por vivir la espiritualidad franciscana. Para lucrar
el año santo de 1350 Santa Brígida fue a Roma y de allí, donde existía una
colonia de devotos suecos, ya no se movió más, a no ser en los últimos años de
su vida, para una larga y fatigosa peregrinación a Tierra Santa.
Antes de dejar a Suecia había elaborado la regla de una comunidad
monástica de tipo cenobítico, inspirada en el culto mariano. Pero la aprobación
fue larga y difícil. En efecto, fue su hija, Santa Catalina de Suecia, la que
pudo dar vida al monasterio de San Salvador en Vadstena. Santa Brígida
murió en Roma en 1373, a la edad de 71 años.
Julio 24: Beata
Luisa de Savoya. Viuda, religiosa de la Segunda Orden (1462‑1503).
Aprobó su culto Gregorio XVI el 12 de agosto de 1839.
Luisa de Savoya nació en Ginebra el 28 de
diciembre de 1462, hija del Duque Amadeo IX y Yolanda de Francia. En 1479 se
casó con Hugo de Châlon Arlay, Señor de Château‑Guidon. Su vida en la corte, ya
como niña, ya como esposa, estuvo siempre marcada por una gran austeridad y una
profunda piedad. Enviudó en 1490 y dos años después se retiró al monasterio de
las Clarisas de Orbe, en el cantón suizo de Vaud, donando a aquella iglesia sus
propios bienes. En el ejercicio de las virtudes cristianas alcanzó un alto
grado de perfección.
Se sometía a las más duras penitencias:
todos los viernes se flagelaba, dedicaba largas horas a la oración, a media
noche se levantaba para rezar los Maitines, uniéndose en espíritu a la
recitación que hacían los Franciscanos del vecino convento.
Su vida fue un perfecto espejo de virtudes.
Su unión con Dios era continua, a menudo durante la oración derramaba lágrimas.
La prontitud de su obediencia era admirable. Amante de la pobreza, quería para
sí los vestidos más burdos. Su ambición era prestar ayuda y asistencia a las
cohermanas enfermas. En el monasterio buscaba para sí los trabajos más humildes
y pesados, como lavar la vajilla, ayudar a la cocinera o a la despensera,
barrer los corredores.
Tenía un gran amor por la Orden
Franciscana, y gran respeto y veneración por los Franciscanos, de los cuales
dependía la comunidad de Orbe. Cuando se celebró en Lausana el capítulo
provincial de los Hermanos Menores, muchos religiosos visitaron a la Beata
Luisa. Ella tuvo para todos una palabra para alentarlos a seguir más de cerca
el ideal franciscano. Estaba siempre contenta cuando pasaban religiosos por su
convento y se afanaba por que fueran bien tratados. Solía decir: “Pienso que el
buen Dios nos hace un gran favor cuando nos manda algún religioso para tener
conversación con nosotras o para confesarnos. Cuando veo uno de ellos me parece
ver a San Francisco en persona”.
Luisa es modelo de todos los estados de la
vida: de niña, de esposa, de viuda, y de virgen consagrada a Dios. Se durmió
dulcemente en el sueño de los justos el 24 de julio de 1503. Tenía 41 años. Su
cuerpo fue sepultado primero en el monasterio, y después, en 1531, trasladado
junto a la tumba de su esposo en Noxeroy para sustraerla a la profanación de
los protestantes. En 1842 sus reliquias fueron transportadas a la capilla real
de Turín.
=El mismo día: Julio 24: Beato
Modestino de Jesús y María, sacerdote, de la Primera Orden (1802‑1854).
Beatificado por Juan Pablo II en enero de 1995.
Nació en Frattamaggiore, Provincia de
Nápoles, diócesis de Aversa, el 5 de septiembre de 1802, hijo de Nicola
Mazzarella, cordelero, y Teresa Esposito, tejedora, humildes artesanos pero
ejemplares padres cristianos. Bautizado al día siguiente de su nacimiento con
el nombre de Domingo. Sirvió como monaguillo en la parroquia y ayudaba en el
culto a la Santísima Virgen Madre del Buen Consejo.
A los 16 años fue acogido gratuitamente en
el seminario de Aversa por el obispo Mons. Agostino Tommasi, al fallecer
trágicamente éste hubo de volver a casa, pero no descuidó sus estudios de
preparación para el sacerdocio. Atraído luego por la vida austera de los
Hermanos Menores del vecino convento de Grumo Nevaro, vistió el hábito
franciscano en el convento de Piedimonte Matese el 3 de noviembre de 1822, hizo
el noviciado en el convento de Santa Lucía al Monte, Nápoles, hizo los votos el
27 de noviembre de 1824, fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1827 en
la catedral de Aversa.
Dedicado a la predicación y al sacramento
de la reconciliación, fue guardián en varios conventos. En 1839 fue trasladado
al convento de Santa María della Sanità, en uno de los barrios más populares de
la ciudad de Nápoles, donde permaneció hasta su muerte, ejerciendo un
provechoso y admirable ministerio sacerdotal sobre todo a favor de los más
pobres y enfermos. Se distinguió sobre todo por su celo en la defensa de la
vida naciente y la difusión de la devoción a la Santísima Virgen bajo la
advocación de Madre del Buen Consejo, la devoción de su juventud.
Se integró con cristiana compasión en el
contexto social de su gente, y supo adaptar con formas adecuadas a la cultura y
a la mentalidad de su tiempo el eterno evangelio de la caridad y de la paz,
haciendo surgir del fondo del alma y del corazón del generoso pueblo napolitano
insospechadas energías espirituales y morales.
El 24 de julio de 1854, afectado por el
cólera contraído mientras asistía a las víctimas de esa epidemia, después de
haber pedido perdón a los hermanos e invocado con filial fervor a la Madre del
Señor, fue acogido por el Resucitado en el reino de los bienaventurados, con
gran pesar de sus beneficiados y de toda Nápoles. Modestino, con su vida de
apertura a las necesidades de los pobres y marginados de su tiempo, sigue
siendo un modelo sobre todo para los consagrados, y es un llamamiento a dar
testimonio con vigor y coherencia del evangelio de la caridad, e invita a los
jóvenes a responder con valor y entusiasmo a la invitación de Aquel que los
quiere hoy como colaboradores de Dios y testigos de su misericordia.
Julio 25: Beato Pedro de
Magliano. Sacerdote de la Primera Orden (1442‑1490). Aprobó su culto Clemente XIII
el 10 de agosto de 1760.
