martes, 4 de abril de 2017

Santoral Franciscano: Julio

Julio 1: San Teodorico Endem. Mártir en Gorcum. Sacerdote de la Primera Orden (1499‑1572). Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Teodorico nació en 1499 en Amersfoort, Holanda. Amado por sus padres y familiares por su índole mansa y serena, por su amor apasionado al estudio y a las obras de piedad y de misericordia. Se preveía para él un brillante porvenir y éxito fácil. Sin embargo él un día manifestó cándidamente a sus padres: “Ya escogí mi camino: seré religioso franciscano y sacerdote!”. Sus padres hicieron cuanto pudieron para disuadirlo. Pero él, sostenido por la gracia divina, les respondía: “Cuando el Señor llama, no se le puede decir no. Debo responder a su llamada, él es nuestro Padre y nuestro Dios!”.
De mala gana ante su insistencia sus padres le dieron su consentimiento. Pero le aconsejaron no escoger la Orden Franciscana, demasiado pobre y rígida, sino la Orden Benedictina, donde, por sus dotes intelectuales y de corazón, podría llegar a ser elegido abad y llevar una vida llena de satisfacciones. Pero Teodorico no se dejó convencer. Decidió seguir a Cristo y a éste crucificado en la pobreza, en la oración y en la penitencia.
Recibido en la Orden de los Hermanos Menores, hecho el noviciado, la profesión y los estudios requeridos, fue ordenado sacerdote con sincera alegría de sus padres. Pasó largos años en la soledad del convento, en la observancia fiel de la regla de San Francisco. Los fieles y los cohermanos lo señalaban como modelo de santidad y de erudición. Fue destinado al convento de Gorcum, donde se distinguió por las largas horas que pasaba en la intimidad del confesionario. Supo dirigir a la perfección seráfica un monasterio de Hermanas Terciarias Franciscanas, de las cuales era confesor y director espiritual.
La rebelión de Lutero y de Calvino había apartado de la Iglesia católica una buena parte de Europa del norte. En Holanda los calvinistas, alcanzado el poder, se dieron a perseguir a los católicos. En 1572 se apoderaron de la ciudad de Gorcum, aprisionaron al los Hermanos Menores y a otros sacerdotes, los llevaron por los poblados, expuestos a las burlas de la gente, luego, conducidos a Brielle, fueron torturados de muchas maneras para obligarlos a renunciar a la fe católica renegando de los dogmas de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y del primado del Romano Pontífice. Pero ellos permanecieron firmes en la fe, por lo cual fueron condenados a morir ahorcados. Era el 9 de julio de 1572. Así confesó su fe Teodorico, lleno de gracia y de Espíritu Santo. Tenía 73 años.
Julio 2: San Jerónimo de Werten. Mártir en Gorcum. Sacerdote de la Primera Orden (1522‑1572). Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Jerónimo nació en 1522, en la pequeña ciudad de Werten, región de Horn (Holanda meridional) de familia católica acomodada. De ingenio vivaz y corazón generoso y extrovertido, de espíritu franco y magnánimo, pasó la juventud en la inocencia y la bondad. Sintió en sí la vocación a la vida consagrada y realizó su ideal entrando en la Orden de los Hermanos Menores. Después del noviciado, la profesión y los estudios, fue ordenado sacerdote.
En la vida fraterna se distinguió, como el Seráfico Padre, por un ardiente amor a la Pasión de Cristo y a los dolores de su afligida Madre. Partió como misionero a Palestina, donde permaneció algunos años y tuvo plena posibilidad de visitar aquella tierra santificada por Cristo con su vida y milagros, de la Virgen Dolorosa y la vida apostólica de los primeros seguidores de Jesús. Su actividad misionera en el país del Evangelio fue intensa. Fue arrestado por los musulmanes, encarcelado, golpeado hasta derramar sangre y luego repatriado. La gloria del martirio que no tuvo en Palestina, el Señor se la reservaba en su propia patria. Los sufrimientos soportados por Jesús en Tierra Santa, la incisión en el brazo derecho y en el pecho de una cruz roja, habían minado su salud.
En Holanda fue destinado al convento de Gorcum, bajo el mando de San Nicolás Pick. Allí se dedicó a la predicación en las ciudades y campos. Con elocuencia y competencia condenaba el error, reanimaba a los tímidos, volvía al buen camino a los descarriados, confirmaba en la fe a los hermanos. Por todos era llamado el “Peregrino de Tierra Santa”.
Arrestado el 9 de julio de 1572, junto con sus cohermanos fue llevado a través de poblados, expuesto a las burlas de la plebe. Conducido a Brielle, fue torturado de muchos modos para forzarlo a renegar de la fe en la Eucaristía y en el primado del Romano Pontífice. Al acercarse al patíbulo, un calvinista lo compadeció y se burló de él, luego comenzó a vomitar horribles blasfemias contra Cristo, la Virgen y los santos y viles calumnias contra el Papa. San Jerónimo llegó al límite de su resistencia. Cuando en ese calvinista reconoció al que había inducido a apostatar al joven novicio fray Enrique, que sin embargo más tarde se arrepintió, regresó a la Orden y murió santamente, Jerónimo tuvo un resto de fuerza. Lo apostrofó: “Hijo y ministro de Satanás, hasta cuándo seguirás viviendo en las tinieblas y manchándote de delitos? Un día vendrá también para ti el juicio de Dios”. Lo agarró por un brazo, lo tiró por tierra y con un pie apoyado en su pecho lo mantuvo inmóvil por unos momentos. Luego, con serenidad, le dijo: “Y ahora haz lo que debes hacer!”. Los herejes se lanzaron contra él y destrozaron su cuerpo. Invocando los nombres de Jesús y de María, inmoló su vida. El lazo le fracturó la garganta y su espíritu redimido por la corona del martirio, voló al cielo. Tenía 50 años.
Julio 3: Beato Carmelo Volta. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1803‑1860). Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Carmelo Volta es modelo y protector de los párrocos y de todos los que tienen cura de almas. Fue párroco celoso primero en Ain‑karen (San Juan en la Montaña) y luego en Damasco, donde, junto con sus cohermanos sufrió el martirio por Cristo. Había nacido en Real de Candia, cerca de Valencia, en España, en 1803. Su padre, José Volta y su madre Josefina Bamez, después de haberlo educado santamente en familia, lo confiaron a los Hermanos de las Escuelas Pías, para que fuera educado e instruido por estos religiosos.
Tenía 22 años cuando pudo realizar finalmente su deseo de consagrar a Dios su vida en la Orden de los Hermanos Menores. Después de la formación y los estudios, fue ordenado sacerdote. En 1831 llegó a Tierra Santa, donde se encontró con el Beato Manuel Ruiz. Sus espíritus estarán siempre unidos en un mismo ideal para compartir en un mismo campo las luchas del apostolado y el triunfo del martirio. Animado del espíritu de Dios, trabajó con gran celo por el bien de las almas que le fueron confiadas. A los 57 años de edad, el incansable ministerio pastoral había limitado sus fuerzas, por lo cual pidió un coadjutor, y lo tuvo en la persona del joven sacerdote Engelberto Kolland. La popularidad de Carmelo fue singular: en Ain‑karem y sobre todo en Damasco, era amado y respetado inclusive por los Musulmanes.
La noche del 10 de julio de 1860 los drusos invadieron el convento, Carmelo buscó refugio en un rincón de la escuela parroquial pero fue descubierto por un turco, que lo golpeó con un bastonazo. Un joven al ver esto, corrió para ayudar a su párroco, pero éste le aconsejó que huyera. Poco después llegaron otros musulmanes que le prometieron salvarlo con la condición de que renunciara a su fe en Cristo y se adhiriese a Mahoma. A esta propuesta, justamente indignado, gritó: “No faltaba más, que yo me hiciera turco! Soy cristiano y sacerdote, quiero morir siguiendo a Cristo”. Los musulmanes no le permitieron continuar, lo rodearon y los mataron a golpes de maza, mientras él repetía invocaciones a Dios. La segunda víctima estaba inmolada. El cielo acogía a un nuevo ciudadano, mientras en la tierra feroces alaridos vomitaban blasfemias e imprecaciones contra los seguidores de Cristo. Carmelo Volta tenía 57 años.
=Julio 3: Beata María Ana Mogas Fontcuberta, Fundadora de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor (1827‑1886). Beatificada por Juan Pablo II el 6 de octubre de 1996 (Fiesta: julio 3).
María Ana nació en Corró de Vall (Barcelona) el 13 de enero de 1827, bautizada al día siguiente. Comienza su vida religiosa en Ripoll en junio de 1850. Se distinguió sobre todo por su caridad, pobreza, humildad, simplicidad, austeridad, alegría y espíritu de oración, virtudes que infundía entre sus hijas y en sus obras apostólicas.
El 12 de junio de 1859 abre la casa de Capellades para cuidar a los enfermos de la región e iniciar la enseñanza a las niñas, sobre todo pobres. En 1860 instaló una comunidad en San Quirico de Besora para ocuparse de un establecimiento benéfico municipal. Las hermanas ayudaban a los enfermos y a los necesitados. Pero los intereses económicos de los directivos impidieron que las hermanas pudieran realizar su plan de servicio. Por lo tanto, la madre María Ana buscó la forma de realizarlo trabajando independientemente. En 1862 funda un pequeño colegio privado de instrucción elemental. Esta obra va progresando y la calidad de la formación y de los estudios hace que pronto sobresalga el colegio de las Hermanas. En 1883 obtuvo en Barcelona el título de maestra de escuela elemental. Pronto, a petición de los interesados y dada la gran necesidad, funda un segundo colegio en las afueras, en Fuencarral. Los Marqueses de Fuente Chica, primero le cedieron el piso bajo de su palacio, luego los campos aledaños, y finalmente la hicieron su heredera, con lo cual pudo coronar su obra. A pesar de sufrir apoplejía, al llegar la peste del cólera hizo cuanto pudo al servicio de los pobres enfermos. Murió en Fuencarral el 3 de julio de 1886.

Julio 4: Santa Isabel, Reina de Portugal. Viuda de la Tercera Orden (1271‑1336). Canonizada por Urbano VIII el 25 de mayo de 1625.
Isabel, reina de Portugal, nació en 1271 hija de Pedro III de Aragón y de Constanza, hija de Manfredi, rey de Sicilia y sobrina del emperador Federico II. En el bautismo recibió el nombre de Isabel para honrar la memoria de su gran tía, Santa Isabel de Hungría, canonizada cuarenta años antes por Gregorio IX en 1235. Después de una brevísima niñez, se casó con el joven rey Dionisio. Los portugueses acogieron con entusiasmo a su soberana y no fueron defraudados por aquella jovencita sencilla y austera en su vida privada, amplia y bienhechora con sus propios súbditos. Dio a su marido dos hijos: Alfonso, heredero del trono, y la princesa Constanza.
Infortunadamente Dionisio no supo ser digno de aquella esposa devota y afectuosa, que alternaba con los deberes familiares sacrificios y rigores voluntarios casi monásticos. El prefirió otras mujeres y otras aventuras. Isabel, digna en el sufrimiento, ocultó su propia amargura sin levantar voces de escándalo. Oró en secreto por la conversión de su esposo, y con igual afecto, al lado de sus propios hijos, educó hijos que no eran suyos. El marido, despreocupado de sus deberes, pronto comenzó a sospechar de la fidelidad de su mujer. Un cortesano malévolo activó el fuego de los celos, atribuyendo a la reina una calumniosa relación con un paje. Pero en seguida varias circunstancias indujeron a Dionisio a considerar las cosas con mayor serenidad, y a reconocer la absoluta inocencia de Isabel.
Nueva fuente de amarguras para la santa reina fueron las disputas entre su marido y Alfonso, heredero del trono. Afanosamente debió ella reconciliar a sus seres queridos, enemigos entre sí, y finalmente fue desterrada, por sospechas de conjurar contra el rey. Después de la muerte de su esposo, de su hija y del yerno, la adolorida Isabel renunció al mundo y a su condición regia. Vistió el hábito de la Tercera Orden Franciscana y partió en peregrinación para Santiago de Compostela. Distribuyó sus riquezas entre los necesitados y habría entrado en el monasterio de las clarisas fundado por ella en Coimbra, si no le hubieran aconsejado permanecer en el mundo para proseguir sus buenas obras. Vivió junto al monasterio llevando el hábito de las hijas de Santa Clara, dedicándose a obras de piedad y de caridad.
Otra guerra intestina entre su hijo y el nieto la obligó nuevamente a una dolorosa peregrinación, hasta detenerse definitivamente en Estremoz, precisamente en el lugar donde Dionisio, rey de Portugal, muchos años antes, la había pedido por esposa. Al morir afirmó ver “una bellísima Señora, que se acercaba, radiante con vestiduras blancas”: la Inmaculada Concepción a la cual la santa reina había dedicado una iglesia en Lisboa, cinco siglos antes de la definición dogmática del privilegio mariano. Murió el 4 de julio de 1336 a los 65 años de edad.
Julio 5: Santos Antonino Fantosati, Obispo (1842‑1900), José María Gambaro, († julio 7), y Cesidio Giacomantonio de Fossa († julio 4) sacerdotes, de la Primera Orden, Mártires en Hunán meridional, China († 1900). Beatificados por Pío XII el 24 de noivembre de 1946. Canonización: Juan Pablo II, octubre 1 de 2000.
Antonio Fantosati nació en Santa Maria in Valle en Trevi, provincia de Perusa, el 16 de octubre de 1842. De constitución débil, parecía que sería un gallardo y pacífico campesino, en cambio fue recibido en la Orden de los Hermanos Menores, ordenado sacerdote a los 23 años de edad y partió para la capital del Hupe en China, sede del Vicariato y residencia principal de la misión, a donde llegó el 15 de diciembre de 1867. De sus 33 años de apostolado en China los primeros siete años fueron los más serenos entre aquellas heroicas cristiandades y pudo dedicarse al estudio de la lengua hasta hablarla expeditamente, como un chino, y ser llamado “el maestro europeo”.
Pasó luego a Lao‑ho‑kow, centro fluvial de primera importancia, donde por 18 años ejerció el ministerio con tacto, prudencia y singular penetración de la mentalidad china. Fue Administrador Apostólico del Alto Hu‑pe cuando la carestía y la peste desolaron a China. En 1878 fundó un orfanato para los niños abandonados y organizó la distribución de numerosas ayudas provenientes de Europa. Luego fue vicario general del obispo Banci y colaboró en la erección del gran templo de tres naves de estilo románico del Sagrado Corazón. En 1888 fue por breve tiempo a Italia. Al regresar a China, fue nombrado Obispo titular de Adana y Vicario Apostólico del Hu‑nan meridional.
Sus últimos años fueron amargados por cruces y persecuciones, pero las adversidades no apagaron su celo. En la feroz persecución de los bóxers perecieron en solo Shansi y en Hunan más de 20.000 cristianos. Precedido en el Hunan por el P. Cesidio Giacomantonio, muerto el 4 de julio, San Antonino acudió junto con el P. José María Gambaro al lugar del peligro, a donde llegaron el 7. Reconocidos, fueron asediados por los revoltosos con una granizada de piedras y objetos contundentes, y asesinados bárbaramente. El martirio del obispo se prolongó por más de dos horas entre atroces tormentos, hasta que un pagano, viéndolo todavía vivo, lo atravesó con un largo palo de bambú con una aguda punta de hierro, traspasándolo de un lado a otro. Los dos cadáveres, arrojados primero al río, fueron luego recogidos para ser quemados y sus cenizas dispersadas en el agua o arrojadas al viento a fin de que no se honrara su sepultura. Algunos testigos vieron en el lugar del suplicio dos ángeles elevarse al cielo mientras numerosos paganos que habían asistido a la escena exclamaban: “Estos misioneros eran en verdad hombres justos”. Tenía 58 años.
San Cesidio Giacomantonio de Fossa (1873‑1900). Angel nació en Fossa, Abruzzo, provincia de Aquila, el 30 de agosto de 1873. Ya desde jovencito a menudo se iba al solitario convento de Ocre, donde reposan los restos del Beato Bernardino de Fossa y del Beato Timoteo de Monticchio. Orando ante aquellas urnas sintió germinar en su corazón la vocación religiosa y la idea de la vida franciscana.
El 21 de noviembre de 1891 fue recibido en la Orden de los Hermanos Menores, vistiendo el hábito franciscano con el nombre de Cesidio, en memoria de un jovencito mártir. Después de la profesión religiosa, en varios conventos completó sus estudios y fue ordenado sacerdote. Por algún tiempo ejerció el ministerio de la predicación. Luego fue enviado a Roma como candidato a las misiones. Después de que completó su formación misionera, junto con dos cohermanos partió para la China. Al llegar fue acogido con inmensa alegría por el Vicario Apostólico, el obispo Antonino Fantosati. A pesar del ambiente de persecución, en él persistía siempre el gran deseo de predicar, de convertir y de bautizar en el nombre del Señor el mayor número posible. Para esto aprendió bien la lengua china y su apostolado se vio colmado de satisfacciones.