Pedro Corradini nació en Magliano,
provincia de Macerata en 1442. De Magliano pasó a Perusa para estudiar en la
universidad. A los veinticinco años se dejó convencer por un predicador
franciscano, el Padre Domingo de Leonissa. No lo siguió inmediatamente, pero
después de madura reflexión decidió abrazar también él la vida de pobreza y de
apostolado propuesta por los franciscanos. Suspendió su carrera inicial de
abogado, cuya láurea había obtenido en la universidad de Perusa. Pero
conquistado por la predicación de Fray Domingo de Leonisa, decidió hacerse
franciscano, abandonó sus sueños de grandeza y se deshizo de todo lo que podía
distraerlo en la nueva forma de vida y tomó el hábito de San Francisco en
1467 en el eremitorio de las Cárceles, de los Hermanos Menores.
Terminado el noviciado y ordenado sacerdote
se dedicó con particular empeño a la predicación, inicialmente como compañero
de San Jaime de la Marca por no menos de 20 años, en los cuales su palabra
docta, clara y fervorosa resonó en las principales ciudades de la Italia
central.
El principal propósito de los franciscanos
de la época era el de la predicación popular, en la cual muchos se destacaron
con éxitos estruendosos. Baste pensar en San Bernardino de Siena,
San Juan de Capistrano, San Jaime de la Marca, el los Beatos Alberto
de Sarteano, Mateo de Agrigento, Marcos Fantuzzi de Bolonia y muchos otros.
Precisamente con San Jaime de la Marca, medio siglo mayor que él, es jefe
de un verdadero equipo de predicadores volantes, Pedro de Mogliano fue
colaborador y discípulo, antes de llegar a ser predicador en propiedad y
afectuoso director de almas.
Con esta ocasión trabó amistad con el Señor
de Camerino, Julio César Varano y con su hija Camila Bautista Varano, clarisa
en el monasterio de la ciudad, a quien Fray Pedro orientó con santos consejos.
Su palabra docta y persuasiva penetraba las
mentes y tocaba los corazones más endurecidos, hasta inducirlos a la
conversión. Predicador en la isla de Creta, tres veces ministro provincial de
los franciscanos de las Marcas, una vez Ministro provincial en Roma, tuvo una
vida rica de satisfacciones humanas, además del gozo espiritual. Un día estuvo
a punto de morir sofocado en medio de una turba festiva que quería expresarle
su simpatía.
Enfermó el 2 de julio de 1490 y murió en la
noche entre el 24 y el 25 del mismo mes, murmurando los nombres de Jesús y de
María sereno y feliz, con la sonrisa que acompaña en la tierra y en el cielo el
paso de los justos. La primera y más célebre biografía suya fue escrita por la
Beata Camila Bautista Varano, la más preciosa gloria espiritual de Camerino.
Ella subraya la serenidad del Beato al acercarse la muerte, que se lo llevó
después de una muy dolorosa enfermedad que él soportó con paciencia y alegría,
tanto que un cohermano suyo presente exclamó: “Padre Pedro, tú te mueres
riendo!”.
Julio 25: Beatos Vicente Cabanes
Badenas y 18 Compañeros, Protomártires Terciarios Capuchinos de Nuestra
Señora de los Dolores, Amigonianos (1936):
(Fiesta: septiembre 22.
Se pueden distribuir en unas 3 fechas sucesivas para poder conocer mejor sus
vidas).
Beato Vicente Cabanes Badenas (1908-1936). Nacido en Torrent (Valencia) el 25 de febrero de 1908; se
hizo Terciario Capuchino el 15 de septiembre de 1923. Ordenado sacerdote el 12
de marzo de 1932. Estudia en la Universidad de Valencia y en el Instituto de Estudios
Penales. Ejerce su ministerio en las Escuelas de Reforma de Madrid y Amurrio
(Álava), alternando estudio, prácticas del gabinete de Psicología y dirección
espiritual de la Fraternidad. Detenido el 27 de agosto de 1936 por los
milicianos, lo trasladan a Orduña, Vizcaya, intentan hacerlo apostatar, y ante
la negativa se vuelven hacia Amurrio, lo hacen bajar del vehículo y lo abalean
dejándolo por muerto en el prado de San Bartolomé de Orduña. Malherido, logra
llegar a casa de un amigo, y es trasladado al hospital de Orduña, y de ahí al
de Basurto, donde fallece el domingo 30 de septiembre, confesado y
habiendo perdonado a sus asesinos. Se distinguió por su carácter apacible,
dulce y amable. Fiel al deber, entregado al apostolado de la reforma de la juventud
extraviada, con competencia y celo apostólico.
Beato Salvador Chirruiá Ferrándiz (Ambrosio
Ma. de Torrent) (1866-1936). Nacido en
Torrent (Valencia) el 16 de abril de 1866. Estudia en el Seminario diocesano de
Valencia, y siendo diácono ingresa a los Terciarios Capuchinos. Ordenado
sacerdote el 4 de abril de 1892, hace votos perpetuos el 5 de julio de
1898. Inclinado más a la obediencia que al mando, ejerce su ministerio
como consejero y director espiritual en la fraternidad, y confesor de religiosos
y alumnos. Sencillo, humilde, conciliador, pobre, obediente, silencioso, de
pocas palabras, profundamente piadoso, devoto de la Eucaristía, apóstol del
confesionario y director espiritual.
Apresado en la casa paterna el 21 de agosto
de 1936 junto con otros nueve terciarios capuchinos, llevan prácticamente vida
de comunidad en la prisión de La Torre, de su ciudad natal. El 18 de septiembre
de 1936 es ejecutado con siete religiosos y sacerdotes más en la partida de La
Mantellina o Puchá d’Alt. El P. Ambrosio muere bendiciendo a sus compañeros y
perdonando a los verdugos.
Beato José María Llópez Mora (Recaredo Ma.
de Torrent) Religioso coadjutor (1874-1936). Nacido en
Torrent (Valencia) el 22 de agosto de 1874. Ingresa a la Congregación el 21 de
junio de 1889, emite los votos perpetuos en 1896. Trabaja en diferentes
escuelas de reeducación de los jóvenes desadaptados. Pasó los últimos años de
su vida en el convento de su pueblo natal, dedicado al catecismo, a fundar
escuelas nocturnas para pobres y a obras de caridad. Sencillo, cordial,
humilde, amable, de gran espíritu franciscano de minoridad, oración y trabajo.
Expulsado violentamente del convento junto
con toda la Fraternidad, se refugia en casa de una sobrina, donde es detenido
el 4 de agosto de 1936 y llevado a la prisión de La Torre. El 18 de septiembre
es asesinado con otros siete religiosos en La Mantellina.
Beato Vicente Jaunzarás Gómez (Valentín Ma.
de Torrent), (1896-1936), nacido en Torrent (Valencia)
el 6 de marzo de 1896, ingresa a la comunidad en 1911, en 1919 emite sus votos
perpetuos, y es ordenado sacedote en 1920. Ejerce su apostolado en las Escuelas
de Reforma de la comunidad. Temperamento fogoso, alegre, dicharachero,
optimista, siempre alegre. Predicador sencillo y atrayente, gran devoto de la
Eucaristía, de la Sma. Virgen y de San Francisco. Humilde, sencillo y “muy
valiente”.
Detenido el 28 o 29 de agosto de 1936 en la
casa paterna, es recluído en la cárcel de La Torre, de su ciudad natal, y
ejecutado en las primeras horas del 18 de septiembre, en la Fuente de la
Mantellina.
Beato Vicente Gay Zarzo (Modesto Ma. de Torrent), Hermano
coadjutor (1885-1936). Nacido en Torrent
(Valencia) el 19 de enero de 1885, hijo de terciarios y terciario él mismo.
Ingresa a la comunidad el 6 de enero de 1903. Aunque pidió ser aceptado al
sacerdocio, pasó toda la vida como hermano coadjutor. Trabajó primero en el
apostolado de reeducación, propio de la comunidad, alternando con el trabajo de
albañilería, y luego en el convento de su ciudad natal, en la enseñanza de las
primeras letras a los niños y la administración de la casa. Recto, sencillo,
humilde, pobre y obediente, laborioso y servicial.
Detenido entre el 8 y el 10 de septiembre,
recluído en La Torre, fue ejecutado con sus compañeros en las primeras horas
del 18 de septiembre.
Beato Justo Lerma Martínez (Francisco Ma.
de Torrent), hermano coadjutor (1886-1936). Nació en
Torrent (Valencia) el 12 de noviembre de 1886. Sus padres eran terciarios
franciscanos. Ingresa en la comunidad el 14 de abril de 1905. Ejerce su
apostolado en el Real Monasterio del Yuste, Cáceres, cinco años, y después 25
en el Colegio Fundación Caldeiro, de Madrid. Poseía excepcionales dotes
pedagógicas, que le merecieron repetidamente las felicitaciones de las
autoridades civiles. Reflexivo, trabajador y metódico, de pocas palabras,
constante y muy hábil maestro de escuela. De profunda oración, incansable
trabajador, atento, sencillo y humilde, gozaba de gran paz interior.
Convertido en prisión el Colegio, se
refugia en su casa paterna, donde es detenido y llevado a La Torre, y de allí
al martirio, en las primeras horas del 18 de septiembre, con sus cohermanos
compañeros de prisión.
Beato Salvador Ferrer Cardet (Laureano Ma.
de Burriana). (1884-1936). Nació en Burriana,
Castellón, el 13 de octubre de 1884. Estudia en la escuela seráfica de los
Terciarios Capuchinos. En 1900 emite sus votos y en 1907 es ordenado sacerdote
en Turia. Ejerce su ministerio en el Real Monasterio del Yuste (Cáceres) y
otras ciudades, generalmente como superior, y al mismo tiempo consejero
general. Amable y bondadoso, delicado, atento con los pobres, enfermos y
necesitados. Devoto de la Sma. Virgen y preocupado por la expansión del
Instituto.
La guerra civil lo sorprende en Godella
(Valencia). Se refugia en Torrent, en casa de Trinidad Moreno, y se dedica a la
oración como preparación para el martirio. Allí es detenido con su hermano
Benito, conducido a la cárcel del pueblo, y de allí, el 15 de septiembre en la
noche, a La Masía de Calabarra, donde es asesinado.
Beato José Manuel Ferrer Jordá (Benito Ma.
de Burriana) religioso coadjutor (1872-1936). Hermano de
padre de Laureano, nacido en Burriana (Castellón), el 26 de noviembre de 1872.
Ingresa en el Instituto el 21 de junio de 1890, en 1892 hace sus votos. Trabaja
en reeducación en Madrid, Sevilla y Zaragoza. Desde 1932 trabaja en el Colegio
Fundación Caldeiro, Madrid, donde lo sorprende la guerra civil. Se dirige
a su pueblo natal, y al no ser recibido, se refugia en Torrent, acogido con su
hermano Laureano por Trinidad Navarro. El 14 de septiembre es detenido, y el 15
asesinado en La Masía de Calabarra de Turís (Valencia).
Religioso sencillo, austero, de pocas
palabras y de mucha oración, devoto de la Eucaristía y de la Sma. Virgen, movía
más con el testimonio de su vida que con la palabra.
Beato Pablo Martínez Robles (Bernardino Ma.
de Andújar) religioso coadjutor (1879-1936). Nace en
Andújar (Jaén), el 28 de enero de 1879. Habiendo ingresado entre los Ermitaños
de Sierra Morena, al ver que no es esa su vocación ingresa en el Instituto y
hace sus primeros votos en 1909 y los perpetuos en 1915. Trabaja en
varias escuelas de reeducación del instituto, y la guerra civil lo encuentra en
Torrent, como sacristán. Tranquilo, acogedor, gracioso, fraterno. Hombre de oración,
devoto de la Eucaristía, la Sma. Virgen y San Francisco.
Se refugia entre la población, pero es
detenido el 13 de agosto de 1936, encarcelado en La Torre, y asesinado con el
P. Laureano y su hermano Fray Benito en la Masía de Calasbarra de Turís (Valencia)
la noche entre el 15 y el 16 de septiembre de 1936.
Beato José María Sanchis Mompó (Gabriel Ma.
de Benifayó) Hermano coadjutor (1866-1936). Nace en
Benifayó de Espioca, Valencia, el 8 de octubre de 1866, hijo de Gabriel y
Vicenta. Aprende las primeras letras y carpintería en su pueblo natal, ejerce
el oficio hasta que ingresa en el Instituto, en 1890 hace su primera profesión,
en diversas casas de la Congregación ejerció el oficio de administrador sin
dejar el de carpintero. Pasa sus últimos años en Godella,Valencia, como
ayudante de adminsitración y carpintero. Afable, bondadoso y servicial,
popular. Piadoso, humilde, alegre, trabajador, fraterno, respetuoso de sus
cohermanos.