En una carta a sus padres poco antes del martirio, describe su alegría de encontrarse en la China y pide oraciones por la conversión de muchos infieles. Luego añade: “Procuremos hacernos santos, si alcanzamos esta gracia podremos cantar en el cielo el eterno aleluya”. El 4 de julio de 1900, la misión donde él se encontraba fue invadida por los bóxeres. El Padre Cesidio corrió a la capilla a consumir el Santísimo Sacramento y luego se enfrentó a la rabia de sus perseguidores. Fue asesinado a golpes de lanza y bastonazos. Tenía solamente 27 años y fue así el primer mártir en la persecución de los boxers de 1900.
San José María Gambaro (1869‑1900). Bernardo Gambaro nació en Galliate, provincia de Novara, el 7 de agosto de 1869. A los trece años entró en el colegio seráfico y el 20 de septiembre de 1886 recibió el hábito religioso de los Hermanos Menores con el nombre de José María.
Activo y circunspecto, entusiasta y prudente, fue estimado y apreciado por los superiores, que lo escogieron desde clérigo teólogo como asistente de los hermanos jóvenes de Ornavasso. La elección fue sabia, pues su natural perspicacia, unida a una ejemplaridad y afabilidad que conquistaba, produjo frutos copiosos en aquellos jóvenes que se preparaban al sacerdocio y a la vida religiosa franciscana. Apenas ordenado sacerdote (marzo 13 de 1892) José fue nombrado rector del colegio de Ornavasso. Pero un año después, según su deseo, se le permitió ir como misionero: abandonó a Italia en 1896 y al llegar a China fue destinado a Hu‑nan meridional.
Esta nueva experiencia se le manifestó de inmediato en su áspera dificultad: los usos y costumbres tan diversas no fueron tan difíciles de asimilar como la lengua. El Vicario apostólico Fantosati, considerando las óptimas cualidades de Gambaro, lo destinó al seminario de Schen‑fan‑tan; los tres jóvenes seminaristas estaban entusiasmados con él, lo admiraban y lo seguían: por tres años fue rector y profesor. Luego, al faltar el misionero en la importante cristiandad de Yent‑chou, José María fue encargado de sustituirlo. Supo hacer frente a la vida misionera activa, y sus inevitables pruebas, con serena fortaleza y con absoluto abandono en las manos del Señor.
En Pentecostés de 1900 fue llamado a Lei‑yang por Mons. Fantosati; terminado el trabajo, después de pocos días, ambos se dirigieron a San‑mu‑tchao para reconstruir la capilla destruida por los paganos: en esta localidad se abatió sobre ellos la persecución. Estalló de improviso el 4 de julio de 1900 en la ciudad de Heng‑tche‑fu, residencia del Vicario Apostólico. Apenas llegaron las primeras tristes noticias, ambos se apresuraron a regresar a la sede; en vano los cristianos insistieron para que buscaran un refugio seguro; ambos declararon abiertamente que, a cualquier costo, su puesto era junto a las ovejas en peligro. Se embarcaron hacia Heng‑tche‑fu: el viaje duró tres días, pero su presencia ya había sido advertida y fueron esperados por una turba fanática y enfurecida. Al bajar a la orilla fueron inmediatamente rodeados y asesinados a golpes de bastón y de lanzas. Alguien refirió que el P. José María, ya agonizante, tuvo la fuerza de pronunciar sus últimas palabras sobre la tierra: “Jesús, ten piedad y sálvanos”. Era el 7 de julio de 1900. Tenía 31 años de edad, catorce de religioso, ocho de sacerdocio y cuatro de vida misionera.
Julio 6: Santos Tomás Shen‑Jihe, Simón Qin Cunfu, Pedro Wu Anbang, Matías Feng-De, Pedro Zhang Banniu, Francisco Zhang Rong, Pedro Wang Erman, Santiago Zhao Quanxin y Santiago Yan Guodong, Catequistas y Empleados de la Misión Mártires de Tayuenfu (†  9 de julio de 1900). Canonización: octubre 1 de 2000. (Su fiesta, 8 de julio).
Tomás Shen‑Jihe. (1851‑1900). Empleado de Mons. Grassi. Nacido en 1851 en Lu‑ngan‑fu, de familia cristiana pobre y temerosa de Dios. Desde niño comenzó a acercarse a los sacramentos de la confesión y la comunión. Mons. Francisco Fogolla lo admitió a la profesión en la Tercera Orden franciscana. A los 24 años entró al servicio del sacerdote chino Pablo Chiang, pero poco después debió retirarse a causa de una grave enfermedad. Recuperada su salud entró al servicio del obispo Mons. Gregorio Grassi, a quien sirvió por diez años como verdadero modelo de fidelidad y obediencia, reverencia y amor. Obispo y camarero se entendieron perfectamente bien, habían trabajado magníficamente. Al desatarse la persecución, el obispo y su fiel doméstico sufrieron juntos valerosamente el martirio por Cristo. Tomás tenía 49 años de edad.
Simón Qin Cunfu., Empleado de Mons. Fogolla († 1900). Nació en Lochen en Changsi, de padres católicos muy fervorosos. Ingresó al Seminario y se preparaba diligentemente para el sacerdocio, pero la mala salud lo obligó a retirarse. Entró después al servicio de su párroco, el P. Francisco Fogolla, a quien sirvió durante 30 años, siempre como “siervo bueno y fiel” mostrándose dócil y servicial. Fue ejemplo de piedad y humildad para la comunidad cristiana. Ingresó a la Tercera Orden Franciscana; en el amor a Dios y a los hermanos, en la pobreza y en la intimidad con Dios procuró vivir la espiritualidad evangélica y franciscana. Se dedicó gustoso a la catequesis de niños y adultos. Decidió permanecer célibe para dedicar su vida al servicio de los demás. Con su obispo y cuatro seminaristas viajó a Italia para participar en el Congreso Misional de Turín en 1899, haciendo el oficio de ecónomo de la comitiva. Inmoló serenamente su vida por Cristo y su fe.
Pedro Wu Anbang, catequista. (1860‑1900). Había entrado al seminario para hacerse sacerdote y se había hecho terciario franciscano. Cuando reconoció que no era esta su vocación, abandonó el seminario, pero quiso permanecer célibe para servir más libremente. El obispo Gregorio Grassi por su carácter franco y valeroso y una notoria pasión por el estudio, le asignó un maestro con la intención de que llegara a ser doctor en letras para facilitar las relaciones diplomáticas entre las autoridades civiles y la Iglesia. Pedro llegó a ser un aceptable versificador. Enviado por el obispo a llevar dinero a los misioneros de Tshiang‑kou, en el momento en que salía de la ciudad fue detenido y colgado en una viga, hasta la tarde. Al llegar el mandarín tártaro encargado de cerrar las puertas de la ciudad, lo hizo liberar con la condición de que no volviera a servir a los europeos. Pedro, una vez liberado, regresó al servicio de sus queridos misioneros. Detenido y encarcelado, sufrió gozoso el martirio con ellos.
Matías Feng‑De (1855‑1900), vigilante nocturno del orfanato. Era un ferviente neófito, bautizado por el sacerdote chino mártir José Tshiang y confirmado por el obispo Gregorio Grassi. Había ingresado a la Tercera Orden Franciscana, admiraba de San Francisco el espíritu de pobreza, de humildad y su intenso amor a Dios y a los hermanos en una vida totalmente evangélica. Matías vigilaba de noche la residencia episcopal, marcando al estilo chino las vigilias de la noche con el tam tam, instrumento metálico sonoro. El martirio lo sorprendió a los 45 años de edad.
Pedro Zhang Banniu (1849‑1900) trabajador ocasional. Apodado «Pan‑piú», «medio buey», por la gran fuerza física y por su disponibilidad para el trabajo constante, fatigoso y silencioso. «Pedro era un hombre recto, bueno, modelo de piedad cristiana». No era doméstico, ni trabajador a sueldo de la casa, sino que era llamado para trabajos extraordinarios, pesados, largos y aburridos. Con pasión casi religiosa prestaba toda su colaboración. Asiduo a las funciones religiosas, Misa, comunión y oración eran la fuerza de su vida, difundía el culto a la Santísima Virgen y cada día reunía a su familia y recitaba con devoción la corona franciscana. Se ofreció para sustituir a un sirviente arrestado que estaba angustiado por tener que dejar a su familia. Fue aceptado, y Pedro fue incorporado al grupo de mártires. Tenía 51 años. Pocos días después se apareció glorioso a su hijo, que todavía aterrorizado por la muerte de su padre, estaba haciendo el Vía Crucis. Lo exhortó a no temer, sino que permaneciera fiel y constante. Cinco días más tarde, también el hijo moría bajo la espada del tirano, confesando intrépido su fe. Así padre e hijo se encontraron nuevamente en el cielo.
Francisco Zhang Rong, (1840‑1900) portero del orfanato. Tenía 60 años cuando sufrió valientemente el martirio. Modesto agricultor, estaba casado y tenía una numerosa familia. Era descendiente de viejos cristianos. Tenía cincuenta y dos años cuando pasó al servicio de la misión, como portero del orfanato. Las Hermanas lo llamaban “el abuelo”. Una buena palabra, una sonrisa, modales siempre delicados y gentiles eran el secreto de su actividad. Se prestaba para todos los trabajos que se le encomendaban. Siempre alegre, parecía haber encontrado el secreto de la verdadera y perfecta alegría. Había ingresado en la Tercera Orden Franciscana. Era devotísimo de la Santísima Virgen. En las horas libres del trabajo rezaba el rosario y otras oraciones. Siguió a las hermanas Misioneras, juzgándose afortunado de poder ir con ellas al martirio. De Francisco Tchang, un amigo dijo: “Era un hombre extraordinario, admirable por su candor y sencillez, ejemplo de virtud y de piedad. Era querido por todos”.
Pedro Wu Anbang († 1900) cocinero del seminario. De niño había sido acólito y educado amorosamente en el orfanato de Kaolaokou. Toda su vida estuvo agradecido por lo que había recibido de la Misión. «Era un hombre muy bueno, siempre se había empeñado en cumplir los mandamientos de Dios». Fue en un primer tiempo doméstico del sacerdote indígena Don Pedro Su, que pocos días después también entregaría su vida por la fe. Dos años antes de la persecución, fue recibido en Tai‑yuen‑fu en calidad de cocinero del seminario. Ejerció este humilde oficio con consagración y fidelidad. Se mantuvo al lado de los misioneros, pronto a dar la vida por Cristo. Tenía treinta años.
Santiago Zhao Quansin († 1900) doméstico. Nació en Siyaochuen en el Shansi, de padres cristianos, que le dieron una óptima educación en la fe. Se trasladó con su familia a Tayuan en busca de un trabajo más productivo, se casó y tuvo dos hijos. «Fue hombre de gran bondad y de rectitud de ánimo. Llevó una vida pobre, laboriosa y llena de penurias. Fue ejemplo de virtudes familiares». Era sirviente ocasional de la Misión Franciscana. Compadecido de los misioneros y de las hermanas que estaban en la cárcel, se esforzó por brindarles pequeños servicios que ellos le pedían. De día les servía en sus necesidades y en la tarde se iba a su casa. La tarde del 8 de julio, al volver a casa, dijo a su mujer y a su anciana madre que a la tarde siguiente no volvería, pues había oído decir que los misioneros, las hermanas, los seminaristas, los domésticos y los catequistas serían ejecutados y que él quería morir con ellos. La mujer y la madre, preocupadas por el porvenir suyo y de los hijos, lloraban amargamente: «¿Si te matan, quién se preocupará por tu familia, quién ayudará a tu mujer, a tus hijos y a tu afligida madre?». Jaime, señalando al cielo, les dijo: «Las encomiendo a Dios. La Providencia proveerá. ¿Y acaso no hay un Dios que es Padre de todos, especialmente de los huérfanos y de los pobres? Desde el cielo estaré más cercano que cuanto lo he estado sobre la tierra. Les ayudaré y les daré ánimo».
Pasó la noche en oración y por la mañana se dirigió a la cárcel, donde fue arrestado y colocado junto con los demás. Mientras era llevado al tribunal de Yu‑sien, algunos amigos protestaron por su arresto diciendo que Jaime no era cristiano, pero él los desmintió, reafirmando sin miedo su fe: «Soy cristiano, seguidor de Cristo, sirviente de los misioneros franciscanos, y estoy muy contento de dar la vida por mi fe!».
Santiago Yan Guodong‑ (1870‑1900). Hombre de extraordinaria simplicidad, agricultor, encargado de cultivar las hortalizas para los misioneros, las hermanas, el seminario y el orfanato. Desempeñaba su trabajo con prontitud y diligencia, y sobre todo con gran alegría; a menudo acompañaba sus labores con el canto. El último año fue ayudante de cocina. La comida del 9 de julio fue la última que sirvió, pues esa tarde fue martirizado. Tenía 45 años.
Julio 7: Beato Manuel Ruiz. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1804‑1860). Beatificado por Pío XI e 29 de junio de 1926.
Manuel Ruiz, jefe del grupo de los mártires de Damasco, español de origen, nació en San Martín de las Ollas, provincia de Santander, el 6 de mayo de 1804, hijo de Manuel Ruiz y Agustina López. De niño demostró gran amor a los pobres, de religioso tuvo un especial amor al recogimiento y a la oración, auténtico hermano menor, luego sacerdote de Cristo.
En 1831 partió para la Tierra Santa, aprendió pronto la difícil lengua árabe luego se dedicó a la predicación de la divina Palabra, a la instrucción de los niños, a quienes amaba con amor de predilección. Durante su permanencia en Tierra Santa vivió en Ramieh y en Jaifa, pero donde más realizó su fecundo apostolado fue en Damasco, ministerio pastoral que coronó con el martirio.
Una virtud brilló en él en forma singular: la paciencia, hasta el punto de ser apodado “Padre paciencia”. Este es el más bello elogio que se pueda hacer de él y que resume muchas otras virtudes. Más de una vez debió regresar a su patria por motivos de salud. Lo encontramos también en Italia, en el convento de San Francisco de Lucca; los religiosos de esta comunidad quedaron edificados de él, admiraron sus virtudes poco comunes, especialmente su carácter humilde y jovial.
Después de 29 años de vida misionera, este digno seguidor de San Francisco tuvo la dicha del martirio, el primero entre sus cohermanos subía al cielo enrojecido con su propia sangre derramada con generosidad y fortaleza. El ejemplo del superior fue imitado luego por los cohermanos e hijos espirituales.
El 10 de julio de 1860 el Beato Manuel fue asaltado por los drusos. Después de haber consumido las Sagradas Especies, para que no cayeran en manos de los musulmanes que las habrían profanado, repitió impertérrito las frases de los primeros héroes de la fe: “Soy cristiano, religioso franciscano y sacerdote de Cristo. Quiero morir como cristiano, como religioso franciscano y como sacerdote de Cristo”. Apoyando la cabeza sobre la mesa del altar, dijo: “Procedan. Estoy listo a dar mi vida por Cristo!”. Bajo repetidos golpes de cimitarra, su cabeza rodó por las gradas, como verdadero mártir de Cristo y de la Eucaristía. Tenía 56 años. La sangre del generoso héroe consagró más aquel altar sobre el cual tantas veces había consagrado la víctima divina. También el evangeliario, escrito en árabe, del cual el santo religioso se había servido para leer a sus hijos espirituales la palabra de Dios, fue manchado con su sangre, preciosa reliquia que en el día de su solemne beatificación en Roma el 10 de octubre de 1926 por Pío XI, fue expuesta a la veneración de los fieles en San Pedro, el máximo templo de la cristiandad.
Julio 8: Santos Gregorio Grassi, Francisco Fogolla, Obispos, Elías Facchini, Teodorico Balat, sacerdotes, Andrés Bauer, No clérigo, Mártires en Shansi († 9 de julio de 1900); Beatificados por Pío XII el 24 de noviembre de 1946. Canonización: Juan Pablo II, octubre 1 de 2000.
El obispo Gregorio Grassi (1833‑1900) es el jefe del grupo de los 28 mártires de la fe caídos bajo la espada de los boxers el 9 de julio de 1900 en Ta‑yuen‑fu. Noble figura de religioso, misionero y obispo. Nació en Castellazzo Bormida, (Alessandria), el 13 de diciembre de 1833, hijo de Juan Bautista y Paola Francisca Mocagetta. Consagrado a la Virgen por su madre para que lo protegiera toda su vida.