Al estallar la guerra civil, abandona el
convento en busca de refugio, acogido por su sobrina Florencia Sanchis.
Detenido el 14 de agosto es recluído en la cárcel del pueblo y asesinado en la
madrugada del 16 de agosto, junto con cinco sacerdotes nativos del pueblo, en
la partida de La Coma, junto a la Masía de Espioca, límites de Picassent,
Valencia.
Beato José Llosá Balaguer religioso coadjutor (1901-1936). Nace en Benaguasil (Valencia), hijo de
Antonio y Francisca. Estudia con los Terciarios Capuchinos. Ingresa al
Instituto en 1917. Termina los estudios sacerdotales, pero no se considera
digno de ordenarse. Tímido, muy bien dotado para la música y el canto. Muy bien
preparado en lo cultural, moral y religioso. Sumamente cordial, entregado a su
ministerio, amante de su tierra y de su familia.
Trabajó siempre en Madrid, en el Colegio
Fundación Caldeiro. Al estallar la guerra civil, se refugia primero en Meliana,
luego en su pueblo natal, y finalmente en el barrio de Velluters, de
Valencia. Detenido el 1 de octubre de 1936, la víspera del martirio, sabiendo
que sería asesinado al día siguiente, se prepara con un sacerdote también
prisionero, se confiesa, acepta el martirio y perdona a sus asesinos. El 7 de
octubre fue ejecutado en los límites de su pueblo natal.
Beato Florentín Pérez Romero (1902-1936). Nació en Valdecuenca, el 14 de marzo de 1902, hijo de
Francisco e Ignacia, al quedar huérfano de padre es internado en el Asilo de
San Nicolás de Bari, regentado por los Terciarios Capuchinos. Ingresa en el
Instituto en 1919 y en 1928 es ordenado sacerdote. Simpático, alegre, sin malicia,
sencillo, piadoso, paciente, candoroso, muy devoto de la Santísima Virgen.
Trabaja primero en reeducación, luego en la
escuela seráfica de la comunidad, después como profesor de música y educador de
niños en el convento de Monte Sión. Estando en el noviciado de San José, en
Godella, estalla la guerra civil. En una ocasión se salvó de la ejecución junto
con otros compañeros, estando ya preparados. Se refugió en Benaguasil,
donde fue apresado y a los tres días, con Fray Urbano Gil, fueron sacrificados
el 23 de agosto de 1936 en la salida de Pobla de Villabona.
Beato Urbano Gil Saes (1901-1936). Nació en Bronchales, Teruel, el 9 de marzo de 1901, hijo de Blas e
Ignacia. Huérfano de padre, estudia con los Terciarios Capuchinos. Ingresa en
el Instituto y emite sus votos en 1919. Trabaja en la Escuela de Reforma del
Salvador, en Amurrio. Solamente en 1935 se le permite iniciar los estudios
sacerdotales en Godella, Valencia, donde lo encuentra la guerra. Luego de
muchos interrogatorios y simulaciones de fusilamientos, el 25 de julio de 1936
parte para Benaguasil con el P. Florentín Pérez, con quien comparte avatares,
refugio y martirio el 23 de agosto de 1936, a la salida de Pobla de Villabona.
Religioso de una alegría espontánea y
sincera. Instruido, culto y servicial.
Beato Agustín Hurtado Soler (Domingo Ma. de
Alboraya) Nacido el 28 de agosto de 1872 en Alboraya
(Valencia), hijo de Vicente y Antonia. En 1889 ingresa en el Instituto,
ordenado sacerdote en 1890. Alterna los estudios eclesiásticos y literarios con
los de armonía y composición. Varias veces superior, consejero y secretario
general. Poseía gran don de gentes y carisma especial para la reforma de la
juventud extraviada. Compositor, magnífico orador, animador de la vida
fraterna.
Al estallar la guerra civil está en la
Escuela de Reforma de Santa Rita, Madrid. Se refugia en casa de un abogado
amigo. Detenido y llevado preso a Bellas Artes, el 15 de agosto fue
asesinado cerca al parque del Retiro.
Beato José de Miguel Arahal (Bienvenido Ma.
de Dos Hermanas) (1887-1936). Nacido en
Dos Hermanas (Sevilla) el 17 de junio de 1887, hijo de Miguel y María. Ingresa
en la Comunidad y el 15 de abril de 1905 hace sus votos. Ordenado sacerdote en
1920. Superior, maestro de novicios, consejero general, vicario general y de
1927 a 1932 superior general, y como tal impulsa la promoción vocacional y la
apertura de la obra en latinoamérica. Sus devociones son Jesús Sacramentado, la
Virgen de los Dolores, el Sdo. Corazón de Jesús y San Francisco. Recto y
fuerte, exigente consigo mismo y con los demás, tenaz en sus propósitos, amante
de la Congregación y de su obra de reeducación de menores, promotor de las
vocaciones religiosas y sacerdotales.
Al estallar la persecución, es el último en
abandonar la Escuela de Santa Rita, asaltada por los milicianos, quienes el 31
de julio lo obligan a retirar del Banco todos los fondos de la Escuela, se los
arrebatan violentamente y luego lo asesinan en la Pradera de San Isidro.
Beato Manuel Legua Martí (León Ma. de
Alacuás) (1875-1936). Nacido en Alacuás (Valencia)
el 23 de abril de 1875. Hizo los votos en 1892, pero se retiró gravemente
enfermo. Ingresó nuevamente y en 1904 hizo sus votos perpetuos. Ordenado
sacerdote en junio de 1906. Ejerció con entrega fiel su ministerio de reeducación
al igual que sus oficios dentro de la fraternidad, como vice-superior, superior
y luego consejero general. Religioso muy espiritual, entregado a su ministerio
de reeducador.
Asaltada la Escuela de Reforma Santa Rita,
de Madrid, de la que él era director, los milicianos reunieron a todos los
religiosos, quienes se dieron mutuamente la absolución y se prepararon para la
muerte. Pero al ser liberados, el P. León se refugió en casa de un
alumno, de donde fue sacado violentamente, y asesinado junto con el padre del
alumno, en la carretera de Madrid a Francia.