El 2 de noviembre de 1848 ingresó al noviciado en Montiano (Forlì). El 17 de agosto de 1855, terminados los estudios, fue ordenado sacerdote. Pidió ser enviado a las misiones. Dos años después estaba en el colegio misionero de San Bartolomé all’Isola en Roma, preparándose para las misiones de China, hacia donde partió hacia fines de 1860. Visitó devotamente la Tierra Santa y llegó a Schang‑tong. Durante 40 años ejerció su dinámico apostolado, primero como misionero, luego, en 1876, como Obispo coadjutor con derecho a sucesión, y en 1891 como Vicario Apostólico del Shansi septentrional, donde dio notable desarrollo a la conquista misionera.
Hablaba perfectamente el chino. Fue rector del seminario indígena. Las visitas pastorales a las numerosas pequeñas comunidades cristianas distantes a veces hasta 450 kilómetros, hechas con diligencia, por caminos en extremo difíciles. En 1878 una terrible carestía, seguida de graves epidemias, con siete millones de víctimas, entre ellos 4.000 cristianos. También él sufrió el mal, infectado en la asistencia a los enfermos, pero se curó milagrosamente, y reinició sus recorridos apostólicos consolando, alentando, ayudando generosamente. En 40 años de misión, construyó 60 iglesias, entre ellas el santuario de Santa María de los Angeles, a 2.000 metros de altura. Asiduo en el confesionario y en la catequesis de niños y adultos, en la asistencia a los pobres y necesitados y en la defensa y apoyo a los misioneros. Dedicaba largas horas a la oración y meditación. Pensaba volver a Italia para recobrar las energías, pero otro viaje lo esperaba: el martirio. Tenía 67 años.
Francisco Fogolla (1839‑1900). Obispo coadjutor de Mons. Grassi. Nació en Montereggio di Mulazzo, región situada en los Apeninos de Lunigiana, hijo de Joaquín e Isabel Ferrari, el 4 de octubre de 1839 y fue llamado así en honor de San Francisco de Asís. En 1858 recibió el hábito franciscano y profesó en 1859, fue ordenado sacerdote el 4 de octubre de 1863. En 1866 se embarcó para China. Se detuvo en Palestina un año para visitar los Santos Lugares y prepararse espiritualmente. El 11 de febrero de 1868 llegó a China y se dirigió a Ta‑yuen‑fu donde fue acogido con gran alegría por el Vicario Apostólico, Mons. Mocagatta. Su celo suscitó la admiración de los fieles y el odio de los adversarios. Tuvo un extraordinario conocimiento del idioma chino. Después de siete años fue nombrado rector del seminario y Vicario General de la misión de Lun‑ganfu. Era un año de carestía y la gente desnutrida y hambrienta moría de hambre en las casas, en las calles y en los campos. El misionero pidió y obtuvo recursos de Europa a cambio de estatuillas de bronce y objetos artesanales locales que recibió de sus feligreses y envió a París; así fue para todos amoroso dispensador de ayuda. Con ocasión de la Exposición misionera internacional de Turín, viajó con cuatro seminaristas, recorrió a Francia, Bélgica e Inglaterra en busca de ayuda. En París lo sorprendió la noticia de su nombramiento como obispo auxiliar de Tayuenfu, y allí mismo fue consagrado el 24 de agosto de 1898. Regresó a China con siete Franciscanas Misioneras de María para el orfanato. Entregado a su nuevo trabajo lo sorprendió la persecución: fue decapitado por los boxers. Sus últimas palabras fueron: “Nunca he hecho mal a nadie, en cambio he hecho el bien a muchos”. Era el 9 de julio de 1900. Tenía 61 años de edad, 30 de misionero y dos de obispo.
Elías Facchini, sacerdote de la Primera Orden (1839‑1900). José Pedro Facchini nació en Reno Centese, provincia de Ferrara, en 1839. Hijo de Francisco y Mariana Guaialdi. Los compañeros lo apodaban “el loco Facchini”. Cuando se regó la noticia de que se haría fraile, una viejecita exclamó: “Si ese se hace fraile me hago cortar la cabeza”. Poseía un carácter jovial y chistoso pero al mismo tiempo generoso y cándido. Profesó el 1 de noviembre de 1859, ordenado sacerdote en diciembre de 1864 en Ferrara. Su sueño era el apostolado misionero y ansiaba partir para China, a donde llegó en 1868 con otros cinco cohermanos con quienes compartía sus anhelos, sus fatigas y también las alegrías de la evangelización.
Su primer campo de apostolado fue Ta‑cong‑fu. Por 20 años fue rector del seminario de nativos y enseñó desde las clases elementales hasta las de teología. Trabajaba intensamente, dormía sólo cuatro horas por noche. Escribió textos de filosofía para los seminaristas y obras de formación espiritual, que infortunadamente desaparecieron en la persecución de 1900. Fue nombrado superior y maestro de novicios en el primer nuevo convento franciscano y también allí, como trabajador incansable, hacía miles de cosas con una facilidad asombrosa. Después de cuatro años, fue llamado nuevamente a tomar la dirección del seminario mayor de Ta‑yuen‑fu; vivía habitualmente en oración. En él admiramos al auténtico franciscano de vida austera, el rector de seminario sabio y prudente que formó para la vida cristiana y para el sacerdocio a numerosos jóvenes, el misionero incansable en la conversión de los infieles, el escritor iluminado que preparó y escribió textos de estudio y de formación religiosa. Cuando sufrió el martirio tenía 61 años, de los cuales había pasado 33 en la vida misionera en China.
Teodorico Balat. Mártir en China, sacerdote de la Primera Orden (1854‑1900). Nació el 23 de octubre de 1854 en San Martín de Tours, Francia. Hijo de Juan Francisco y Rosa Taillefer. Entró en el seminario de Lavour, y a los 20 años en el de Albi. Era de carácter inquieto y a ratos intratable. En 1880 ingresó en la Orden de los Hermanos Menores en Pau, Francia, pero al decretarse el destierro de los religiosos debió terminar el noviciado en Inglaterra, donde permaneció en el convento de Woodlands por 4 años, pero la vocación misionera lo entusiasmaba y decidió partir para China. Antes visitó los lugares franciscanos, La Verna y Asís, y luego la Tierra Santa. Allí su salud, ya frágil, empeoró: fiebre y fortísimos y agotadores espasmos al estómago, pero se alivió rápidamente. Llegó a Ta‑yuen‑fu, el 1 de diciembre de 1885. Aprendió admirablemente bien la difícil lengua. Siempre estuvo lleno de juvenil entusiasmo, activo, incansable. Luego fue llamado a Tong‑el‑kou, como maestro de elemental de una veintena de nativos, luego maestro de novicios. Fue luego nombrado ecónomo de la misión y director espiritual de las hermanas. Cuando estalló la revolución le aconsejaron huir, pero él respondió que su deber era permanecer en su puesto de responsabilidad. Así cuando la soldadesca furibunda entró en la residencia misionera, él bendijo a las hermanas y se enfrentó a la muerte.
Andrés Bauer. Religioso de la Primera Orden (1866‑1900). De Guebwiller, en Alsacia, fue el sexto de 8 hermanos y nació el 24 de noviembre de 1866, hijo de Lucas y Lucía Moser. Hombre simple, sin malicia, es recibido en la Orden de los Hermanos menores en calidad de religioso no clérigo en Clevedon, Inglaterra, el 12 de agosto de 1886. Pronto la ley militar de su país lo reclamó a Francia y él, vistió el uniforme militar por tres años. Luego, en vista de la necesidad de sus padres, decide ayudarles por un tiempo. Al prolongarse éste, la piadosa madre le dice: “Andrés, sigue tu vocación. No te preocupes por nosotros, la Providencia nos asistirá”. “No te demores para responder al Señor, que el mundo no quiere saber más de ti”. En 1895 vuelve a tomar el hábito en Amiens. Luego fue destinado a París, donde Andrés se entusiasma por el ideal misionero; Monseñor Francisco Fogolla, que se preparaba para la consagración episcopal, lo recibió para su vicariato en China. El 4 de mayo de 1899 Andrés se encontraba ya en China, listo a convertir muchos infieles. Servicial con todos, no sabía estarse quieto sino en la oración. Su vida misionera fue de sólo 14 meses, donde le encomendaron el dispensario de los hombres. Fue un enfermero apasionado, un verdadero samaritano. Cuando antes de ser herido, un soldado chino se presentó para atarle los brazos, el mártir hizo una profunda inclinación y le dijo: “Nunca he hecho la postración a ningún chino, pero no puedo rehusártela a ti, que vienes a abrirme las puertas del Paraíso!”. Sereno y cantando el salmo: “Alabad al Señor todas las naciones...”, se encaminó hacia la hermana muerte, que vino a su encuentro con la decapitación. Tenía 34 años.
Julio 9: San Nicolás Pick. Sacerdote y mártir en Gorcum, de la Primera Orden (1543‑1572). Canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Nicolás Pick nació en Gorcum el 29 de agosto de 1543 de familia de príncipes venida a menos, hijo de Juan y Enrica Calvia. Su padre era apegadísimo a la fe católica y en varias circunstancias se distinguió por su celo contra los errores del calvinismo que invadía a Holanda. El futuro mártir fue enviado a estudiar en un colegio en Bois‑le‑Duc. Apenas terminados los estudios pidió y obtuvo ser recibido en la Orden de los Hermanos Menores, recibió el hábito, hizo el noviciado, profesó y luego fue enviado a la célebre universidad de Lovaina para completar los estudios de filosofía y teología, mereciendo los más altos elogios de sus profesores, en especial del rector, Padre Adan Sasbouth.
En 1558, habiendo crecido en la escuela de los santos y ardiendo en seráfica caridad para con Dios y para con los hermanos, fue ordenado sacerdote. De inmediato se dedicó a la predicación del mensaje evangélico, recorriendo las principales ciudades de Holanda y Bélgica, combatiendo en todas partes la herejía, fortaleciendo a los fieles en la fe católica, reconduciendo a Dios una verdadera multitud de pecadores y a la Iglesia Católica a muchos calvinistas. Por todos era venerado y estimado como auténtico apóstol de Cristo. Fue elegido guardián del convento de Gorcum y supo transformar aquel lugar en un seráfico cenáculo de virtudes, de oración, de ciencia y de santidad.
En Nicolás brillaba la angelical pureza de alma. Alimentaba una filial devoción a la Santísima virgen reina de los ángeles y madre de los creyentes. Consideraba perdido el día en que no hubiera ofrecido un homenaje de piedad o sobre todo algún sacrificio por amor de la Virgen. Cada día, además del oficio divino, recitaba la corona franciscana de ls siete alegrías de María Santísima. La recitación del rosario era para el piadoso religioso la credencial de reconocimiento que marcaba su tierno amor hacia la Madre celestial, era la expresión genuina de su piedad serena y jovial.
En Gorcum trabó amistad con el santo párroco Leonardo Wechel, en cuya compañía en 1572 habría de compartir las duras batallas por la fe y el supremo triunfo del martirio.
En 1572 las herejías de Lutero y Calvino ya habían apartado de la Iglesia a una gran parte de Europa. En Holanda los calvinistas conquistaban poco a poco el poder y perseguían a los católicos. En Gorcum comenzó la vía dolorosa de nuestros mártires y se ejecutó en Brielle, en presencia del cruel Lumay. San Nicolás habló varias veces a sus conciudadanos ante la inminencia del martirio para prevenirlos contra los errores calvinistas, demostrando con sólidos argumentos la presencia real de Jesús en la Eucaristía y el primado del Sumo Pontífice, dogmas negados por los calvinistas. El 9 de julio de 1572 el Santo subió al patíbulo y no cesó de bendecir a Dios. El lazo le quitó la voz y le tronchó la vida, a los 38 años de edad.
Julio 10: Santa Verónica Guiliani. Mística y religiosa de la Segunda Orden (1660‑1727). Canonizada por Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839.
Verónica Giuliani nació en Mercatello, cerca de Urbino, hija de Francisco  Giuliani y Teresa Mancini el 27 de diciembre de 1660, última de siete hermanas, de las cuales dos murieron estando todavía de brazos, tres monjas clarisas en Mercatello, una clarisa capuchina en Città di Castello y una permaneció en el mundo. Alrededor de la niña acontecieron hechos prodigiosos tales que indicaban en la pequeña Verónica una extraordinaria precocidad en la gracia. No ordinaria fue la educación espiritual de la niña por parte de la madre, mujer de profunda sensibilidad cristiana. La madre, al morir,  dejó a sus hijas una herencia mística: las llagas del Señor, una para cada una. A Verónica, que apenas tenía cuatro años, le tocó la del costado, la más cercana al corazón de Jesús.
A los diecisiete años precisamente cuando el mundo se le ofrecía con todos sus ardientes halagos, la más joven de las hermanas Giuliani abandonó su cómoda casa, la vida libre, la condición acomodada, e ingresó entre las clarisas del convento de las capuchinas de Città di Castello. sepultada viva entre las pobrísimas hijas de Santa Clara, se preparó para santificarse en el silencio y en la humildad con sus cohermanas. Encerrada en los muros del claustro, la joven mostró los signos de una excepcional predilección de parte del Esposo celestial. Devota de la Pasión, revivía puntual y visiblemente los sufrimientos de la misma. Tuvo la frente llagada por una corona de espinas invisible, un viernes santo fue traspasada por las heridas de las llagas.
Frente a signos extraordinarios que iban presentándose en su vida, sospechando que podría tratarse de formas de ostentación o maquinaciones diabólicas, por comprensible prudencia, los superiores mantuvieron a la hermana en total reclusión. Le prohibieron cualquier contacto con el exterior, y la invitaron a obedecer a una hermana conversa. El Santo Oficio, al conocer informaciones sobre el caso, le hizo suspender la comunión eucarística, además del aislamiento total del resto de la comunidad. Todo esto fue aceptado por ella humildemente, como signo de predilección divina… Consciente de las turbaciones místicas que se agitaban en su penitente, el confesor impuso a Verónica llevar un diario espiritual. Así, día a día, por más de treinta años, la clarisa narró minuciosamente en aquel diario sus sufrimientos y sus alegrías, sus oraciones y sus abatimientos. De aquellas hojas escritas sin artificio y que el confesor le prohibía releer, se formaron 44 gruesos volúmenes. Aun hoy las páginas de Verónica Giuliani pasan entre las más bellas de la literatura mística en Italia. Igualmente interesantes son los testimonios que nos han llegado sobre ella, sobre su vida y sobre sus actitudes para con las demás hermanas.
“Hoy se me ha renovado el dolor en las manos, los pies y el corazón, y he pasado una noche preciosa, toda ella llena de penas y tormentos. Gracias a Dios. … Esta mañana hice la santa Confesión y creo que me ha fortalecido para sufrir más” (Del “Diario” autobiográfico). Pasó su vida en la oración y en la contemplación, proponiéndose conformarse cada vez más a Cristo Crucificado. Por su amor al misterio de la Cruz tuvo el don de los estigmas. En el monasterio ejerció todos los oficios: cocinera, despensera, guardarropera, enfermera, tornera, panadera, maestra de novicias por treinta y tres años hasta su muerte, abadesa por once años. La heroicidad de sus virtudes superó todas las sospechas y maquinaciones siniestras en su contra. Uniendo su martirio interior al de Cristo,  sufrió un ataque de apoplejía el 6 de junio de 1727, pasó de esta vida a la patria celestial el 9 de junio siguiente. Tenía 67 años.  Su cuerpo reposa en la iglesia del Monasterio de Città di Castello.
Julio 11: San Juan Wall. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1620‑1679). Canonizado por Pablo VI el 25 de octubre de 1970.
Juan Wall nació de una familia católica buena y acomodada en 1620 en Chingle Hall, cerca de Preston, Inglaterra. en 1641 ingresó en el colegio inglés de Douai, donde recibió la ordenación sacerdotal en 1645. Después de un breve período de misión en Inglaterra, volvió a Douai para tomar el hábito de los Hermanos Menores en el convento de San Buenaventura y tomó el nombre religioso de Fray Joaquín de Santa Ana. Fue muy apreciado por sus óptimas cualidades, y cinco años más tarde se reincorporó a la misión inglesa y se estableció con el seudónimo de Francis Webb, en Harvington Hall en el condado de Worcester; allí pudo ejercer con tranquilidad por más de 22 años el ministerio pastoral con gran utilidad para los católicos del lugar.
En diciembre de 1678 fue capturado inesperadamente, en la época de la presunta conjura papista montada por Titus Oates. Juan Wall rehusó decididamente prestar el juramento de supremacía, por lo cual fue recluido en la prisión de Worcester, donde permaneció por 5 meses entre acerbos sufrimientos, soportados con gran fortaleza de ánimo.