Beato Francisco Tomás Serer (1911-1936). Nacido en Alcalalí (Alicante), el 11 de octubre de 1911,
hijo de Antonio y Dolores. Estudia con los Terciarios Capuchinos, hace el
noviciado, y emite sus primeros votos el 15 de septiembre de 1928, ordenado
sacerdote el 24 de mayo de 1934. En el verano de 1935 hace un viaje de estudios
por Bélgica y Francia, y luego comienza estudios de medicina en la Universidad
central de Madrid. Durante la persecución se refugia en una casa de la capital,
donde espera al superior, Fr. León; al no llegar éste, sale a buscarlo, y es
asesinado. Su cadáver aparece al día siguiente junto a los muros del
Reformatorio del Príncipe de Asturias, en Madrid.
Era un religioso muy amable, piadoso,
inteligente. Muy prudente, de pocas palabras.
Beato Crescencio García Pobo (1903-1936). Nacido en Celadas (Teruel), hijo de Lorenzo y María. Al
quedar huérfano de padre es internado en el Asilo de San Nicolás, de los
Terciarios Capuchinos. Ingresa en la Congregación y hace sus primeros votos el
15 de septiembre de 1921, ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1928. De
carácter alegre, extrovertido, pero sencillo, humilde, mortificado y buen
religioso. Ordenado, metódico, se distinguió por su entrega generosa y
sacrificada a su ministerio de reeducación.
Ejerce su ministerio en escuelas de reforma
de la comunidad. La revolución lo encuentra en Madrid, en el Reformatorio del
Príncipe. Se refugia en casa de Pilar Torres, y se hace pasar por estudiante de
medicina. Detenido el 2 de agosto de 1936, es encarcelado, y al día siguiente
asesinado.
Beato
Timoteo Valero Pérez (1901-1936). Nace en Terriente (Teruel), hijo de Jorge y María. Ingresa a la
comunidad en 1917. Ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1928. Ejerce su
ministerio en la Casa Fundación Caldeiro, en Madrid y en la Escuela de Reforma
Santa Rita, donde lo encuentra la persecución. Se refugió en casa de su
hermano, donde fue detenido y encarcelado en la checa de Fomento, y asesinado el
17 de septiembre. De carácter juvenil, alegre, jovial, bromista, de trato
fácil para con los jóvenes y excelente músico.
Julio 26: Beato
Arcángel de Calatafimo. Sacerdote, ermitaño de la Primera Orden (1390‑1470).
Aprobó su culto Gregorio XVI el 9 de septiembre de 1836.
Arcángel nació en Calatafimi, provincia de
Trapani, Sicilia, en el extremo occidental de la isla, hacia 1390. En este
pintoresco pueblito de origen árabe, vio la luz en la noble familia Piacentini,
o Piacenza y era todavía muy joven cuando, abandonando la casa paterna, se
estableció en una gruta arriba en los montes. Por algún tiempo permaneció
oculto en la soledad, pero luego la fama de sus virtudes y de su austeridad
atrajo cada vez más numerosas gentes de la vecindad hacia su refugio, ansiosas
de conocerlo y consultarle.
Para recuperar la soledad, Arcángel dejó
aquel lugar y se dirigió a Alcamo, donde nuevamente se refugió en un eremitorio
solitario. Pero tampoco allí pudo rehuir por mucho tiempo a los habitantes de
la región. Éstos fueron más hábiles para rodear a su devoto ermitaño y atraerlo
a su ciudad: Le pidieron que dirigiera un hospital en Alcamo, el cual estaba
abandonado, pero la ciudad sentía vivamente su necesidad.
De esta manera Arcángel se vio apremiado
entre su vocación de ermitaño y el deber de la caridad. Y naturalmente no pudo
rechazar la invitación. Se puso en el trabajo reorganizando el hospital para
que todo marchara bien, con respeto total al deber de la caridad hacia los
necesitados. Cuando el hospital comenzó a marchar bien, Arcángel regresó a su
soledad predilecta, entró en una nueva caverna. Esta vez lo hizo salir fuera un
decreto del Papa Martín V, con el cual eran suprimidos los ermitaños de
Sicilia.
Arcángel, obediente, abandonó de nuevo su
gruta, pero no volvió al mundo. Se dirigió a Palermo, a donde los Hermanos
Menores y allí recibió el hábito de la pobreza de manos del Beato Mateo de
Agrigento. Después del noviciado fue enviado a Alcamo, donde fundó un convento
franciscano, precisamente junto al hospital que antes había dirigido. Por la
austeridad con que vivió la más estricta regla franciscana, por su sabiduría y
su prudencia, fue ordenado sacerdote. Más tarde fue elegido Ministro provincial
en la Orden, y se destacó como administrador y organizador. Pero él prefería la
predicación en las diversas ciudades y pueblos de Sicilia al gobierno de los
religiosos; por medio de la evangelización convirtió a muchos pecadores
inveterados.
Murió en Alcamo el 10 de abril de 1460 en el convento de Santa María de
Jesús, por él fundado. Tenía 70 años. Su memoria con el eco de muchos milagros,
perduró entre Alcamo y Calafatimi.
Julio 27: Beata
Matía De Nazarei. Virgen religiosa de la Segunda Orden (1236‑1320).
Aprobó su culto Clemente XII el 27 de julio de 1765.
Matía, nacida hacia el año 1235 en
Matelica, en las Marcas, pertenecía a la familia noble De Nazarei. Creció
rodeada de los amorosos cuidados de los familiares, que hicieron todo para
prepararla para un brillante porvenir. Su padre, se soñaba para ella un
matrimonio digno de su categoría. Pero un hecho inesperado trastornó todos sus
planes. El ejemplo de las dos santas hermanas Clara e Inés de Asís también se
repitió en Matelica. Un día Matía sin avisar a nadie, huyó de su casa y fue a
tocar las puertas del monasterio de Santa María Magdalena de las hermanas
Clarisas, pidiendo a la abadesa que la recibiera entre sus cohermanas. Esta le
hizo notar que era imposible sin el consentimiento de sus padres. Poco después
el padre y algunos parientes irritadísimos irrumpieron en el monasterio
decididos a llevarla de nuevo a su casa por la fuerza. Pero todo fue inútil. El
padre fue vencido por la insistencia de su hija, que así pudo realizar su sueño
de seguir a Cristo por el camino de la perfección.
Tenía dieciocho años cuando comenzó el
noviciado y antes de la profesión distribuyó parte de sus bienes a los pobres y
parte la reservó para urgentes trabajos de restauración del monasterio. Tras su
ejemplo otras muchachas la siguieron por el camino de vida evangélica que
habían trazado San Francisco y Santa Clara.