El 25 de abril de 1678 fue procesado por el juez Atkins y condenado a muerte bajo la acusación de traición, en cuanto sacerdote ordenado en el extranjero que había vuelto a ingresar en el reino para desarrollar allí una actividad sacerdotal. A pesar de ello fue enviado a Londres para ser examinado por un tribunal especial. Exonerado por los jueces del cualquier participación en la conjura papista, fue nuevamente condenado a la pena capital por su calidad de sacerdote católico. Devuelto a Worcester para la ejecución, ésta tuvo lugar el 22 de agosto de 1679. Antes de subir al patíbulo, Juan Wall escribió un largo discurso, en el cual trató de su proceso y de su condenación y lo entregó a un amigo para que lo hiciese imprimir; efectivamente fue publicado en Londres en 1679.
Unica víctima que sufrió el martirio por la fe en Worcester,  Juan Wall fue asistido en los últimos días por su cohermano Padre Guillermo Leveson. Los restos mortales del heroico confesor de la fe fueron sepultados en el cementerio anexo a la iglesia San Osvaldo de Worcester, mientras que su cabeza fue llevada al convento de los franciscanos de Donai, al cual pertenecía el mártir; allí se conserva y se venera todavía. Juan Wall tenía 59 años de edad.
Julio 12: San Juan Jones. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1559‑1598). Canonizado por Pablo VI el 25 de octubre de 1970.
Después de haber separado la Iglesia de Inglaterra de la Iglesia de Roma, el rey Enrique VIII persiguió a los católicos que no le reconocían el derecho a proclamarse cabeza de una religión de Estado. Bajo él cayeron, entre otros, el Obispo San Juan Fischer, el canciller Santo Tomás Moro, el Beato Juan Forest, San Juan Jones y San Juan Wall. A los católicos se les prohibía toda actividad religiosa.
Bajo estas leyes vino a caer en 1596 Juan, de la familia galesa Jones, el cual, habiendo crecido en un ambiente católico y educado religiosamente, había entrado en la Orden de los Hermanos Menores. Al destacarse entre sus cohermanos por su sencillez y espiritualidad, fue enviado a Roma, al convento franciscano de Aracoeli, en Campidoglio. Hubiera podido permanecer en Italia viviendo tranquila y santamente. Pero él mismo pidió regresar a Inglaterra, y no precisamente a Gales, donde había mayor tolerancia religiosa, sino a Londres, el centro irradiador de la reforma anglicana.
En Londres logró realizar por algún tiempo su actividad misionera bajo el falso nombre de Juan Buckley, hasta que cayó en manos de uno de los llamados “Cazadores de sacerdotes”. Fue torturado cruelmente y mantenido en prisión dos años en espera del juicio.
Finalmente en julio de 1598 tuvo lugar el proceso del fraile franciscano acusado de haber sido ordenado sacerdote en el extranjero y haber regresado ilegalmente a Inglaterra para sublevar al pueblo. El fraile se defendió brevemente: “Soy religioso franciscano y sacerdote de Cristo, vine a Inglaterra para conquistar el mayor número posible de almas para Jesús. Si esto es un delito, soy el primero en acusarme y estoy listo para dar la vida por la fe católica y por el primado del Romano Pontífice”.
Era la confesión que ellos esperaban, y de inmediato fue emitida la condena, que debía ejecutarse fuera de la ciudad, en el camino recorrido en la Edad Media por los peregrinos que visitaban la tumba de otro famoso mártir inglés, Santo Tomás de Cantorbery, víctima, cuatro siglos antes, de la intolerancia de otro Rey. La ejecución debía llevarse a cabo rápidamente, sin mucha publicidad, pero un contratiempo grotesco desbarató los planes de los perseguidores. El verdugo había olvidado el lazo y hubo de demorarse una hora. Desde el carruaje de los condenados Juan Jones pudo así hablar serenamente al pueblo que se había reunido a su alrededor, afirmando haber orado todos los días por el retorno del pueblo inglés a la unidad de la Iglesia católica y por la salvación de la reina de Inglaterra. Tenía 39 años.
Julio 13: Beata Angelina de Marsciano. Viuda, religiosa de la Tercera Orden (1377‑1435). Fundadora de las Hermanas Terciarias Franciscanas Regulares. Aprobó su culto León XII el 8 de marzo de 1825.
Angelina, hija de los condes de Marsciano, fundadora de la Tercera Orden Regular femenina, nació en 1377 en el castillo de Montegiove cerca de Orvieto. A los 12 años quedó huérfana de madre, hizo el voto de virginidad y, cuando en 1393 su padre la obligó a casarse, Dios le envió la misma noche de las bodas a su Angel para protegerla. Sorprendida por su esposo en conversación con el celestial mensajero, le reveló el secreto de su alma pura y él juró imitarla. A la vuelta de un año, al quedar viuda, Angelina distribuyó todos sus bienes entre los pobres y vistió el humilde sayal de San Francisco, haciéndose promotora de la virginidad y de la pureza de costumbres. Fue seguida por otras muchachas, que abandonaron el mundo para seguir al Señor. Pero el asunto suscitó las iras de los Feudatarios, que indujeron a Ladislao, rey de Nápoles, a decretarle el destierro junto con sus compañeras.
Habiendo partido con éstas de Civitella, el 31 de julio llegó a Asís y fue a visitar las tumbas de San Francisco y Santa Clara. De allí se fue a Foligno, donde en 1397, con sus compañeras emitió los tres votos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad. Así surgía el primer núcleo de Hermanas Terciarias Franciscanas Regulares. Al primer monasterio dedicado a Santa Ana, le siguieron otros: en Asís en 1421, en Viterbo en 1427, en Florencia en 1429, en Rieti y en otros lugares. En 1430 el Papa Martín V, que había reunido todos estos monasterios bajo una única superiora general, puso la nueva institución bajo la jurisdicción de los Hermanos Menores, asignándole como finalidad específica la educación e instrucción de la juventud femenina.
Angelina, al sentir acercarse la última hora, quiso hacer la confesión general. Recibió devotamente los últimos sacramentos y exhortó a sus hijas a observar fielmente la regla franciscana. Después de haberles dado la última bendición, entró en un éxtasis delicioso. Su alma pasó de las dulzuras del éxtasis a las alegrías embriagadoras del Paraíso, donde se unió con la falange celestial de las vírgenes alrededor del trono del Cordero sin mancha. Murió en el monasterio de Santa Ana de Foligno el 14 de julio de 1435, a la edad de 58 años. Su rostro se puso brillante con un esplendor maravilloso, y su celda se llenó de un aroma celestial. Se le hicieron solemnes funerales con participación del Obispo y de todas las autoridades, y fue sepultada en a iglesia de los franciscanos de Foligno. En 1492, al exhumar su cuerpo, fue hallado incorrupto. Colocado en una preciosa urna fue colocado en un altar frente a la tumba de la célebre mística franciscana Beata Angela de Foligno.
Julio 14: San Francisco Solano. Sacerdote de la Primera Orden (1549‑1610). Canonizado por Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726.
Francisco Solano, llamado el San Francisco Javier de las Indias Occidentales, el apóstol de América del Sur, el taumaturgo del nuevo mundo, nació en Montilla, España, el 10 de marzo de 1549, hijo de Mateo Sánchez Solano y de Ana Jiménez, familia noble y acomodada. A los veinte años vistió el hábito franciscano en el convento de San Lorenzo de Montilla, profesó el 25 de abril de 1570. Siempre austero en la observancia regular, continuó sus estudios de filosofía y teología en el convento de Sevilla. Celebró su primera Misa el 4 de octubre de 1576, y en 1581 fue nombrado maestro de novicios en el convento de Arrizafa. Al desencadenarse la peste bubónica en la ciudad de Montoro, se ofreció como voluntario para asistir a los apestados, y después fue elocuente y apreciadísimo predicador popular y apóstol entre los enfermos y encarcelados.
Para rehuir la veneración del pueblo pidió ir como misionero al Africa, pero la obediencia lo destinó a América. El 28 de febrero de 1589 con once cohermanos se embarcó y llegó a Cartagena, Colombia, de allí prosiguió hasta Nombre de Dios, en Panamá, región que atravesó a pie para llegar a las costas del Pacífico. En 1589, navegando hacia el Perú, después de un pavoroso naufragio frente a la isla de Gorgona, Colombia, conservados salvos todos los náufragos, entre ellos 80 esclavos negros, se constituyó en padre y protector de aquellos náufragos y convirtió y bautizó a los negros. Tres meses más tarde fueron recogidos por otra nave y transportados a Paita, en el norte del Perú. Al llegar a Lima fue destinado a Tucumán, a tres mil kilómetros de distancia; atravesó los Andes a pie o en una pobre cabalgadura. En Tucumán fundó las misiones, de las cuales fue párroco misionero, ejerciendo un difícil pero fecundo apostolado entre los indios, de los cuales se constituyó en evangelizador, civilizador, pacificador y defensor, favorecido varias veces con el don de lenguas. Entre sus actuaciones es célebre la pacificación de los indios salvajes el jueves santo de 1591. Se le atribuyen 200.000 conversiones y bautismos de paganos. En 1592 fue nombrado custodio visitador de las misiones del Tucumán. En 1595 fue nombrado guardián del convento de Santa María de los Angeles en Lima. En 1602 fue hecho guardián de Trujillo. Predicador enérgico e inspirado, recorrió las calles y las plazas de las ciudades con el crucifijo en la mano. Suscitaba tal conmoción que fueron numerosas las conversiones. Siempre estaba alegre, recurría a menudo a la música de su violín para descanso espiritual suyo, de sus cohermanos y especialmente de los indios. Es sintomático el hecho de que dos Santos de nombre Francisco hayan marcado en Oriente y Occidentes dos puntos cardinales de la acción misionera por medio de la predicación del verdadero cristianismo, no el de los gobernantes ni el de los mercaderes, de los explotadores y esclavistas. Lo que hizo San Francisco Javier en las Indias Orientales, lo hizo San Francisco Solano en las Indias Occidentales. Murió santamente en Lima el 14 de julio de 1610 a los 61 años de edad, mientras sus cohermanos, a petición suya, cantaban el Credo.
Julio 15: San Buenaventura de Bagnoregio. Obispo, cardenal y Doctor Seráfico, de la Primera Orden (1221‑1274). Canonizado por Sixto IV el 14 de abril de 1482.
Buenaventura nació en 1221 en Bagnorea, hoy fracción de Bagnoregio. Su infancia está marcada por una intervención milagrosa de San Francisco, como él lo declarará en dos ocasiones: “Mi madre, cuando yo era todavía niño, hizo voto por mí a San Francisco, porque estando yo gravemente enfermo, fui arrebatado a las fauces mismas de la muerte y restituido sano y salvo al vigor de la vida”.
Entró joven en la Orden de los Hermanos Menores y fue enviado a París, donde llegó a ser maestro de teología. Es memorable la disputa sostenida en unión con Santo Tomás de Aquino en la defensa de los derechos del los Frailes Mendicantes al estudio y a la enseñanza. Su línea teológica fue acorde con la filosofía aristotélica, y ligada a la filosofía platónica y a la teología agustiniana. Fue discípulo del gran Alejandro de Hales, franciscano y después maestro en el estudio de la “Sorbona” de París. Fue autor, como se sabe, de muchas obras de teología y de alta mística y biógrafo de San Francisco.
En 1257 fue elegido ministro general de la Orden, a la que rigió por 17 años en uno de los momentos más delicados de su desarrollo, equilibrando con su prudencia las posiciones opuestas, con firmeza y caridad grande. Promovió y llevó a cabo diversas actividades respecto a los estudios, el minsiterio pastoral, la predicación y las misiones. Encargado por el capítulo, escribió una nueva biografía de San Francisco, que fue llamada “leyenda mayor”, leyenda en el sentido de que se debía leer en las asambleas de los religiosos, destinada a sustituir todas las precedentes hagiografías.
Hecho cardenal y obispo de Albano, participó en el II Concilio ecuménico de Lion, y fue su mente directiva; murió durante el concilio el 15 de julio de 1274. Sus numerosos escritos de teología, mística, hagiografía y poéticos, unidos a la santidad de su vida, han hecho de San Buenaventura uno de los grandes maestros de la espiritualidad cristiana, y para la Orden Franciscana uno de los intérpretes más profundos del mensaje de San Francisco. La humildad, la doctrina, la espiritualidad de San Buenaventura, su sincero amor a Cristo, dejaron una impronta indeleble en la piedad cristiana de la Edad Media y le merecieron el título de “Doctor Seráfico”.
Es raro encontrar en la historia de la Iglesia un Santo tan rico en todos los campos de la santidad, tan amado en vida, y a través de sus palabras, a lo largo de los siglos. De inteligencia sutil, de palabra fácil y persuasiva, transfunde en su enseñanza el calor de sus convicciones maduradas en la experiencia y en la contemplación, y lleva al amor de Dios, particularmente de Jesús Crucificado. El amor, o mejor, la caridad está en la base de la doctrina bonaventuriana. Estando en la Verna escribió el “Itinerarium mentis in Deum” (Itinerario de la mente hacia Dios).
San Buenaventura murió en Lión durante el Concilio; tenía 53 años. Sepultado en la iglesia de San Francisco de Lión, su cuerpo fue quemado por los hugonotes en mayo de 1562. Sixto V lo proclamó Doctor Seráfico.
Julio 16: Memoria de San Francisco de Asís. Aniversario de su canonización (1228).
Dios había glorificado ya en vida a San Francisco; después de su muerte se hizo célebre su sepulcro por los numerosos y ruidosos milagros. El escritor franciscano Bartolomé de Pisa describe los detalles de treinta casos de resurrecciones de muertos acaecidas por la intercesión del Santo. Honorio III había dado disposiciones para que se comenzaran los procesos para su canonización, pero el 18 de marzo de 1227 el Pontífice murió. Su sucesor fue el cardenal Hugolino, amigo de San Francisco y protector de la Orden, que tomó el nombre de Gregorio IX. El prosiguió los procesos, que concluyeron rápidamente.
El 16 de julio de 1228 Gregorio IX se trasladó a Asís y en la iglesia de San Jorge, ante los cardenales, obispos, sacerdotes y un número grandísimo de hermanos franciscanos, de hermanas clarisas y numerosísimo pueblo, procedió a la canonización: “Para alabanza y gloria de Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la gloriosa Virgen María, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, para honra de la Iglesia Romana, queriendo rendir veneración en la tierra al Bienaventurado Padre Francisco, a quien Dios ya ha glorificado en el cielo, oído el parecer favorable de nuestros hermanos los cardenales y demás prelados, declaramos que él debe ser inscrito en el catálogo de los Santos, y fijamos su fiesta para el día aniversario de su muerte”.
El Pontífice entonó luego el “Te Deum”, que continuaron todos los presentes con gran entusiasmo.
San Francisco: místico cantor de Dios y de las criaturas, Santo del amor y de la fraternidad universal, renovador de la sociedad en el espíritu del evangelio, estigmatizado en la Verna, desde el 16 de julio de 1228 ha sido presentado por la voz del Vicario de Cristo para la imitación de todos los cristianos.
Una tumba gloriosa acogió las veneradas reliquias del Padre sobre el monte del Paraíso en Asís. Sobre aquella tumba el genio de fray Elías realizó el encanto de aquella triple, majestuosa basílica, donde el arte italiano surge y se fortalece, donde el pincel de Cimabue, de Giotto y de los otros grandes artistas italianos quiso rendir homenaje al Santo del amor y de la pobreza. Sobre la tumba del Seráfico Patriarca sus hijos desde siglos son fervorosos guardianes y vigilan al amado Padre en su sueño bienaventurado. Peregrinos de todo el mundo acuden continuamente para alcanzar de San Francisco los ejemplos y la fuerza para su propio itinerario espiritual hacia Dios en conformidad con el Santo Evangelio.
Julio 17: Santa María Magdalena Postel. Virgen de la Tercera Orden (1756‑1846). Fundadora de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia. Canonizada por Pío XI el 24 de mayo de 1926.
María Magdalena Postel nació el 28 de noviembre de 1756 en Barfleur, Normandía, la mayor de siete hijos de Juan y Teresa Levallois. Esta familia de campesinos acomodados y estimados fue para ella la escuela de buen sentido y de tranquila piedad. A los nueve años hizo la primera Comunión y emitió el voto de castidad. Muy pronto quedó huérfana de padre y madre.
Hechos los estudios en la abadía de Valognes, abrió en su región una escuela gratuita para niñas, para formar mujeres y madres, capaces de dirigir hogares donde fuera agradable vivir. Pero entonces estalla la Revolución Francesa. Las órdenes religiosas son suprimidas, los sacerdotes que rehúsan prestar el juramento son desterrados, las iglesias cerradas. En 1791 el obispo, para no dejar al pueblo sin sacramentos, autoriza a María Magdalena a guardar en su casa la Eucaristía, distribuir la comunión y celebrar otros ritos. Durante diez años es llamada “la virgen sacerdote” y trabaja intensamente en el campo religioso, caritativo y educativo. Se salva milagrosamente de diversas persecuciones. El Señor la favorece con carismas especiales.
El 13 de febrero de 1798 se hace terciaria franciscana. No cambia mucho su vida ascética; de San Francisco de Asís aprende la generosidad en el amor a Dios y a los hermanos, el fervor en la oración, iniciativas audaces en el apostolado. El 8 de septiembre de 1807, junto con cuatro cohermanas, con la aprobación del obispo, dio comienzo en Cherbourg al Instituto de las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, con una regla muy austera, con la misión de la enseñanza gratuita a las niñas.
A partir de 1838, superadas enormes dificultades, el Instituto renueva su impulso. La santa está plena de fortaleza: a pesar de las terribles privaciones que se había impuesto por toda la vida, los cilicios, la cruz de madera sobre la que dormía, un único alimento diario, los ayunos de cuatro días, ella pasaba vivaz en medio de las cohermanas para alentarlas, dando pruebas de una caridad y dulzura sin par, de gran perspicacia para descubrir y animar las vocaciones.
El 4 de julio de 1846 la santa se enfermó y murió, sencilla y sonriente. Tenía 90 años. A su muerte había construido más de treinta y siete conventos e iglesias, había fundado muchas otras, sin más recursos que su valentía y dinamismo. El Instituto tenía 250 hermanas y veinte postulantes. En su tumba se produjeron numerosos milagros.
Julio 18: Beato Simón de Lipnica. Sacerdote de la Primera Orden (1435‑1482). Aprobó su culto Inocencio XI el 24 de febrero de 1685.
Simón nació en Lipnica Murowana, en Polonia, hacia 1435. Cuando niño era muy serio, de modo que parecía precozmente maduro. Rehuía la compañía de los muchachos y se refugiaba en la iglesia a orar a la Madre de Dios, a la cual tenía una especial devoción: se distinguía por la piedad y el amor al estudio.
En 1454, terminados los estudios en la escuela parroquial, se inscribió en la academia de Cracovia, que en ese entonces gozaba de la presencia edificante de San Juan de Capistrano, misionero y predicador que entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y sus predicaciones, y el 8 de septiembre de 1453 había fundado en Cracovia el primer convento de Hermanos Menores dedicado a San Bernardino. La enseñanza del Santo tuvo un influjo decisivo sobre el joven Simón, que le pidió ser admitido en la convento.
En 1457, obtenido el bachillerato, ya no pensó más en otros estudios e ingresó al convento de San Bernardino, donde, hecho el noviciado, la profesión y los estudios respectivos, fue ordenado sacerdote en 1465.
Ejerció el sacerdocio primero en el convento de Cracovia, en 1465 era guardián en Tarnow y tomó parte en el capítulo provincial de Cracovia; en 1467 está como predicador en el convento de Stradom, donde adquirió fama de insigne orador, que explicaba con gran agudeza los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras. Su palabra llena de ardor, de fe, de sabiduría y siempre límpida, conmovía profundamente a los oyentes; los pecadores más impenitentes volvían a casa con el propósito de enmendarse, los otros abandonaban el mundo para servir a Dios. En 1463 desempeñó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Su lema era: “orar, trabajar, esperar”.
En mayo de 1472 junto con un grupo de religiosos polacos fue a Aquila para la solemne traslación del cuerpo de San Bernardino de Siena de la iglesia de San Francisco al templo erigido en su honor. En 1478 fue elegido definidor de Cracovia, tomó parte en el capítulo general de Pavía, luego viajó a Roma y de allí a Tierra Santa. Esta peregrinación era una penitencia y respondía a una necesidad de su vida interior y su anhelo del martirio.
En julio de 1482 en Cracovia se desató una epidemia que duró hasta el seis de enero del año siguiente y causó muchas víctimas. Cada día sucumbían más de cien personas. Los franciscanos se prodigaron en la atención a los enfermos. Simón no abandonó la ciudad sino que acudió en ayuda de los hermanos enfermos. Con un acto heroico ofreció al Señor su vida para hacer cesar la grave epidemia, y fue escuchado. A su muerte, la epidemia cesó. Enfermó gravemente, soportando con extraordinaria paciencia terribles sufrimientos. Después de seis días de enfermedad, el 10 de julio de 1482, con los ojos fijos en la cruz, entregó su alma a Dios. Tenía 47 años.
Julio 19: Beato Nicanor Ascanio, Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1814‑1860). Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Nicanor Ascanio nació en Villarejo de Salvanes, provincia de Madrid, en 1814. A los 16 años tomó el hábito de los Hermanos Menores, continuó sus estudios y se ordenó sacerdote. Fue director de las Hermanas Concepcionistas y párroco en su tierra natal. Oración, penitencia, celo de la gloria del Señor, deseo de consagrarse por entero a las misiones hicieron de él un sacerdote modelo.
En los años juveniles había soñado en la vida apostólica, el sacrificio y el martirio, pero durante 26 años esos deseos se habían quedado en meros sueños. La venerable Sor María de los Dolores, muerta con fama de santidad el 27 de enero de 1891, le había asegurado que Dios lo quería misionero en Tierra Santa y mártir en la patria de Jesús. El Beato Nicanor, obediente a la voz del cielo, muchas veces oída en sus largas horas de oración, parte lleno de gozo para Tierra Santa, tierra que sería para él teatro de dinámico apostolado, de luchas, de sacrificios y de martirio.
Llegado a Jerusalén, oró intensamente junto al Santo Sepulcro, el Calvario y Getsemaní, en la gruta de Belén y en todos los demás santuarios. Fue enviado a Damasco para aprender la lengua árabe bajo la dirección del Beato Carmelo Volta, cuando se avecinaba la persecución religiosa.
El 10 de julio de 1860 los musulmanes lo conminaron a renunciar a la fe cristiana y abrazar la religión de Mahoma si quería salvar su vida. Nicanor, todavía poco conocedor de la lengua árabe, no comprendió de inmediato lo que se le pedía, pero en cuanto lo pudo entender, respondió enérgicamente: “Soy cristiano, mátenme. Yo creo en Cristo y no en el profeta Mahoma!”. Al instante fue asesinado cortándole la cabeza. Así se cumplieron las voces misteriosas que había escuchado muchas veces en su corazón y la profecía de la hermana concepcionista María de los Dolores.
Fue un episodio tristísimo, debido más que todo al fanatismo y a la crueldad de los drusos, los cuales la noche entre el 9 y el 10 de julio en Damasco hicieron una irrupción en el convento de los franciscanos, en el barrio cristiano, centro reconocido y floreciente. También se habían refugiado dentro tres cristianos maronitas, martirizados junto con los ocho franciscanos. Nicanor en el momento del martirio tenía 46 años.
Julio 20: Beato Nicolás María Alberca y Torres (1830‑1860). Sacerdote y mártir de la Primera Orden. Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Nicolás Alberca es el más joven de los Mártires de Damasco. Nació en 1830. Entró en la Orden a los 25 años; después del noviciado y de los respectivos estudios fue ordenado sacerdote. El 27 de enero de 1859 partía como misionero para Tierra Santa, el 10 de julio de 1860 partía para el cielo redimido por la corona del martirio.
Fue religioso solamente 5 años, pero franciscano de toda una vida, pues su lema fue el de San Francisco, “Mi Dios y mi todo”. Cuando manifestó su voluntad de irse como misionero, se preparó para ello en el colegio de Priego junto con otros religiosos mártires como él en Damasco: Pedro Soler y Nicanor Ascanio. La santa educación recibida en la familia (de los 10 hermanos 6 se consagraron a Dios) lo llevaba a afirmar: “Sufriré mil veces la muerte pero no traicionaré a mi Señor”, y a prepararse casi conscientemente para el martirio. En 1859 Nicolás partió para la misión de Damasco. En Siria y Palestina la vida de los cristianos estaba constantemente en peligro: en efecto, los turcos preparaban una persecución contra los cristianos para vengarse del tratado de París de 1856, que había abolido las Capitulaciones. La intención de llevar a cabo una carnicería, era tan patente, que el gran patriota argelino ‘Abd‑el‑kadir, retirándose a Damasco después de una desesperada resistencia a la invasión francesa de su patria, disgustado, decidió servirse de sus fieles para proteger a los cristianos. Sin embargo, cuando el 9 de julio de 1860 se inició la cacería de los cristianos, ‘Abd‑el‑kadir no alcanzó a socorrer a los misioneros, que se habían encerrado en el convento, fiándose de sus fuertes muros. En la noche del 9 de julio un judío introdujo a los turcos en el convento por una puerta lateral, de la cual nadie se acordaba. Nicolás fue bárbaramente asesinado de un tiro de fusil, junto con los otros siete compañeros, la mañana del 10 de julio de 1860.
Unos meses antes del martirio Nicolás había escrito una carta a su madre lejana, en la cual expresaba el deseo de volver a verla todavía aquí en la tierra, siempre que esto fuera conforme a la voluntad de Dios. Por lo que sabemos, el joven misionero precedió a su madre en el cielo y sólo allí pudieron encontrarse nuevamente en un abrazo de santo y eterno amor.
El martirio de Nicolás fue el más breve registrado en la historia de nuestros mártires. Acosado por los musulmanes en un corredor, mientras la iglesia y el convento eran envueltos por las llamas, cuando le intimaron renunciar a Cristo para adherirse a Mahoma, respondió: “Sufriré mil veces la muerte, pero no traicionaré a mi Señor”. Un tiro de fusil mató al inerme religioso que cayó fulminado. Su deseo y presentimiento del martirio se hicieron así gloriosa realidad. Tenía sólo 30 años.
Julio 21: San Lorenzo de Brindis. Sacerdote, Doctor de la Iglesia, de la Primera Orden (1559‑1619) Canonizado por León XIII en 1881.
Lorenzo Russo nació en Brindis el 22 de julio de 1559. Al quedar huérfano de padre siendo niño aún, fue acogido por los Hermanos Menores Conventuales, con quienes hizo sus estudios humanísticos. Al morir también la madre, hacia los 14 años, abandonó el seminario y su ciudad natal para irse a Venecia donde un tío paterno. Allí conoció a los Hermanos Menores Capuchinos y pidió ser recibido en la Orden. Transcurrió el año de noviciado en Venecia e hizo la profesión el 24 de marzo de 1578. Estudió la lógica en Padua, y en Venecia filosofía y teología. Dotado de una excepcional agudeza mental, y movido por una insaciable se de saber, se dedicó a profundos estudios bíblicos. Estudió las lenguas bíblicas, en especial las lenguas semíticas, que aprendió tan perfectamente que dejaba perplejos a los mismos rabinos.
Ordenado sacerdote en Venecia el 18 de diciembre de 1582, le encomendaron la enseñanza de la teología. Rápidamente, por su ciencia sagrada y su santidad se ganó la estima de los doctos y de sus cohermanos.
Dotado de una prodigiosa inteligencia y memoria, unió a la preparación teológica un amplio conocimiento de las lenguas antiguas y de las lenguas vivas. Y así pudo recorrer toda Europa llevando a todas partes, en medio de las herejías, una sólida palabra de verdad, de obediencia y de fe.
Elegido varias veces ministro provincial y finalmente ministro general de la Orden, recorrió nuevamente a pie buena parte de Europa en visita a sus cohermanos, edificando con el ejemplo de su vida y su ardiente palabra. El secreto de sus inagotables recursos fue la tierna devoción a la Virgen, cuya vida y privilegios describió con palabras ardientes. A la actividad apostólica y paternal añadió la de escritor de numerosas obras exegéticas, oratorias y apostólicas, especialmente contra los luteranos.
Clemente VIII lo llamó a Roma para enviarlo a Hungría, a Bohemia, a Bélgica, a Suiza, a Alemania, a Francia, a España y a Portugal. Predicador y embajador ante los soberanos de aquellas naciones cristianas, que él animaba a la cruzada contra los turcos para frenar su avance. Cuando el ejército cristiano en Hungría detuvo la difusión de la Medialuna, Lorenzo se encontraba en medio de los soldados cristianos en la victoriosa batalla de Alba Regale, incitando en todas las lenguas a defender y salvar a la cristiandad. Después de la guerra, Pablo V lo envió como embajador de paz entre las potencias cristianas siempre en discordia. Él conquistó el ánimo inclusive de los más truculentos soberanos con su humildad, mansedumbre y elocuencia de hombre habituado a la oración y a la penitencia. Se distinguió por su vida santa, su fervor eucarístico y la devoción a María Santísima.
En 1619 emprendió su último viaje a la península ibérica para una misión de paz ante el rey Felipe III. Murió en Belem, cerca de Lisboa, a los 60 años, el 22 de julio de 1619. En 1959 fue proclamado “Doctor apostólico” de la Iglesia por Juan XXIII.
Julio 22: Santa Cunegunda Reina de Polonia. Virgen y religiosa de la Segunda Orden (1224‑1292). Aprobó su culto Alejandro VIII el 11 de junio de 1690. Canonizada por Juan Pablo II en 1999.
Cunegunda (Kinga) nació en 1224 hija de Bela IV rey de Hungría y de Teodora Laskarysa, y fue hermana de las Beatas Yolanda y Margarita. En 1238 fue dada como esposa al príncipe de Cracovia, Boleslao el Púdico, a quien indujo a hacer voto de castidad junto con ella. En la corte Cunegunda llevó una vida mortificada dedicando el tiempo libre de las oraciones y ocupaciones domésticas a la asistencia a los enfermos y a los pobres. Con el marido promovió la canonización de San Estanislao, Obispo de Cracovia, asesinado en 1079, lo cual obtuvo en 1253.
La muerte del rey Boleslao en 1279 rompió el único lazo que la unía al mundo y, rechazadas todas las propuestas de dirigir los destinos del Estado, ingresó en el monasterio de las Clarisas en Stary Sacz, fundado por ella con los bienes de su dote. Allí sus virtudes brillaron en todo su esplendor. Cediendo a los insistentes ruegos de las hermanas, asumió, aunque contra su deseo, las funciones de abadesa y, sin embargo, se comportaba como si fuera inferior a todas, dando ejemplo de profunda humildad. El descubrimiento del agua dentro del monasterio, que de otra manera debían traer de lejos, se atribuyó a sus oraciones. A ella se debe también el prodigioso descubrimiento de sal gema en Bochnia.
Su permanencia en el monasterio duró trece años. Dulce y afable con las cohermanas, obedecía como si fuera la última de ellas, escogía para sí los trabajos más humildes, como lavar la vajilla, asear la casa y asistir a los enfermos. Cuando entró en el monasterio había dicho a las religiosas: “Vengo a ustedes para ser sierva suya: olviden lo que he sido en el pasado; y ténganme como una humilde religiosa más”. La oración y una rigurosa penitencia eran su continua aspiración. La meditación de la Pasión del Salvador la hacía derramar abundantes lágrimas y las llagas de Jesús eran objeto de su especial devoción.
Como abadesa, Cunegunda dirigió la comunidad con prudencia y caridad verdaderamente maternales, impulsando a las cohermanas a la perfección más con el ejemplo que con las palabras.
Cuando en 1287 Polonia fue invadida por los tártaros, Cunegunda y sus 70 cohermanas debieron abandonar el monasterio y refugiarse en el castillo de Pyiemin. Los tártaros llegaron también al nuevo refugio. Las hermanas, espantadas se arrojaron a los pies de su Madre y se repitió el milagro de Santa Clara de Asís. También aquí los agresores fueron detenidos por una fuerza invisible. Y así, un tiempo más tarde pudieron las hermanas volver a su monasterio. Después de un año de enfermedad, confortada con una aparición de San Francisco, Cunegunda murió a los 68 años el 25 de julio de 1292.
Julio 23: Santa Brígida de Suecia. Viuda, religiosa de la Tercera Orden (1302‑1373). Fundadora de la Orden de las Hermanas de San Salvador. Canonizada por Bonifacio IX el 7 de octubre de 1392.
Santa Brígida es la Santa nacional de Suecia, gran figura de mujer que tuvo mucha influencia en la historia, en la vida y en la literatura de su país. Fue popular también en Italia, porque vivió 23 años en Roma, donde murió a los 71 años dejando un brillante recuerdo de su santidad.
Había nacido en 1302 de una familia señorial y poderosa, ligada a la casa reinante de Suecia. En este ambiente pasó gran parte de su vida, siempre con sincera piedad y alta espiritualidad. Una tía austera y severa la educó después de la muerte de su madre, encaminándola con firmeza hacia la perfección. A los 14 años se unió en matrimonio con Ulf Gudmarsson. Tuvieron ocho hijos, a los cuales educó y formó espiritualmente. El devoto fervor de la noble mujer sueca dio frutos espirituales, como la santificación del esposo y la formación alrededor de ambos de un grupo de sabios religiosos y teólogos cuya influencia reavivó en Santa Brígida el amor a las Sagradas Escrituras y las obras de teología y mística, entre las cuales prefirió las de San Bernardo de Claraval, el Doctor y poeta de la Virgen María.