Después de ocho años de vida religiosa fue
elegida abadesa unánimemente. Durante cuarenta años Matía fue la celosa
superiora de las Clarisas, iluminada guía espiritual y al mismo tiempo sagaz
administradora. Poseía las cualidades aparentemente contradictorias de una gran
mística y de una sabia organizadora. Confiando en la Divina Providencia, con
ofrendas de la población y de su familia, reconstruyó casi desde los cimientos
la iglesia y el monasterio.
La vida interior de la Beata Matía se
modeló sobre la Pasión del Señor. Por muchos años todos los viernes sufrió
dolores y numerosos arrobamientos. Fue una mujer de gobierno que a las virtudes
contemplativas unía las virtudes prácticas. Se mantuvo también en contacto con
el mundo, sabiendo decir una palabra de consuelo, ayuda y exhortación a los
muchos que acudían a ella. Fue llamada “Madre de la caridad” pues ayudaba en la
medida de las posibilidades aun a indigentes y pobres. Un niño estaba a punto
de morir como consecuencia de una caída. La madre desesperada lo llevó a la
Beata Matía, quien después de orar lo tocó con la mano y lo restituyó sano y
salvo a su madre. Y se cuentan de ella otros prodigios.
El 27 de diciembre de 1320, después de
haber exhortado y bendecido por última vez a sus queridas cohermanas, murió
serenamente a los 85 años, dejando tras de sí un dulce recuerdo, que luego se
transformaría en culto, el cual confirmaría Clemente XII.
=Julio 27: Beata
María Magdalena Martinengo, Virgen, II Orden (1687‑1737). Beatificada
por León XIII el 3 de junio de 1900.
Nació Margarita Martinengo en Brescia el 4
de octubre de 1687, hija de Leopardo de los condes de Martinengo di Barco y de
Margarita dei Conti Secchi de Aragón. Huérfana de madre a un año de edad, fue
educada por su madrina Elena Palazzi y por Giacomina Calpina, doméstica, la
cual se dedicó totalmente con amor y espíritu religioso a su educación, de modo
que influyó grandemente en ella y en su vocación a la vida religiosa.
Se aplicó con gran pasión a los estudios,
de modo que a los diez años de edad leía correctamente el latín. Completó su
instrucción en los mejores colegios de Brescia y en el monasterio de las
Benedictinas de Santo Spirito. A los 13 años hizo voto de virginidad, y desde
entonces sufrió una terrible aridez y fuertes tentaciones que sólo se
terminaron en 1709. El 8 de septiembre de 1705, después de vencer la obstinada
oposición paterna, ingresó entre las Clarisas Capuchinas de Santa María della
Neve, y con el nombre de María Magdalena, y se entregó a la práctica heroica de
las virtudes, durísimas penitencias, trabajo, buscando siempre los oficios más
humildes; también le fueron confiados oficios de responsabilidad como maestra
de novicias, tornera, vicaria y abadesa. Su vida claustral fue de continua oración
y trabajo. Fue favorecida con fenómenos místicos como los estigmas, éxtasis,
apariciones, ciencia infusa, profecía y milagros. Sufrió fuertes persecuciones
por parte de sus confesores y de sus cohermanas. Escribió una “Autobiografía”
que es una obra maestra de espiritualidad y vida mística, “Advertencias
espirituales para adquirir una profunda humildad”, “Tratado sobre la humildad”,
“Máximas espirituales”, y una “Miscelánea”.
Murió a los 50 años de edad el 27 de julio
de 1737, de los cuales vivió en el convento 32. Se destacó por su penitencia y
su espíritu de oración y generosidad en el trabajo.
Julio 28: Beata
Alfonsa de la Inmaculada Concepción. Virgen de la Tercera Orden Regular
(1910‑1946). Clarisa Terciaria de San Francisco de Malabar. Beatificada en
Kottayam, India, por Juan Pablo II el 8 de febrero de 1986.
Sor Alfonsa de la Inmaculada Concepción es
la primera flor de santidad en la India. Nacida en la aldea de Kudamaloor en la
región de Arpukara en Kerala el 19 de agosto de 1910, de padres cristianos,
pertenecía al rito siro‑católico. Su nacimiento fue acompañado por un agrave
incidente acaecido a su madre. Ésta, en el octavo mes de gravidez, mientras
dormía en una estera en la terraza de su casa, fue despertada en sobresalto por
una serpiente que había ido a colocarse en su cuello. Tal fue el espanto que
pocos días después dio a luz prematuramente a nuestra Beata; y a los escasos
tres meses murió como consecuencia de este trágico suceso.
La pequeña Annakutty (Ana), como fue
llamada en el bautismo, pasó una infancia triste por la ausencia de su madre.
Dotada de una inteligencia vivaz y pronta, sobresalía entre sus compañeras por
la aplicación que ponía en el estudio y en todo lo que se le pedía. A los trece
años, según las costumbres locales, Ana fue prometida en matrimonio. Pero en
ella estaba vivo el deseo de consagrarse al Señor. Para sustraerse a la dura
imposición, resolvió hacerse daño en su cuerpo, dejándose quemar del fuego.
Curada de las graves quemaduras, pidió y obtuvo el ser admitida entre las
Clarisas Terciarias de San Francisco de Malabar, en Pentecostés de 1927,
tomando el nombre de Alfonsa de la Inmaculada Concepción.
Una serie de enfermedades que la afligieron
de 1920 a 1946, además de impedirle una vida normal, retardaron notablemente su
ingreso al noviciado y la misma profesión perpetua. Su vida fue enteramente
marcada por el misterio de la cruz. “Siento que el Señor me ha destinado a ser
una ofrenda, un sacrificio de sufrimiento... Soy esposa de Cristo y por eso soy
heredera de todos los dolores de mi esposo”. El amor a Dios y al prójimo, junto
con los extenuantes sufrimientos, iluminaron su vida, que puede ser señalada
como heraldo de una misión de extrema actualidad: recordar a la humanidad la
tremenda y sublime verdad del poder redentor del sufrimiento.
Rodeada de gran fama de santidad, Sor Alfonsa terminó su camino terrenal
en el convento de Bharananganam el 28 de julio de 1946. Tenía 35 años de edad.
Julio 29: Beato
Novelón de Faenza. Penitente de la Tercera Orden (1200‑1280). Aprobó su
culto Pío VII el 4 de junio de 1817.
La Tercera Orden fue fundada por
San Francisco para aquellos laicos que no podían o no querían renunciar a
su condición en el mundo, y querían seguir la regla franciscana y “el secreto
de la santidad”, y sembrar en todos los estratos de la población los ideales de
pobreza, castidad y obediencia.