En la corte de Suecia, donde fue dama de la reina Blanca de Namur su presencia constituyó un llamado a una fe más profundamente vivida y a una caridad más generosa. Abandonó a Suecia para ir con su esposo en peregrinación a Santiago de Compostela, el famoso Santuario español. El largo viaje la puso en directo y palpitante contacto con los problemas y las luchas que agitaban a Europa, como la guerra entre Francia e Inglaterra y entre el Papa y el emperador. Sobre todo el hecho de que el Papa de Roma se había retirado a Aviñón.
Brígida, confiando en la ayuda de Dios, se propuso luchar contra estos y otros males. Después de la muerte de su esposo, se retiró a la abadía de Alvastra, donde dictó a sus directores espirituales sus célebres “revelaciones” (sublimes intuiciones e iluminaciones sobrenaturales) que ella tuvo en una especie de éxtasis a lo largo de toda su vida, recogidas luego en ocho gruesos y bellísimos volúmenes.
Se inscribió en la Tercera Orden Franciscana y se esforzó por vivir la espiritualidad franciscana. Para lucrar el año santo de 1350 Santa Brígida fue a Roma y de allí, donde existía una colonia de devotos suecos, ya no se movió más, a no ser en los últimos años de su vida, para una larga y fatigosa peregrinación a Tierra Santa.
Antes de dejar a Suecia había elaborado la regla de una comunidad monástica de tipo cenobítico, inspirada en el culto mariano. Pero la aprobación fue larga y difícil. En efecto, fue su hija, Santa Catalina de Suecia, la que pudo dar vida al monasterio de San Salvador en Vadstena. Santa Brígida murió en Roma en 1373, a la edad de 71 años.
Julio 24: Beata Luisa de Savoya. Viuda, religiosa de la Segunda Orden (1462‑1503). Aprobó su culto Gregorio XVI el 12 de agosto de 1839.
Luisa de Savoya nació en Ginebra el 28 de diciembre de 1462, hija del Duque Amadeo IX y Yolanda de Francia. En 1479 se casó con Hugo de Châlon Arlay, Señor de Château‑Guidon. Su vida en la corte, ya como niña, ya como esposa, estuvo siempre marcada por una gran austeridad y una profunda piedad. Enviudó en 1490 y dos años después se retiró al monasterio de las Clarisas de Orbe, en el cantón suizo de Vaud, donando a aquella iglesia sus propios bienes. En el ejercicio de las virtudes cristianas alcanzó un alto grado de perfección.
Se sometía a las más duras penitencias: todos los viernes se flagelaba, dedicaba largas horas a la oración, a media noche se levantaba para rezar los Maitines, uniéndose en espíritu a la recitación que hacían los Franciscanos del vecino convento.
Su vida fue un perfecto espejo de virtudes. Su unión con Dios era continua, a menudo durante la oración derramaba lágrimas. La prontitud de su obediencia era admirable. Amante de la pobreza, quería para sí los vestidos más burdos. Su ambición era prestar ayuda y asistencia a las cohermanas enfermas. En el monasterio buscaba para sí los trabajos más humildes y pesados, como lavar la vajilla, ayudar a la cocinera o a la despensera, barrer los corredores.
Tenía un gran amor por la Orden Franciscana, y gran respeto y veneración por los Franciscanos, de los cuales dependía la comunidad de Orbe. Cuando se celebró en Lausana el capítulo provincial de los Hermanos Menores, muchos religiosos visitaron a la Beata Luisa. Ella tuvo para todos una palabra para alentarlos a seguir más de cerca el ideal franciscano. Estaba siempre contenta cuando pasaban religiosos por su convento y se afanaba por que fueran bien tratados. Solía decir: “Pienso que el buen Dios nos hace un gran favor cuando nos manda algún religioso para tener conversación con nosotras o para confesarnos. Cuando veo uno de ellos me parece ver a San Francisco en persona”.
Luisa es modelo de todos los estados de la vida: de niña, de esposa, de viuda, y de virgen consagrada a Dios. Se durmió dulcemente en el sueño de los justos el 24 de julio de 1503. Tenía 41 años. Su cuerpo fue sepultado primero en el monasterio, y después, en 1531, trasladado junto a la tumba de su esposo en Noxeroy para sustraerla a la profanación de los protestantes. En 1842 sus reliquias fueron transportadas a la capilla real de Turín.
=El mismo día: Julio 24: Beato Modestino de Jesús y María, sacerdote, de la Primera Orden (1802‑1854). Beatificado por Juan Pablo II en enero de 1995.
Nació en Frattamaggiore, Provincia de Nápoles, diócesis de Aversa, el 5 de septiembre de 1802, hijo de Nicola Mazzarella, cordelero, y Teresa Esposito, tejedora, humildes artesanos pero ejemplares padres cristianos. Bautizado al día siguiente de su nacimiento con el nombre de Domingo. Sirvió como monaguillo en la parroquia y ayudaba en el culto a la Santísima Virgen Madre del Buen Consejo.
A los 16 años fue acogido gratuitamente en el seminario de Aversa por el obispo Mons. Agostino Tommasi, al fallecer trágicamente éste hubo de volver a casa, pero no descuidó sus estudios de preparación para el sacerdocio. Atraído luego por la vida austera de los Hermanos Menores del vecino convento de Grumo Nevaro, vistió el hábito franciscano en el convento de Piedimonte Matese el 3 de noviembre de 1822, hizo el noviciado en el convento de Santa Lucía al Monte, Nápoles, hizo los votos el 27 de noviembre de 1824, fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1827 en la catedral de Aversa.
Dedicado a la predicación y al sacramento de la reconciliación, fue guardián en varios conventos. En 1839 fue trasladado al convento de Santa María della Sanità, en uno de los barrios más populares de la ciudad de Nápoles, donde permaneció hasta su muerte, ejerciendo un provechoso y admirable ministerio sacerdotal sobre todo a favor de los más pobres y enfermos. Se distinguió sobre todo por su celo en la defensa de la vida naciente y la difusión de la devoción a la Santísima Virgen bajo la advocación de Madre del Buen Consejo, la devoción de su juventud.
Se integró con cristiana compasión en el contexto social de su gente, y supo adaptar con formas adecuadas a la cultura y a la mentalidad de su tiempo el eterno evangelio de la caridad y de la paz, haciendo surgir del fondo del alma y del corazón del generoso pueblo napolitano insospechadas energías espirituales y morales.
El 24 de julio de 1854, afectado por el cólera contraído mientras asistía a las víctimas de esa epidemia, después de haber pedido perdón a los hermanos e invocado con filial fervor a la Madre del Señor, fue acogido por el Resucitado en el reino de los bienaventurados, con gran pesar de sus beneficiados y de toda Nápoles. Modestino, con su vida de apertura a las necesidades de los pobres y marginados de su tiempo, sigue siendo un modelo sobre todo para los consagrados, y es un llamamiento a dar testimonio con vigor y coherencia del evangelio de la caridad, e invita a los jóvenes a responder con valor y entusiasmo a la invitación de Aquel que los quiere hoy como colaboradores de Dios y testigos de su misericordia.

Julio 25: Beato Pedro de Magliano. Sacerdote de la Primera Orden (1442‑1490). Aprobó su culto Clemente XIII el 10 de agosto de 1760.
Pedro Corradini nació en Magliano, provincia de Macerata en 1442. De Magliano pasó a Perusa para estudiar en la universidad. A los veinticinco años se dejó convencer por un predicador franciscano, el Padre Domingo de Leonissa. No lo siguió inmediatamente, pero después de madura reflexión decidió abrazar también él la vida de pobreza y de apostolado propuesta por los franciscanos. Suspendió su carrera inicial de abogado, cuya láurea había obtenido en la universidad de Perusa. Pero conquistado por la predicación de Fray Domingo de Leonisa, decidió hacerse franciscano, abandonó sus sueños de grandeza y se deshizo de todo lo que podía distraerlo en la nueva forma de vida y tomó el hábito de San Francisco en 1467 en el eremitorio de las Cárceles, de los Hermanos Menores.
Terminado el noviciado y ordenado sacerdote se dedicó con particular empeño a la predicación, inicialmente como compañero de San Jaime de la Marca por no menos de 20 años, en los cuales su palabra docta, clara y fervorosa resonó en las principales ciudades de la Italia central.
El principal propósito de los franciscanos de la época era el de la predicación popular, en la cual muchos se destacaron con éxitos estruendosos. Baste pensar en San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano, San Jaime de la Marca, el los Beatos Alberto de Sarteano, Mateo de Agrigento, Marcos Fantuzzi de Bolonia y muchos otros. Precisamente con San Jaime de la Marca, medio siglo mayor que él, es jefe de un verdadero equipo de predicadores volantes, Pedro de Mogliano fue colaborador y discípulo, antes de llegar a ser predicador en propiedad y afectuoso director de almas.
Con esta ocasión trabó amistad con el Señor de Camerino, Julio César Varano y con su hija Camila Bautista Varano, clarisa en el monasterio de la ciudad, a quien Fray Pedro orientó con santos consejos.
Su palabra docta y persuasiva penetraba las mentes y tocaba los corazones más endurecidos, hasta inducirlos a la conversión. Predicador en la isla de Creta, tres veces ministro provincial de los franciscanos de las Marcas, una vez Ministro provincial en Roma, tuvo una vida rica de satisfacciones humanas, además del gozo espiritual. Un día estuvo a punto de morir sofocado en medio de una turba festiva que quería expresarle su simpatía.
Enfermó el 2 de julio de 1490 y murió en la noche entre el 24 y el 25 del mismo mes, murmurando los nombres de Jesús y de María sereno y feliz, con la sonrisa que acompaña en la tierra y en el cielo el paso de los justos. La primera y más célebre biografía suya fue escrita por la Beata Camila Bautista Varano, la más preciosa gloria espiritual de Camerino. Ella subraya la serenidad del Beato al acercarse la muerte, que se lo llevó después de una muy dolorosa enfermedad que él soportó con paciencia y alegría, tanto que un cohermano suyo presente exclamó: “Padre Pedro, tú te mueres riendo!”.

Julio 25: Beatos Vicente Cabanes Badenas y 18 Compañeros,  Protomártires Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, Amigonianos (1936):
(Fiesta: septiembre 22. Se pueden distribuir en unas 3 fechas sucesivas para poder conocer mejor sus vidas).
Beato Vicente Cabanes Badenas (1908-1936). Nacido en Torrent (Valencia) el 25 de febrero de 1908; se hizo Terciario Capuchino el 15 de septiembre de 1923. Ordenado sacerdote el 12 de marzo de 1932. Estudia en la Universidad de Valencia y en el Instituto de Estudios Penales. Ejerce su ministerio en las Escuelas de Reforma de Madrid y Amurrio (Álava), alternando estudio, prácticas del gabinete de Psicología y dirección espiritual de la Fraternidad. Detenido el 27 de agosto de 1936 por los milicianos, lo trasladan a Orduña, Vizcaya, intentan hacerlo apostatar, y ante la negativa se vuelven hacia Amurrio, lo hacen bajar del vehículo y lo abalean dejándolo por muerto en el prado de San Bartolomé de Orduña. Malherido, logra llegar a casa de un amigo, y es trasladado al hospital de Orduña, y de ahí al de Basurto, donde  fallece  el domingo 30 de septiembre, confesado y habiendo perdonado a sus asesinos. Se distinguió por su carácter apacible, dulce y amable. Fiel al deber, entregado al apostolado de la reforma de la juventud extraviada, con competencia y celo apostólico.
Beato Salvador Chirruiá Ferrándiz (Ambrosio Ma. de Torrent) (1866-1936). Nacido en Torrent (Valencia) el 16 de abril de 1866. Estudia en el Seminario diocesano de Valencia, y siendo diácono ingresa a los Terciarios Capuchinos. Ordenado sacerdote el 4 de abril de 1892, hace votos perpetuos el 5 de julio de 1898.  Inclinado más a la obediencia que al mando, ejerce su ministerio como consejero y director espiritual en la fraternidad, y confesor de religiosos y alumnos. Sencillo, humilde, conciliador, pobre, obediente, silencioso, de pocas palabras, profundamente piadoso, devoto de la Eucaristía, apóstol del confesionario y director espiritual.
Apresado en la casa paterna el 21 de agosto de 1936 junto con otros nueve terciarios capuchinos, llevan prácticamente vida de comunidad en la prisión de La Torre, de su ciudad natal. El 18 de septiembre de 1936 es ejecutado con siete religiosos y sacerdotes más en la partida de La Mantellina o Puchá d’Alt. El P. Ambrosio muere bendiciendo a sus compañeros y perdonando a los verdugos.
Beato José María Llópez Mora (Recaredo Ma. de Torrent) Religioso coadjutor (1874-1936). Nacido en Torrent (Valencia) el 22 de agosto de 1874. Ingresa a la Congregación el 21 de junio de 1889, emite los votos perpetuos en 1896. Trabaja en diferentes escuelas de reeducación de los jóvenes desadaptados. Pasó los últimos años de su vida en el convento de su pueblo natal, dedicado al catecismo, a fundar escuelas nocturnas para pobres y a obras de caridad. Sencillo, cordial, humilde, amable, de gran espíritu franciscano de minoridad, oración y trabajo.
Expulsado violentamente del convento junto con toda la Fraternidad, se refugia en casa de una sobrina, donde es detenido el 4 de agosto de 1936 y llevado a la prisión de La Torre. El 18 de septiembre es asesinado con otros siete religiosos en La Mantellina.
Beato Vicente Jaunzarás Gómez (Valentín Ma. de Torrent), (1896-1936), nacido en Torrent (Valencia) el 6 de marzo de 1896, ingresa a la comunidad en 1911, en 1919 emite sus votos perpetuos, y es ordenado sacedote en 1920. Ejerce su apostolado en las Escuelas de Reforma de la comunidad. Temperamento fogoso, alegre, dicharachero, optimista, siempre alegre. Predicador sencillo y atrayente, gran devoto de la Eucaristía, de la Sma. Virgen y de San Francisco. Humilde, sencillo y “muy valiente”.
Detenido el 28 o 29 de agosto de 1936 en la casa paterna, es recluído en la cárcel de La Torre, de su ciudad natal, y ejecutado en las primeras horas del 18 de septiembre, en la Fuente de la Mantellina.
Beato Vicente Gay Zarzo (Modesto Ma. de Torrent), Hermano coadjutor (1885-1936). Nacido en Torrent (Valencia) el 19 de enero de 1885, hijo de terciarios y terciario él mismo. Ingresa a la comunidad el 6 de enero de 1903. Aunque pidió ser aceptado al sacerdocio, pasó toda la vida como hermano coadjutor. Trabajó primero en el apostolado de reeducación, propio de la comunidad, alternando con el trabajo de albañilería, y luego en el convento de su ciudad natal, en la enseñanza de las primeras letras a los niños y la administración de la casa. Recto, sencillo, humilde, pobre y obediente, laborioso y servicial.
Detenido entre el 8 y el 10 de septiembre, recluído en La Torre, fue ejecutado con sus compañeros en las primeras horas del 18 de septiembre.
Beato Justo Lerma Martínez (Francisco Ma. de Torrent), hermano coadjutor (1886-1936). Nació en Torrent (Valencia) el 12 de noviembre de 1886. Sus padres eran terciarios franciscanos. Ingresa en la comunidad el 14 de abril de 1905. Ejerce su apostolado en el Real Monasterio del Yuste, Cáceres, cinco años, y después 25 en el Colegio Fundación Caldeiro, de Madrid. Poseía excepcionales dotes pedagógicas, que le merecieron repetidamente las felicitaciones de las autoridades civiles. Reflexivo, trabajador y metódico, de pocas palabras, constante y muy hábil maestro de escuela. De profunda oración, incansable trabajador, atento, sencillo y humilde, gozaba de gran paz interior.
Convertido en prisión el Colegio, se refugia en su casa paterna, donde es detenido y llevado a La Torre, y de allí al martirio, en las primeras horas del 18 de septiembre, con sus cohermanos compañeros de prisión.
Beato Salvador Ferrer Cardet (Laureano Ma. de Burriana).  (1884-1936). Nació en Burriana, Castellón, el 13 de octubre de 1884. Estudia en la escuela seráfica de los Terciarios Capuchinos. En 1900 emite sus votos y en 1907 es ordenado sacerdote en Turia. Ejerce su ministerio en el Real Monasterio del Yuste (Cáceres) y otras ciudades, generalmente como superior, y al mismo tiempo consejero general. Amable y bondadoso, delicado, atento con los pobres, enfermos y necesitados. Devoto de la Sma. Virgen y preocupado por la expansión del Instituto.