Para dar una idea de la vitalidad del
movimiento franciscano basta citar los nombres de terciarios, como el Beato
Luquesio, San Luis rey de Francia, Santa Isabel Langravia de Turingia,
San Fernando rey de Castilla, Santa Rosa de Viterbo, San Ivo de
Bretaña, Santa Margarita de Cortona, la Beata Humiliana de Cerchi, el Beato
Contardo Ferrini y también figuras pintorescas como Pedro Pettinaio y Bartolo
Bompedoni. A estos nombres se añade el curioso y simpático de Novelón o
Nevolón, terciario franciscano de Faenza.
Hijo de artesanos y artesano él mismo,
Novelón de Faenza ejercía el oficio de zapatero y vivió en su juventud una vida
que los biógrafos definen como “desordenada”, pero que quizás fue solamente
despreocupada; una vida dedicada al trabajo para ganar lo más posible para
seguir disfrutando de los placeres del mundo: buen vino, buena cocina, bellas
mujeres, alegres compañías.
Una grave enfermedad indujo al despreocupado
zapatero a ceñirse la cuerda de la Tercera Orden Franciscana y sobre todo a
hacer que este gesto no fuera meramente simbólico. En efecto, sin abandonar su
oficio, volteó por completo la medalla de su vida, y se volvió gran ayunador e
insaciable penitente, caritativo y rigurosamente pobre.
Muchas veces peregrinó a pie y descalzo, a
pesar de su profesión de zapatero, convirtió a su mujer, antes compañera de sus
despreocupaciones. Sobre todo trabajó fabricando zapatos y más zapatos, no ya
para ganar más, sino para regalar todo a los pobres, hasta reducirse a la
extrema indigencia. Al quedar solo, vivió en la celda de un ermitaño
camaldulense pobre como él y como él devoto.
Once veces fue en peregrinación a Santiago
de Compostela. Oración, obras de caridad y penitencias fueron la síntesis de su
vida. Murió hacia la medianoche del 27 de julio de 1280 a la edad de 80 años y
en cuanto expiró las campanas comenzaron a tocar a fiesta. Su cuerpo fue
llevado con grandes honores a la iglesia catedral de San Pedro de Faenza y
sepultado en un arca de mármol. Numerosos milagros lo hicieron popular. Era tal
la afluencia de peregrinos a su tumba, que, para mantener el orden, fue
necesario colocar guardia en 1282. Los faentinos lo veneran con culto público,
que fue aprobado por Pío VII el 4 de junio de 1817.
Julio 29: Beatos
Conventuales españoles Mártires de la Guerra civil: Beatificación: Marzo 11
de 2001. Fiesta: septiembre 22.
BEATO Alfonso López López, sacerdote (1878-1936). Nacido en Secorún (Huesca) el 16 de noviembre
de 1878. Ingresa al convento en 1906. Ordenado sacerdote en 1911. Fue
Penitenciario en Loreto de 1912-1915. Profesor y director espiritual del
Seminario en Granollers. Fusilado en Samalús (Barcelona) el 5 de agosto de
1936, junto con Fr. Miguel Remón y Fr. Buenaventura Remón, quien logra
sobrevivir.
Beato Miguel Remón
Salvador, hermano no sacerdote (1907-1936). Nacido en Caudé (Teruel) el 17 de
septiembre de 1907. Ingresa al convento en 1925. Profesión solemne en 1933, en
Loreto, donde permanece los años 1933-34. Luego en Granollers. Fusilado en
Samalús (Barcelona) el 5 de agosto de 1936.
Beato Modesto Vegas Vegas, sacerdote (1912-1936). Nace en La Serna
(Palencia) el 24 de febrero de 1912. Ingresa al convento en 1924. Estudios de
filosofía y teología en Osimo, allí mismo ordenado sacerdote en 1934. Ejerce su
apostolado en Granollers. Fusilado en Lliçà d’Amunt (Barcelona) el 27 de julio
de 1936.
Beato Dionisio Vicente
Ramos,
sacerdote (1871-1936). Nacido en Caudé (Teruel) el 9 de octubre de 1871.
Ingresa en la Orden en Montalto Marche (Italia) en 1886. Hace los estudios de
filosofía en Bagnoregio y la teología en el colegio de San Nicolás de Tolentino
en Roma, ordenado sacerdote en 1894. Ejerce el apostolado y la docencia en la
Provincia Romana. Penitenciario en Loreto de 1905 a 1912. En España, guardián
de Granollers y rector del seminario. En 1930-1932, profesor y maestro de
novicios en Brescia. Fusilado en Granollers el 30 de julio de 1936, con Fr.
Francisco Remón.
Beato Francisco Remón
Játiva, hermano
no sacerdote (1890-1936). Nace en Caudé (Teruel) el 22 de septiembre de 1890.
Ingresó a la Orden en 1906, hizo el noviciado en Asís, y allí mismo la
profesión solemne; de 1914 a 1935 fue sacristán en la Basílica de Asís,
apreciado artista del Pesebre de Navidad. Fusilado en Granollers el 30 de julio
de 1936, junto con el P. Dionisio Vicente.
Beato Pedro
Rivera Rivera, sacerdote (1912-1936). Nacido en Villacreces (Palencia) el 3 de septiembre de 1912. Ingresa en
la Orden en granollers en septiembre de 1925. Filosofía en Barcelona y Ósimo.
Teología en San Buenaventura, Roma, donde hace la profesión solemne en 1933, y
es ordenado sacerdote en 1935. Pasa a España, y es nombrado guardián del
convento de Granollers. Asesinado en Barcelona a finales de agosto o primeros
de septiembre de 1936. Tenía 24 años.
Julio 30: Beato
Antonio María Lucci. Obispo de Bovino, de la Primera Orden (1682‑1752)
Beatificado por Juan Pablo II el 18 de junio de 1989.
Angel Nicolás Lucci nació el 2 de agosto de
1682 en Agnone, en el Molise. Al quedar huérfano de padre inició privadamente
los estudios para luego seguirlos en el convento de San Francisco de los
Hermanos Menores Conventuales, donde su corazón se abrió a los valores
evangélicos y a los compromisos religiosos. En agosto de 1698 hizo la profesión
religiosa y el 17 de diciembre de 1705 era ordenado sacerdote en Asís con el
nombre de Antonio María. Regresó a Agnone para dirigir el colegio local y
profundizar los estudios de teología hasta obtener la láurea en 1709.
Trasladado al convento de San Lorenzo, en el centro de la ciudad de
Nápoles, comenzó a ser buscado para el ministerio de la predicación y por su
generosidad para con los pobres. Asiduo en la liturgia de las horas, devotísimo
en la celebración de la Eucaristía, observaba la regla con meticulosa
diligencia, haciendo de las máximas evangélicas alimento de su fe. El 8 de
febrero de 1718 fue elegido Ministro provincial y al año siguiente rector del
colegio de San Buenaventura en Roma, el más prestigioso de la Orden.
Estudio, oración, predicación, formación de los alumnos fueron los pilares de
su vida.
El 7 de febrero de 1729 Benedicto XII lo
consagraba obispo en San Pedro, asignándole la diócesis de Bovino, en la
provincia de Foggia. Terminado el rito, el Papa, dirigiéndose a los cardenales
presentes dijo: “He escogido para obispo de Bovino a un profundo teólogo y un
gran santo”.
El nuevo prelado comenzó por abrir una
escuela pública y concentró todo su celo en la formación del clero. En los 23
años que rigió la diócesis, Lucci defendió a su sacerdotes de los abusos de
quienes pretendían interferir en sus actividades pastorales y no dudó en
excomulgar a algunos señores prepotentes. Fue lo que hoy se diría un obispo
“incómodo”, una conciencia crítica, sin miedo, defensor de los derechos de los
débiles inclusive cuando se trataba de enfrentar a poderosos de elevado rango.
El pueblo lo llamaba “Angel de la caridad”.
De sus visitas pastorales anuales dejó testimonio en 13 volúmenes. A él
se debe también la reconstrucción de la catedral de Bovino, que hacía tiempo
estaba deteriorándose. Podemos afirmar que tuvo en cuenta todas las dimensiones
esenciales de su oficio de obispo y que el mensaje con que enriqueció el
patrimonio espiritual de la Iglesia tiene mucho que decirnos inclusive hoy día.
Evangelización, promoción humana, culto divino, vida sacramental de los fieles,
disciplina, compromiso social, constituyeron el programa de su ministerio
episcopal siempre comprometido en estas “prioridades pastorales”. Pedía a su
clero “santidad de vida y rectitud en el comportamiento”; era un hombre lanzado
en lo social, resuelto en defensa de sus pobres hasta el punto de pedir al rey
de Nápoles que permitiera a los necesitados sembrar inclusive en terrenos
patrimonio público. Antonio Lucci murió santamente el 25 de julio de 1752.
Tenía 70 años.
Julio 31: Beato
Pedro Soler. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1827‑1860).
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Pedro Soler nació en Lorca, provincia de
Murcia, España, el 28 de abril de 1827. En su juventud conoció la pobreza y
debió asumir un trabajo agotador para el sostenimiento suyo y de sus ancianos
padres. En medio del difícil ambiente obrero supo mantenerse firme en su fe.
Con asiduidad en el trabajo, el buen ejemplo, oportunas exhortaciones,
fraternales correcciones, supo ganarse la simpatía de sus compañeros de
trabajo. Un día rehusó un aumento de salario porque lo que ganaba era
suficiente para sí y su familia. Cuando trabajaba en la fábrica, vivía en
pensión donde una excelente señora, quien declaró que muchas veces lo encontró
arrodillado en su habitación en largas oraciones; por espíritu de penitencia, a
menudo dormía en el piso de la habitación.
Logró dividir su tiempo entre el trabajo y
el estudio en clases nocturnas. Con férrea voluntad supo superar todas las
dificultades y cumplir el ciclo de estudios que le permitiría, en poco tiempo
alcanzar la meta del sacerdocio. De hecho, se hizo Hermano Menor a los 29 años,
y tres años más tarde ya era sacerdote de Cristo. Se distinguía entre todos por
la humildad, la obediencia, el fervor en la oración, su pureza sin mancha y sus
austeras penitencias.
Después marchó como misionero al país de
Jesús, Palestina. Con la predicación, confirmada por la caridad, llevó la
evangelización en el difícil ambiente árabe. En el momento de la persecución de
los drusos, fray Pedro con los dos jóvenes José Massabki y Antonio Tagliaci se
escondieron en los locales de la escuela parroquial. Los musulmanes tumbaron la
puerta y se precipitaron como fieras sobre la inerme víctima. Le preguntaron:
¿Dónde está tu dinero? Si quieres salvarte entréganos lo que tienes”. Cuando
comprendió el significado de la petición respondió francamente: “No tengo
dinero, y lo que tenía lo di ya a los pobres”. “Tú eres cristiano, si quieres
salvar tu vida renuncia a tu falsa religión y abraza la del gran profeta
Mahoma”. “No cometeré nunca semejante absurdo. Soy cristiano y estoy resuelto a
morir por mi fe”. Se arrodilló en actitud de oración. Lo hirieron mortalmente
con un golpe de cimitarra y lo remataron a puñaladas. Era el 10 de julio de
1860. Tenía 33 años.
=Julio 31: Santo
Tomás Moro, Canciller de Inglaterra, mártir TOF (1477-1535). Canonizado
por Pío XI en 1935 (su fiesta el 22 de junio).
Tomás nació en Cheapside, Londres; su padre era
hombre de leyes. Su madre murió cuando Tomás era niño aún. Estuvo al servicio
del cardenal Morton, Arzobispo de Canterbury y Canciller de Inglaterra. Entró
a estudiar en Oxford en 1492. Fue un excelente estudiante. Estudió leyes
en Londres. Hacia 1498 quiso hacerse franciscano y se cree que en ese
tiempo se hizo terciario. Entre 1500 y 1504 vivió con los monjes Cartujos, pero
se convenció de que Dios no lo llamaba a esa vida. Desde entonces
participaba diariamente en la Misa y practicaba duras penitencias. Contrajo
matrimonio y tuvo tres hijas y un hijo. En 1518 entró al servicio del rey, y
llegó a ser once años más tarde el primer seglar Canciller del Reino.
Cuando Enrique VIII se casó con Ana Bolena y el Parlamento lo declaró
cabeza de la Iglesia de Inglaterra, Moro renunció al cargo. Por no querer
firmar el Acta de Supremacía, estuvo prisionero durante 15 meses en la Torre de
Londres, y condenado con testigos falsos fue decapitado el 6 de julio de 1535.
Tomás, que esperaba ser un oscuro monje, se vio objeto de la atención pública
al rehusar actuar en contra de su conciencia.
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