La guerra civil lo sorprende en Godella (Valencia). Se refugia en Torrent, en casa de Trinidad Moreno, y se dedica a la oración como preparación para el martirio. Allí es detenido con su hermano Benito, conducido a la cárcel del pueblo, y de allí, el 15 de septiembre en la noche, a La Masía de Calabarra, donde es asesinado.
Beato José Manuel Ferrer Jordá (Benito Ma. de Burriana) religioso coadjutor (1872-1936). Hermano de padre de Laureano, nacido en Burriana (Castellón), el 26 de noviembre de 1872. Ingresa en el Instituto el 21 de junio de 1890, en 1892 hace sus votos. Trabaja en reeducación en Madrid, Sevilla y Zaragoza. Desde 1932 trabaja en el Colegio Fundación Caldeiro, Madrid, donde lo sorprende la guerra civil.  Se dirige a su pueblo natal, y al no ser recibido, se refugia en Torrent, acogido con su hermano Laureano por Trinidad Navarro. El 14 de septiembre es detenido, y el 15 asesinado en La Masía de Calabarra de Turís (Valencia).
Religioso sencillo, austero, de pocas palabras y de mucha oración, devoto de la Eucaristía y de la Sma. Virgen, movía más con el testimonio de su vida que con la palabra.
Beato Pablo Martínez Robles (Bernardino Ma. de Andújar) religioso coadjutor (1879-1936). Nace en Andújar (Jaén), el 28 de enero de 1879. Habiendo ingresado entre los Ermitaños de Sierra Morena, al ver que no es esa su vocación ingresa en el Instituto y hace sus primeros votos en 1909 y los perpetuos en 1915.  Trabaja en varias escuelas de reeducación del instituto, y la guerra civil lo encuentra en Torrent, como sacristán. Tranquilo, acogedor, gracioso, fraterno. Hombre de oración, devoto de la Eucaristía, la Sma. Virgen y San Francisco.
Se refugia entre la población, pero es detenido el 13 de agosto de 1936, encarcelado en La Torre, y asesinado con el P. Laureano y su hermano Fray Benito en la Masía de Calasbarra de Turís (Valencia) la noche entre el 15 y el 16 de septiembre de 1936.
Beato José María Sanchis Mompó (Gabriel Ma. de Benifayó) Hermano coadjutor (1866-1936). Nace en Benifayó de Espioca, Valencia, el 8 de octubre de 1866, hijo de Gabriel y Vicenta. Aprende las primeras letras y carpintería en su pueblo natal, ejerce el oficio hasta que ingresa en el Instituto, en 1890 hace su primera profesión, en diversas casas de la Congregación ejerció el oficio de administrador sin dejar el de carpintero. Pasa sus últimos años en Godella,Valencia, como ayudante de adminsitración y carpintero. Afable, bondadoso y servicial, popular. Piadoso, humilde, alegre, trabajador, fraterno, respetuoso de sus cohermanos.
Al estallar la guerra civil, abandona el convento en busca de refugio, acogido por su sobrina Florencia Sanchis. Detenido el 14 de agosto es recluído en la cárcel del pueblo y asesinado en la madrugada del 16 de agosto, junto con cinco sacerdotes nativos del pueblo, en la partida de La Coma, junto a la Masía de Espioca, límites de Picassent, Valencia.
Beato José Llosá Balaguer religioso coadjutor (1901-1936). Nace en Benaguasil (Valencia), hijo de Antonio y Francisca. Estudia con los Terciarios Capuchinos. Ingresa al Instituto en 1917. Termina los estudios sacerdotales, pero no se considera digno de ordenarse. Tímido, muy bien dotado para la música y el canto. Muy bien preparado en lo cultural, moral y religioso. Sumamente cordial, entregado a su ministerio, amante de su tierra y de su familia.
Trabajó siempre en Madrid, en el Colegio Fundación Caldeiro. Al estallar la guerra civil, se refugia primero en Meliana, luego en su  pueblo natal, y finalmente en el barrio de Velluters, de Valencia. Detenido el 1 de octubre de 1936, la víspera del martirio, sabiendo que sería asesinado al día siguiente, se prepara con un sacerdote también prisionero, se confiesa, acepta el martirio y perdona a sus asesinos. El 7 de octubre fue ejecutado en los límites de su pueblo natal.
Beato Florentín Pérez Romero (1902-1936). Nació en Valdecuenca, el 14 de marzo de 1902, hijo de Francisco e Ignacia, al quedar huérfano de padre es internado en el Asilo de San Nicolás de Bari, regentado por los Terciarios Capuchinos. Ingresa en el Instituto en 1919 y en 1928 es ordenado sacerdote. Simpático, alegre, sin malicia, sencillo, piadoso, paciente, candoroso, muy devoto de la Santísima Virgen.
Trabaja primero en reeducación, luego en la escuela seráfica de la comunidad, después como profesor de música y educador de niños en el convento de Monte Sión. Estando en el noviciado de San José, en Godella, estalla la guerra civil. En una ocasión se salvó de la ejecución junto con otros compañeros, estando ya preparados.  Se refugió en Benaguasil, donde fue apresado y a los tres días, con Fray Urbano Gil, fueron sacrificados el 23 de agosto de 1936 en la salida de Pobla de Villabona.
Beato Urbano Gil Saes (1901-1936). Nació en Bronchales, Teruel, el 9 de marzo de 1901, hijo de Blas e Ignacia. Huérfano de padre, estudia con los Terciarios Capuchinos. Ingresa en el Instituto y emite sus votos en 1919. Trabaja en la Escuela de Reforma del Salvador, en Amurrio. Solamente en 1935 se le permite iniciar los estudios sacerdotales en Godella, Valencia, donde lo encuentra la guerra. Luego de muchos interrogatorios y simulaciones de fusilamientos, el 25 de julio de 1936 parte para Benaguasil con el P. Florentín Pérez, con quien comparte avatares, refugio y martirio el 23 de agosto de 1936, a la salida de Pobla de Villabona.
Religioso de una  alegría espontánea y sincera. Instruido, culto y servicial.
Beato Agustín Hurtado Soler (Domingo Ma. de Alboraya) Nacido el 28 de agosto de 1872 en Alboraya (Valencia), hijo de Vicente y Antonia. En 1889 ingresa en el Instituto, ordenado sacerdote en 1890. Alterna los estudios eclesiásticos y literarios con los de armonía y composición. Varias veces superior, consejero y secretario general. Poseía gran don de gentes y carisma especial para la reforma de la juventud extraviada. Compositor, magnífico orador, animador de la vida fraterna.
Al estallar la guerra civil está en la Escuela de Reforma de Santa Rita, Madrid. Se refugia en casa de un abogado amigo. Detenido  y llevado preso a Bellas Artes, el 15 de agosto fue asesinado cerca al parque del Retiro.
Beato José de Miguel Arahal (Bienvenido Ma. de Dos Hermanas) (1887-1936). Nacido en Dos Hermanas (Sevilla) el 17 de junio de 1887, hijo de Miguel y María. Ingresa en la Comunidad y el 15 de abril de 1905 hace sus votos. Ordenado sacerdote en 1920. Superior, maestro de novicios, consejero general, vicario general y de 1927 a 1932 superior general, y como tal impulsa la promoción vocacional y la apertura de la obra en latinoamérica. Sus devociones son Jesús Sacramentado, la Virgen de los Dolores, el Sdo. Corazón de Jesús y San Francisco. Recto y fuerte, exigente consigo mismo y con los demás, tenaz en sus propósitos, amante de la Congregación y de su obra de reeducación de menores, promotor de las vocaciones religiosas y sacerdotales.
Al estallar la persecución, es el último en abandonar la Escuela de Santa Rita, asaltada por los milicianos, quienes el 31 de julio lo obligan a retirar del Banco todos los fondos de la Escuela, se los arrebatan violentamente y luego lo asesinan en la Pradera de San Isidro.
Beato Manuel Legua Martí (León Ma. de Alacuás) (1875-1936). Nacido en Alacuás (Valencia) el 23 de abril de 1875. Hizo los votos en 1892, pero se retiró gravemente enfermo. Ingresó nuevamente y en 1904 hizo sus votos perpetuos. Ordenado sacerdote en junio de 1906. Ejerció con entrega fiel su ministerio de reeducación al igual que sus oficios dentro de la fraternidad, como vice-superior, superior y luego consejero general. Religioso muy espiritual, entregado a su ministerio de reeducador.
Asaltada la Escuela de Reforma Santa Rita, de Madrid, de la que él era director, los milicianos reunieron a todos los religiosos, quienes se dieron mutuamente la absolución y se prepararon para la muerte. Pero al ser liberados,  el P. León se refugió en casa de un alumno, de donde fue sacado violentamente, y asesinado junto con el padre del alumno, en la carretera de Madrid a Francia.
Beato Francisco Tomás Serer (1911-1936). Nacido en Alcalalí (Alicante), el 11 de octubre de 1911, hijo de Antonio y Dolores. Estudia con los Terciarios Capuchinos, hace  el noviciado, y emite sus primeros votos el 15 de septiembre de 1928, ordenado sacerdote el 24 de mayo de 1934. En el verano de 1935 hace un viaje de estudios por Bélgica y Francia, y luego comienza estudios de medicina en la Universidad central de Madrid. Durante la persecución se refugia en una casa de la capital, donde espera al superior, Fr. León; al no llegar éste, sale a buscarlo, y es asesinado. Su cadáver aparece al día siguiente junto a los muros del Reformatorio del Príncipe de Asturias, en Madrid.
Era un religioso muy amable, piadoso, inteligente. Muy prudente, de pocas palabras.
Beato Crescencio García Pobo (1903-1936). Nacido en Celadas (Teruel), hijo de Lorenzo y María. Al quedar huérfano de padre es internado en el Asilo de San Nicolás, de los Terciarios Capuchinos. Ingresa en la Congregación y hace sus primeros votos el 15 de septiembre de 1921, ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1928. De carácter alegre, extrovertido, pero sencillo, humilde, mortificado y buen religioso. Ordenado, metódico, se distinguió por su entrega generosa y sacrificada a su ministerio de reeducación.
Ejerce su ministerio en escuelas de reforma de la comunidad. La revolución lo encuentra en Madrid, en el Reformatorio del Príncipe. Se refugia en casa de Pilar Torres, y se hace pasar por estudiante de medicina. Detenido el 2 de agosto de 1936, es encarcelado, y al día siguiente asesinado.
Beato Timoteo Valero Pérez (1901-1936). Nace en Terriente (Teruel), hijo de Jorge y María. Ingresa a la comunidad en 1917. Ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1928. Ejerce su ministerio en la Casa Fundación Caldeiro, en Madrid y en la Escuela de Reforma Santa Rita, donde lo encuentra la persecución. Se refugió en casa de su hermano, donde fue detenido y encarcelado en la checa de Fomento, y asesinado el 17 de septiembre.  De carácter juvenil, alegre, jovial, bromista, de trato fácil para con los jóvenes y excelente músico.

Julio 26: Beato Arcángel de Calatafimo. Sacerdote, ermitaño de la Primera Orden (1390‑1470). Aprobó su culto Gregorio XVI el 9 de septiembre de 1836.
Arcángel nació en Calatafimi, provincia de Trapani, Sicilia, en el extremo occidental de la isla, hacia 1390. En este pintoresco pueblito de origen árabe, vio la luz en la noble familia Piacentini, o Piacenza y era todavía muy joven cuando, abandonando la casa paterna, se estableció en una gruta arriba en los montes. Por algún tiempo permaneció oculto en la soledad, pero luego la fama de sus virtudes y de su austeridad atrajo cada vez más numerosas gentes de la vecindad hacia su refugio, ansiosas de conocerlo y consultarle.
Para recuperar la soledad, Arcángel dejó aquel lugar y se dirigió a Alcamo, donde nuevamente se refugió en un eremitorio solitario. Pero tampoco allí pudo rehuir por mucho tiempo a los habitantes de la región. Éstos fueron más hábiles para rodear a su devoto ermitaño y atraerlo a su ciudad: Le pidieron que dirigiera un hospital en Alcamo, el cual estaba abandonado, pero la ciudad sentía vivamente su necesidad.
De esta manera Arcángel se vio apremiado entre su vocación de ermitaño y el deber de la caridad. Y naturalmente no pudo rechazar la invitación. Se puso en el trabajo reorganizando el hospital para que todo marchara bien, con respeto total al deber de la caridad hacia los necesitados. Cuando el hospital comenzó a marchar bien, Arcángel regresó a su soledad predilecta, entró en una nueva caverna. Esta vez lo hizo salir fuera un decreto del Papa Martín V, con el cual eran suprimidos los ermitaños de Sicilia.
Arcángel, obediente, abandonó de nuevo su gruta, pero no volvió al mundo. Se dirigió a Palermo, a donde los Hermanos Menores y allí recibió el hábito de la pobreza de manos del Beato Mateo de Agrigento. Después del noviciado fue enviado a Alcamo, donde fundó un convento franciscano, precisamente junto al hospital que antes había dirigido. Por la austeridad con que vivió la más estricta regla franciscana, por su sabiduría y su prudencia, fue ordenado sacerdote. Más tarde fue elegido Ministro provincial en la Orden, y se destacó como administrador y organizador. Pero él prefería la predicación en las diversas ciudades y pueblos de Sicilia al gobierno de los religiosos; por medio de la evangelización convirtió a muchos pecadores inveterados.
Murió en Alcamo el 10 de abril de 1460 en el convento de Santa María de Jesús, por él fundado. Tenía 70 años. Su memoria con el eco de muchos milagros, perduró entre Alcamo y Calafatimi.
Julio 27: Beata Matía De Nazarei. Virgen religiosa de la Segunda Orden (1236‑1320). Aprobó su culto Clemente XII el 27 de julio de 1765.
Matía, nacida hacia el año 1235 en Matelica, en las Marcas, pertenecía a la familia noble De Nazarei. Creció rodeada de los amorosos cuidados de los familiares, que hicieron todo para prepararla para un brillante porvenir. Su padre, se soñaba para ella un matrimonio digno de su categoría. Pero un hecho inesperado trastornó todos sus planes. El ejemplo de las dos santas hermanas Clara e Inés de Asís también se repitió en Matelica. Un día Matía sin avisar a nadie, huyó de su casa y fue a tocar las puertas del monasterio de Santa María Magdalena de las hermanas Clarisas, pidiendo a la abadesa que la recibiera entre sus cohermanas. Esta le hizo notar que era imposible sin el consentimiento de sus padres. Poco después el padre y algunos parientes irritadísimos irrumpieron en el monasterio decididos a llevarla de nuevo a su casa por la fuerza. Pero todo fue inútil. El padre fue vencido por la insistencia de su hija, que así pudo realizar su sueño de seguir a Cristo por el camino de la perfección.
Tenía dieciocho años cuando comenzó el noviciado y antes de la profesión distribuyó parte de sus bienes a los pobres y parte la reservó para urgentes trabajos de restauración del monasterio. Tras su ejemplo otras muchachas la siguieron por el camino de vida evangélica que habían trazado San Francisco y Santa Clara.
Después de ocho años de vida religiosa fue elegida abadesa unánimemente. Durante cuarenta años Matía fue la celosa superiora de las Clarisas, iluminada guía espiritual y al mismo tiempo sagaz administradora. Poseía las cualidades aparentemente contradictorias de una gran mística y de una sabia organizadora. Confiando en la Divina Providencia, con ofrendas de la población y de su familia, reconstruyó casi desde los cimientos la iglesia y el monasterio.
La vida interior de la Beata Matía se modeló sobre la Pasión del Señor. Por muchos años todos los viernes sufrió dolores y numerosos arrobamientos. Fue una mujer de gobierno que a las virtudes contemplativas unía las virtudes prácticas. Se mantuvo también en contacto con el mundo, sabiendo decir una palabra de consuelo, ayuda y exhortación a los muchos que acudían a ella. Fue llamada “Madre de la caridad” pues ayudaba en la medida de las posibilidades aun a indigentes y pobres. Un niño estaba a punto de morir como consecuencia de una caída. La madre desesperada lo llevó a la Beata Matía, quien después de orar lo tocó con la mano y lo restituyó sano y salvo a su madre. Y se cuentan de ella otros prodigios.
El 27 de diciembre de 1320, después de haber exhortado y bendecido por última vez a sus queridas cohermanas, murió serenamente a los 85 años, dejando tras de sí un dulce recuerdo, que luego se transformaría en culto, el cual confirmaría Clemente XII.
=Julio 27: Beata María Magdalena Martinengo, Virgen, II Orden (1687‑1737). Beatificada por León XIII el 3 de junio de 1900.
Nació Margarita Martinengo en Brescia el 4 de octubre de 1687, hija de Leopardo de los condes de Martinengo di Barco y de Margarita dei Conti Secchi de Aragón. Huérfana de madre a un año de edad, fue educada por su madrina Elena Palazzi y por Giacomina Calpina, doméstica, la cual se dedicó totalmente con amor y espíritu religioso a su educación, de modo que influyó grandemente en ella y en su vocación a la vida religiosa.
Se aplicó con gran pasión a los estudios, de modo que a los diez años de edad leía correctamente el latín. Completó su instrucción en los mejores colegios de Brescia y en el monasterio de las Benedictinas de Santo Spirito. A los 13 años hizo voto de virginidad, y desde entonces sufrió una terrible aridez y fuertes tentaciones que sólo se terminaron en 1709. El 8 de septiembre de 1705, después de vencer la obstinada oposición paterna, ingresó entre las Clarisas Capuchinas de Santa María della Neve, y con el nombre de María Magdalena, y se entregó a la práctica heroica de las virtudes, durísimas penitencias, trabajo, buscando siempre los oficios más humildes; también le fueron confiados oficios de responsabilidad como maestra de novicias, tornera, vicaria y abadesa. Su vida claustral fue de continua oración y trabajo. Fue favorecida con fenómenos místicos como los estigmas, éxtasis, apariciones, ciencia infusa, profecía y milagros. Sufrió fuertes persecuciones por parte de sus confesores y de sus cohermanas. Escribió una “Autobiografía” que es una obra maestra de espiritualidad y vida mística, “Advertencias espirituales para adquirir una profunda humildad”, “Tratado sobre la humildad”, “Máximas espirituales”, y una “Miscelánea”.
Murió a los 50 años de edad el 27 de julio de 1737, de los cuales vivió en el convento 32. Se destacó por su penitencia y su espíritu de oración y generosidad en el trabajo.

Julio 28: Beata Alfonsa de la Inmaculada Concepción. Virgen de la Tercera Orden Regular (1910‑1946). Clarisa Terciaria de San Francisco de Malabar. Beatificada en Kottayam, India, por Juan Pablo II el 8 de febrero de 1986.
Sor Alfonsa de la Inmaculada Concepción es la primera flor de santidad en la India. Nacida en la aldea de Kudamaloor en la región de Arpukara en Kerala el 19 de agosto de 1910, de padres cristianos, pertenecía al rito siro‑católico. Su nacimiento fue acompañado por un agrave incidente acaecido a su madre. Ésta, en el octavo mes de gravidez, mientras dormía en una estera en la terraza de su casa, fue despertada en sobresalto por una serpiente que había ido a colocarse en su cuello. Tal fue el espanto que pocos días después dio a luz prematuramente a nuestra Beata; y a los escasos tres meses murió como consecuencia de este trágico suceso.
La pequeña Annakutty (Ana), como fue llamada en el bautismo, pasó una infancia triste por la ausencia de su madre. Dotada de una inteligencia vivaz y pronta, sobresalía entre sus compañeras por la aplicación que ponía en el estudio y en todo lo que se le pedía. A los trece años, según las costumbres locales, Ana fue prometida en matrimonio. Pero en ella estaba vivo el deseo de consagrarse al Señor. Para sustraerse a la dura imposición, resolvió hacerse daño en su cuerpo, dejándose quemar del fuego. Curada de las graves quemaduras, pidió y obtuvo el ser admitida entre las Clarisas Terciarias de San Francisco de Malabar, en Pentecostés de 1927, tomando el nombre de Alfonsa de la Inmaculada Concepción.
Una serie de enfermedades que la afligieron de 1920 a 1946, además de impedirle una vida normal, retardaron notablemente su ingreso al noviciado y la misma profesión perpetua. Su vida fue enteramente marcada por el misterio de la cruz. “Siento que el Señor me ha destinado a ser una ofrenda, un sacrificio de sufrimiento... Soy esposa de Cristo y por eso soy heredera de todos los dolores de mi esposo”. El amor a Dios y al prójimo, junto con los extenuantes sufrimientos, iluminaron su vida, que puede ser señalada como heraldo de una misión de extrema actualidad: recordar a la humanidad la tremenda y sublime verdad del poder redentor del sufrimiento.
Rodeada de gran fama de santidad, Sor Alfonsa terminó su camino terrenal en el convento de Bharananganam el 28 de julio de 1946. Tenía 35 años de edad.
Julio 29: Beato Novelón de Faenza. Penitente de la Tercera Orden (1200‑1280). Aprobó su culto Pío VII el 4 de junio de 1817.
La Tercera Orden fue fundada por San Francisco para aquellos laicos que no podían o no querían renunciar a su condición en el mundo, y querían seguir la regla franciscana y “el secreto de la santidad”, y sembrar en todos los estratos de la población los ideales de pobreza, castidad y obediencia.
Para dar una idea de la vitalidad del movimiento franciscano basta citar los nombres de terciarios, como el Beato Luquesio, San Luis rey de Francia, Santa Isabel Langravia de Turingia, San Fernando rey de Castilla, Santa Rosa de Viterbo, San Ivo de Bretaña, Santa Margarita de Cortona, la Beata Humiliana de Cerchi, el Beato Contardo Ferrini y también figuras pintorescas como Pedro Pettinaio y Bartolo Bompedoni. A estos nombres se añade el curioso y simpático de Novelón o Nevolón, terciario franciscano de Faenza.
Hijo de artesanos y artesano él mismo, Novelón de Faenza ejercía el oficio de zapatero y vivió en su juventud una vida que los biógrafos definen como “desordenada”, pero que quizás fue solamente despreocupada; una vida dedicada al trabajo para ganar lo más posible para seguir disfrutando de los placeres del mundo: buen vino, buena cocina, bellas mujeres, alegres compañías.
Una grave enfermedad indujo al despreocupado zapatero a ceñirse la cuerda de la Tercera Orden Franciscana y sobre todo a hacer que este gesto no fuera meramente simbólico. En efecto, sin abandonar su oficio, volteó por completo la medalla de su vida, y se volvió gran ayunador e insaciable penitente, caritativo y rigurosamente pobre.
Muchas veces peregrinó a pie y descalzo, a pesar de su profesión de zapatero, convirtió a su mujer, antes compañera de sus despreocupaciones. Sobre todo trabajó fabricando zapatos y más zapatos, no ya para ganar más, sino para regalar todo a los pobres, hasta reducirse a la extrema indigencia. Al quedar solo, vivió en la celda de un ermitaño camaldulense pobre como él y como él devoto.
Once veces fue en peregrinación a Santiago de Compostela. Oración, obras de caridad y penitencias fueron la síntesis de su vida. Murió hacia la medianoche del 27 de julio de 1280 a la edad de 80 años y en cuanto expiró las campanas comenzaron a tocar a fiesta. Su cuerpo fue llevado con grandes honores a la iglesia catedral de San Pedro de Faenza y sepultado en un arca de mármol. Numerosos milagros lo hicieron popular. Era tal la afluencia de peregrinos a su tumba, que, para mantener el orden, fue necesario colocar guardia en 1282. Los faentinos lo veneran con culto público, que fue aprobado por Pío VII el 4 de junio de 1817.
Julio 29: Beatos Conventuales españoles Mártires de la Guerra civil: Beatificación: Marzo 11 de 2001.  Fiesta: septiembre 22.
BEATO Alfonso López López, sacerdote (1878-1936). Nacido en Secorún (Huesca) el 16 de noviembre de 1878. Ingresa al convento en 1906. Ordenado sacerdote en 1911. Fue Penitenciario en Loreto de 1912-1915. Profesor y director espiritual del Seminario en Granollers. Fusilado en Samalús (Barcelona) el 5 de agosto de 1936, junto con Fr. Miguel Remón y Fr. Buenaventura Remón, quien logra sobrevivir.
Beato Miguel Remón Salvador, hermano no sacerdote (1907-1936). Nacido en Caudé (Teruel) el 17 de septiembre de 1907. Ingresa al convento en 1925. Profesión solemne en 1933, en Loreto, donde permanece los años 1933-34. Luego en Granollers. Fusilado en Samalús (Barcelona) el 5 de agosto de 1936.
Beato Modesto Vegas Vegas, sacerdote (1912-1936). Nace en La Serna (Palencia) el 24 de febrero de 1912. Ingresa al convento en 1924. Estudios de filosofía y teología en Osimo, allí mismo ordenado sacerdote en 1934. Ejerce su apostolado en Granollers. Fusilado en Lliçà d’Amunt (Barcelona) el 27 de julio de 1936.
Beato Dionisio Vicente Ramos, sacerdote (1871-1936). Nacido en Caudé (Teruel) el 9 de octubre de 1871. Ingresa en la Orden en Montalto Marche (Italia) en 1886. Hace los estudios de filosofía en Bagnoregio y la teología en el colegio de San Nicolás de Tolentino en Roma, ordenado sacerdote en 1894. Ejerce el apostolado y la docencia en la Provincia Romana. Penitenciario en Loreto de 1905 a 1912. En España, guardián de Granollers y rector del seminario. En 1930-1932, profesor y maestro de novicios en Brescia. Fusilado en Granollers el 30 de julio de 1936, con Fr. Francisco Remón.
Beato Francisco Remón Játiva, hermano no sacerdote (1890-1936). Nace en Caudé (Teruel) el 22 de septiembre de 1890. Ingresó a la Orden en 1906, hizo el noviciado en Asís, y allí mismo la profesión solemne; de 1914 a 1935 fue sacristán en la Basílica de Asís, apreciado artista del Pesebre de Navidad. Fusilado en Granollers el 30 de julio de 1936, junto con el P. Dionisio Vicente.
Beato Pedro Rivera Rivera, sacerdote (1912-1936). Nacido en Villacreces (Palencia) el 3 de septiembre de 1912. Ingresa en la Orden en granollers en septiembre de 1925. Filosofía en Barcelona y Ósimo. Teología en San Buenaventura, Roma, donde hace la profesión solemne en 1933, y es ordenado sacerdote en 1935. Pasa a España, y es nombrado guardián del convento de Granollers. Asesinado en Barcelona a finales de agosto o primeros de septiembre de 1936. Tenía 24 años.
Julio 30: Beato Antonio María Lucci. Obispo de Bovino, de la Primera Orden (1682‑1752) Beatificado por Juan Pablo II el 18 de junio de 1989.
Angel Nicolás Lucci nació el 2 de agosto de 1682 en Agnone, en el Molise. Al quedar huérfano de padre inició privadamente los estudios para luego seguirlos en el convento de San Francisco de los Hermanos Menores Conventuales, donde su corazón se abrió a los valores evangélicos y a los compromisos religiosos. En agosto de 1698 hizo la profesión religiosa y el 17 de diciembre de 1705 era ordenado sacerdote en Asís con el nombre de Antonio María. Regresó a Agnone para dirigir el colegio local y profundizar los estudios de teología hasta obtener la láurea en 1709. Trasladado al convento de San Lorenzo, en el centro de la ciudad de Nápoles, comenzó a ser buscado para el ministerio de la predicación y por su generosidad para con los pobres. Asiduo en la liturgia de las horas, devotísimo en la celebración de la Eucaristía, observaba la regla con meticulosa diligencia, haciendo de las máximas evangélicas alimento de su fe. El 8 de febrero de 1718 fue elegido Ministro provincial y al año siguiente rector del colegio de San Buenaventura en Roma, el más prestigioso de la Orden. Estudio, oración, predicación, formación de los alumnos fueron los pilares de su vida.
El 7 de febrero de 1729 Benedicto XII lo consagraba obispo en San Pedro, asignándole la diócesis de Bovino, en la provincia de Foggia. Terminado el rito, el Papa, dirigiéndose a los cardenales presentes dijo: “He escogido para obispo de Bovino a un profundo teólogo y un gran santo”.
El nuevo prelado comenzó por abrir una escuela pública y concentró todo su celo en la formación del clero. En los 23 años que rigió la diócesis, Lucci defendió a su sacerdotes de los abusos de quienes pretendían interferir en sus actividades pastorales y no dudó en excomulgar a algunos señores prepotentes. Fue lo que hoy se diría un obispo “incómodo”, una conciencia crítica, sin miedo, defensor de los derechos de los débiles inclusive cuando se trataba de enfrentar a poderosos de elevado rango. El pueblo lo llamaba “Angel de la caridad”.
De sus visitas pastorales anuales dejó testimonio en 13 volúmenes. A él se debe también la reconstrucción de la catedral de Bovino, que hacía tiempo estaba deteriorándose. Podemos afirmar que tuvo en cuenta todas las dimensiones esenciales de su oficio de obispo y que el mensaje con que enriqueció el patrimonio espiritual de la Iglesia tiene mucho que decirnos inclusive hoy día. Evangelización, promoción humana, culto divino, vida sacramental de los fieles, disciplina, compromiso social, constituyeron el programa de su ministerio episcopal siempre comprometido en estas “prioridades pastorales”. Pedía a su clero “santidad de vida y rectitud en el comportamiento”; era un hombre lanzado en lo social, resuelto en defensa de sus pobres hasta el punto de pedir al rey de Nápoles que permitiera a los necesitados sembrar inclusive en terrenos patrimonio público. Antonio Lucci murió santamente el 25 de julio de 1752. Tenía 70 años.
Julio 31: Beato Pedro Soler. Sacerdote y mártir de la Primera Orden (1827‑1860). Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Pedro Soler nació en Lorca, provincia de Murcia, España, el 28 de abril de 1827. En su juventud conoció la pobreza y debió asumir un trabajo agotador para el sostenimiento suyo y de sus ancianos padres. En medio del difícil ambiente obrero supo mantenerse firme en su fe. Con asiduidad en el trabajo, el buen ejemplo, oportunas exhortaciones, fraternales correcciones, supo ganarse la simpatía de sus compañeros de trabajo. Un día rehusó un aumento de salario porque lo que ganaba era suficiente para sí y su familia. Cuando trabajaba en la fábrica, vivía en pensión donde una excelente señora, quien declaró que muchas veces lo encontró arrodillado en su habitación en largas oraciones; por espíritu de penitencia, a menudo dormía en el piso de la habitación.
Logró dividir su tiempo entre el trabajo y el estudio en clases nocturnas. Con férrea voluntad supo superar todas las dificultades y cumplir el ciclo de estudios que le permitiría, en poco tiempo alcanzar la meta del sacerdocio. De hecho, se hizo Hermano Menor a los 29 años, y tres años más tarde ya era sacerdote de Cristo. Se distinguía entre todos por la humildad, la obediencia, el fervor en la oración, su pureza sin mancha y sus austeras penitencias.
Después marchó como misionero al país de Jesús, Palestina. Con la predicación, confirmada por la caridad, llevó la evangelización en el difícil ambiente árabe. En el momento de la persecución de los drusos, fray Pedro con los dos jóvenes José Massabki y Antonio Tagliaci se escondieron en los locales de la escuela parroquial. Los musulmanes tumbaron la puerta y se precipitaron como fieras sobre la inerme víctima. Le preguntaron: ¿Dónde está tu dinero? Si quieres salvarte entréganos lo que tienes”. Cuando comprendió el significado de la petición respondió francamente: “No tengo dinero, y lo que tenía lo di ya a los pobres”. “Tú eres cristiano, si quieres salvar tu vida renuncia a tu falsa religión y abraza la del gran profeta Mahoma”. “No cometeré nunca semejante absurdo. Soy cristiano y estoy resuelto a morir por mi fe”. Se arrodilló en actitud de oración. Lo hirieron mortalmente con un golpe de cimitarra y lo remataron a puñaladas. Era el 10 de julio de 1860. Tenía 33 años.
=Julio 31: Santo Tomás Moro, Canciller de Inglaterra, mártir TOF (1477-1535). Canonizado por Pío XI en 1935 (su fiesta el 22 de junio).

Tomás nació en Cheapside, Londres; su padre era hombre de leyes. Su madre murió cuando Tomás era niño aún. Estuvo al servicio del cardenal Morton, Arzobispo de Canterbury y Canciller de Inglaterra. Entró a  estudiar en Oxford en 1492. Fue un excelente estudiante. Estudió leyes en  Londres. Hacia 1498 quiso hacerse franciscano y se cree que en ese tiempo se hizo terciario. Entre 1500 y 1504 vivió con los monjes Cartujos, pero se convenció de que Dios no lo llamaba a esa vida. Desde entonces participaba diariamente en la Misa y practicaba duras penitencias. Contrajo matrimonio y tuvo tres hijas y un hijo. En 1518 entró al servicio del rey, y llegó a ser once años más tarde el primer seglar Canciller del Reino. Cuando  Enrique VIII se casó con Ana Bolena y el Parlamento lo declaró cabeza de la Iglesia de Inglaterra, Moro renunció al cargo. Por no querer firmar el Acta de Supremacía, estuvo prisionero durante 15 meses en la Torre de Londres, y condenado con testigos falsos fue decapitado el 6 de julio de 1535. Tomás, que esperaba ser un oscuro monje, se vio objeto de la atención pública al rehusar actuar en contra de su conciencia.

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